A MODO DE PRÓLOGO
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y solo está autorizado su uso con el expreso permiso de su autor que lo
otorgará por escrito aquél que lo solicite.
Corresponde con la ponencia que ofrecí el pasado día
14 de diciembre de 2013, durante las Jornadas Templarias de Andalucía, convocadas
por la A.I.T., (Asociación Internacional Templaria), en la siempre bella ciudad
de Sevilla. He querido compartirla íntegramente a tenor de las varias
solicitudes de los oyentes, algunos muy interesados, por lo que de “novedosa”
al parecer tiene. Naturalmente este trabajo es un resumen del capítulo IV del
libro de igual título que está en fase de elaboración y del que espero no
tardar en ofrecerlo al público. Estas 33 páginas corresponden en su extracto,
al desarrollado en otras tantas alrededor de 136/40. Por lo que advierto al
lector que posiblemente encuentre una información concreta se halle sesgada;
ello es causado por el propio desarrollo de la ponencia, en la que se enlazaba
usando la memoria del autor, también justificada por el uso comprimido de sus
definiciones, obligada para poder ser transmitida a la audiencia en un periodo relativamente corto que, a
pesar de la buena disposición y colaboración de los organizadores no se pudo
ofrecer en su totalidad, quedando obligatoriamente los interesados a esperar su
publicación. Empero, en ella se ofrecen en algunas ocasiones y a modo de
titulares conceptos y débiles desarrollos, sobre la investigación que estoy
llevando a cabo.
Uno de ellos es la reordenación conceptual de
términos que por su asiduidad se hacen legítimos como es el de PEREGRINO.
Este
término (del lat. peregrīnus) se refiere en su significado más clásico
al viajero que, por devoción o por voto, visita un santuario o algún lugar considerado
sagrado. En su acepción más general es todo aquel que anda por tierras
extrañas. En sentido estricto, para el español de religión católica, peregrino
es aquél que se dirige a la Catedral de Santiago de Compostela a visitar la
tumba del apóstol. Así, por el destino de su peregrinación, se lo diferencia de
los caminantes que se dirigen a otros sitios de honda significación espiritual
en el catolicismo: el Romero, que lo hace a Roma, donde mora el papa,
considerado sucesor de san Pedro y el Palmero, que se encamina a Jerusalén y en
general a los Santos Lugares .
En el catolicismo de la Edad Media se distinguían tres
clases de peregrinos:
- Romeros aquellos que iban a Roma.
- Palmeros, aquellos que iban a Jerusalén.
- Peregrinos propiamente dichos, aquellos que iban a Santiago de Compostela.
En general, implicaba una referencia a alguna forma
de:
- penitencia autoimpuesta o impuesta sacramentalmente.
- ampliación de una promesa.
- penitencia o promesa en nombre de otra persona impedida por alguna
razón de realizar la peregrinación.
EL
DRAE dentro de su magnánima ignorancia, los distingue en función a su
vestimenta, dato a no tener en cuenta; lo que nos indica el grado de
sublimación y desconocimiento que entre otras definiciones, también en esta
hace gala.
Dando las gracias anticipadas por la compresión y paciencia de los
que esperan estas noticias, paso a continuación a exponerlas tal cual se ofreció
(no toda) en Sevilla en la fecha, ut supra.
Delegado
Regional de la UNEE (Unión nacional de escritores de España) para Zaragoza
Miembro
de la Foundation for Medieval Genealogy.
Universidad de Cambrigde”
SEPARATA DE LA OBRA APROXIMACIÓN AL ORIGEN
DEL TEMPLO. EL PRIMER TEMPLARIO.
CAUSAS, CUANDO SE CREÓ,
COMO SE CREO, QUIEN LA CREO
CAUSAS iniciales a modo de preámbulo
y de una forma somera diremos que
Tras la conquista de Jerusalén, el
descontento está muy generalizado, muchos de los combatientes vieron
desesperados como sus sueños se esfumaban, como se convertían en polvo del
camino que con una suave brisa desparecía del lugar. Se hallaban por las calles
de Jerusalén, carecían de todo, absolutamente de todo. Algunos habían perdido
el patronazgo, se percataron de que su necesidad siempre iba ligada a la
contribución de la preeminencia personal de un determinado caudillo…luego
volvían a ser olvidados, eran instrumentos necesarios para momentos críticos,
pasando rápidamente a la indiferencia. Allá donde les prometieron quizás un
cambio social dentro de la nueva colectividad, solo vieron una continuación del
lugar de procedencia. Otros señores distintos, segundones allí y titulares
aquí, ejercían algunos, una tiranía sin precedentes, sin que nadie velara por
ellos, recreándose la misma situación social de procedencia. Sus sueños se
esfumaron. Se repetía el caso de los turcomanos que llevó a la inestabilidad de
la zona. Observan como la cruz del pecho que los hermanaba a todos en tiempos
no tan lejanos, en muchas ocasiones no se tenía en cuenta. Veían como los
familiares y los amigos de los amigos, iban ocupando puestos de relevancia en
el naciente estado.
Eran decenas los caballeros que
deambulaban por doquier por las estrechas y sinuosas calles de la ciudad, presa
fácil para formar grupos de bagaudas[1] que, aunque no fuera este su origen, sí fue en
muchos casos su destino. Al principio enemigos de sus rivales, pronto se
coaligan para obtener mayor capacidad combativa, hasta lograr la amalgama que
unía a estas gentes de distinto credo, raza, naturaleza y posición. La
desprotección en los descampados, les hizo ser más audaces y agresivos llegando
a atacar hasta caravanas reales de uno y otro bando.
Estos, los descolgados de
cualquier lugar, avezados en la lucha, no tenían donde regresar, así qué era
allí donde debían obtener su fortuna, y el paradigma les ofrecía: “coge
lo que puedas, cuando tengas ocasión y defiéndelo como sepas”. Cuando no quedaba nada de que
apropiarse vuelven la cara hacia las caravanas y después hacia aquello que
vinieron a defender y proteger... los palmeros.
Uno de los motivos de las Cruzadas fue precisamente
la protección de los palmeros que iban a Tierra Santa. Desde su desembarco en
Jaffa, hasta la ciudad de Jerusalén, eran objetos de todo tipo de atropellos,
que iban desde el simple robo a la muerte, pasando por la violación o el
secuestro, en el más estricto sentido de la palabra, lo que les obligó a
incorporarse a las caravanas que les ofrecían una mayor protección, no
exponiéndose al viaje y sus reales peligros ellos solos. Estas noticias que no
paraban de llegar a tierras cristianas originarias de los cruzados liberadores
de la santa ciudad, al parecer no se cumplían uno de los objetivos de la
epopeya. Los resultados no acababan de agradar a los que habían predicado la
Cruzada, y así debieron hacérselo saber a Balduino y su corte, que no cesaban
desde los tiempos del Advocatus de solicitar a occidente más soldados para
sostener el incipiente reino, y la protección a los Santos Lugares.
De todos es sabido que las
caravanas la constituían preferentemente mercaderes, que transportaban sus géneros
de un punto a otro de las regiones de Oriente Medio. Algunas procedentes de
lejanas tierras, como las de la seda o las especias, tan importantes para el
consumo y el comercio de esa geografía.
La caravana en sí, era un conjunto variopinto de
gentes sin coherencia social o hacendística que, ante el peligro constante de
estos grupos de bagaudas se agrupaban los viajeros que debían cruzar
determinados territorios, unos más y otros menos, pero siempre con el fantasma
del asalto. En ocasiones con ellos viajaban sus familias y toda su riqueza.
Habían vendido sus pertenencias en el lugar de origen y se trasladaban a otro
con esperanzas de mejorar. Estos, eran bocados muy apetitosos para los
asaltantes que disponían de informadores en los lugares estratégicos del paso
del convoy.
Entre los asaltantes la composición
social era parecida, tan pronto se encontraban nativos, como cristianos,
griegos, armenios, etc., formaban verdaderos pequeños ejércitos tan
jerarquizados en su estructura, como anárquicos en el combate, incapaces de
resistir el empuje de una fuerza organizada, se veían fuertes para enfrentarse
a la guardia o escolta, que en principio no eran más que gentes de la
soldadesca que por los periodos de paz se habían quedado sin oficio, gentes que
previamente era contratadas por los responsables de la caravana. Generalmente
su número iba, en función a la importancia de la misma. Se defendían al igual
que los agresores atacaban, sin orden ni concierto, de ahí que la importancia
del número sucumbiera ante la calidad de los encuadrados en unidades militares.
Es aquí donde nuestros
caballeros prestarían apoyo y protección en caso de ataque, esto no significa
que fueran ellos solos los que arremetieran contra un número imposible de
vencer, hubiera sido un suicido sin rentabilidad para nadie, sucumbiendo en el
primer intento. No se trataba solo de enfrentarse a los asaltantes y vencerlos,
sino de dar protección a la caravana o palmeros (generalmente sumados a
ella) en evitación de otro ataque que por estrategia hubiera podido producirse,
además, debían reagruparla y conducirla a lugar seguro, en tanto que el resto
de caballeros sostenía con las armas el empuje de los facinerosos, eso era un
trabajo de titanes, imposible de ejecutar si no se cuenta con los medios y efectivos
apropiados.
CUANDO SE CREÓ, aspecto
causal, primeros contrapuntos.
Una vez conquistada Jerusalén, lo
más urgente fue dotar a los nuevos territorios de una estructura similar a la
de su procedencia, con instituciones que canalizasen las necesidades de la
nueva sociedad, en definitiva crear el reino, pero el síndrome de la
desavenencia y la falsa protección a sus nuevas propiedades, les llevaría a ser
más débiles, característica endémica que les acompañaría siempre.
El detonante de acabar
con esta situación que les conducía a una debacle total, surgió en uno de esos
ataques que por su crudeza tuvo gran trascendencia. El caos surgido por las
rivalidades y enemistades internas que descohesionaban y ponían en peligro el
potencial militar que les llevó las primeras victorias, unido a la
ingobernabilidad del territorio protagonizado por los príncipes cristianos,
facilitó la victoria a los turcos ortóquidas[2] en la
batalla de Sarmeda (Ager Sanguinis), el 28 de junio de 11 19. Es entonces cuando el rey
Balduino II[3] y el Patriarca de
Jerusalén Garmond de Picquigny[4] promueven la
necesaria y urgentísima convocatoria de un Sínodo Áulico en la ciudad de Nablus, en Samaria[5]
para dar una mayor y mejor solidez al tierno estado y justificar al mismo
tiempo ante Roma, la puesta en marcha de la reordenación social y territorial
en todos los sentidos. Al mismo tiempo
que se conjugaba otro no menos importante y más impactante en la vieja Europa. El
ataque y aprisionamiento de un grupo de setecientos palmeros desarmados, que
viajaban de Jerusalén al río Jordán, durante la Semana Santa de 1119[6]. Fueron hechos
prisioneros por los sarracenos,[7] muchos asesinados y
los más vendidos como esclavos.
Fue una asamblea de prelados y nobles del reino de
Jerusalén, se llevó a cabo el 16 de enero de 1120, en él se establecieron las
primeras leyes escritas del reino. En
este Sínodo se puso de manifiesto el peligro de la desmembración en pequeños estados
de la tierra conquistada. Las rivalidades afloraron en fechas muy tempranas,
casos de Edesa y Antioquia, de continuar así todo podría irse al traste. Ven la
necesidad de crear oficialmente una policía de caminos, que diese protección a
los palmeros y al mismo tiempo a las caravanas, tan
necesarias para la subsistencia de los territorios conquistados, acallando al
mismo tiempo las críticas voces que se levantaban en sus lugares de origen de
donde todavía dependían y que no aceptaban no se hubiera solucionado ya, uno de
los motivos de la Cruzada, lo que provocaba recelo a la hora de enviar huestes
en su apoyo. En la Edad Media, la noción de
policía fue definida como "el buen orden de la sociedad
civil presidida por la autoridad estatal, quedando el buen orden moral y
religioso a cargo de la autoridad eclesiástica"[8]
Nablus fue especialmente importante tanto
para la recuperación y asentamiento definitivo del prestigio y autoridad
eclesiástica, como el enraizamiento de sus súbditos e instituciones, evitando verse afectados moral o sentimentalmente por
los nativos. En definitiva trataba de evitar que se produjera una
orientalización de los cruzados que podría conducir a la desaparición del nuevo
reino.
En este sínodo se debatió vivamente, la militarización de todos los
cristianos incluidos los clérigos, la carencia de efectivos se hizo patente,
las pérdidas de recursos humanos eran numerosas y no había donde reponerlas,
así que las normas eclesiásticas tendrían que aceptar la movilización impuesta
a los religiosos para la propia supervivencia de los estados latinos. Esto fue
una gran preocupación para los Estados cruzados. En la legislación
eclesiástica, a los religiosos por lo general se les prohibía participar en las
guerras, pero para los cruzados fueron necesarios todos los recursos humanos
disponibles. Sólo un año antes, Antioquia había sido defendida por el patriarca Arnulfo Malecorne de
Chocques, después de la batalla Ager Sanguinis (Campo de
Sangre), un desastre que pone en entredicho la eficacia y la solidaridad de los
recién llegados.
Se aprobó el canon 20 sentenciando que, un miembro del clero no debe
ser declarado culpable si toma las armas en defensa propia, pero no puede tomar
las armas por cualquier otra razón, ni puede actuar como un caballero. Aunque
fuera justa y lícita la guerra contra los infieles que había ocupado Tierra
Santa. El derecho canónico prohibía absolutamente a los religiosos, bajo pena
de excomunión, matar a otro hombre con las armas, siquiera fuera un musulmán y
en legítima defensa. Empero, la decisión ya estaba tomada, a partir de ahora
participarían en la defensa de las plazas como unos milites más.
Entre
otros temas se aprobó la creación de la congregación canóniga, Militia Christi Hierosolimitana,
que tenían por objeto garantizar el viaje de los palmeros que acudían desde
Occidente, después de la conquista de Jerusalén. Ya llevaban probablemente
algunos años “ejerciendo” cuando ocurrió el desastre de Pascua de 1119. Tras la aprobación y ante la
falta de una infraestructura sólida, permanente y particular que diera soporte
a la nueva Hermandad, las autoridades del reino dispusieron lo necesario para
paliar el defecto. Tanto por los
antecedentes familiares de sus componentes y su estrecha relación con la élite
conquistadora, dueña de cargos, títulos y tierras, (lo veremos más adelante)
como el hecho de que Hugo de Payens fuese pariente del Conde de Champaña y
probablemente pariente lejano del mismo Balduino, hizo que el rey les
concediera un lugar donde reposar sus huesos tras una intensa jornada,
reconociéndoles unos derechos y privilegios.
Entre
esos derechos figuraba el alojamiento en el mismísimo palacio del rey, hecho
este además de inusual, fue definitorio de la posición social de la nueva Militia. Lo que hoy se conoce como la mezquita de Al-Aqsa (la lejana) que los
cruzados llamaban el Templo del Señor, construida dentro de los muros del
Templo de Salomón, concretamente en su ala sur. Esta donación se completaba con
otra cedida por los canónigos (no la Orden ecuestre) del santo Sepulcro, exenta
a modo de patio, de unas 15 Ha., aproximadamente de superficie que rodeaba el
palacio, donde podían entrenar sus armas y estar prestos al combate. Los
caballeros, les cederían las caballerizas y las zonas anejas como cuartel
militar.
Todo
esto iba encaminado a ceder a posteriori todo el conjunto a la nueva Hermandad.
El rey no tardó en trasladar su sede a la Torre de David, levantada junto a la
puerta de Jaffa, que tenía en su poder por conquista Raimundo de Saint-Gilles,
IV Conde de Tolosa, al cual se había solicitado la entrega para sede del reino
y del rey. Todas las instalaciones pasaron, a manos de la nueva Milicia, que de
esta manera adquirieron no sólo su cuartel general, sino su nombre.
Se les otorgó la
primera regla de san Agustín (conocida como la latina al proceder del reino
latino de Palestina) por su íntima relación con los canónigos del Santo
Sepulcro y por ser la única que contemplaba la beligerancia como defensa propia
de la fe. No había otras en el reino, además, en las otras no se acababa de
aceptar aquella nueva situación de frailes guerreros. De hecho los templarios
como ya se empezaban a conocer tras su reconocimiento y juramento de los votos
temporales, aun no eran frailes, más tarde en el concilio de Troyes y de mano
del papa, confirmarían su estado. Su comportamiento en esos nueve años y los
apoyos del patriarca y el rey Balduino, serían determinantes para ser aceptados
por la Curia Romana.
Las diferencias entre las dos formaciones Caballeros
del Santo Sepulcro y los frailes de la nueva Militia
Christi Hierosolimitana (aún no se conocían como templarios), son varias,
no solo en su carisma, sino también en su vestimenta. Estos (los recién
creados) usaban un manto pardo (que conservarían siempre) en señal de humildad,
con la cruz escarlata de doble palo, indicando
con ello una pretendida dependencia de la iglesia de Jerusalén por quien fue
creada. Mientras que los miembros del Santo Sepulcro usaban manto, para unos
blanco, para otros azul, en tanto que yo creo que fue secular y la cruz de
Jerusalén o de Sta. Elena, potenzada que les fue concedida por Urbano II a los
cruzados a la que adosaron cuatro crucetas de planta griega, delimitadas por
los brazos de la potenzada, que simbolizaban las cinco llagas de Cristo. Esta
tiene sus antecedentes en la que la madre de
Constantino el Magno, les había concedido a los seglares del Sto. Sepulcro en
el año 313.
Paul Piers nos dice “La creación de la
milicia templaria tenía como uno de sus objetivos además de la entrega de sus
vidas a Dios (viviendo perpetuamente como canónigos regulares, sin posesiones
bajo los votos de castidad y obediencia) proteger los caminos y las rutas hacia
Jerusalén contra los ataques de ladrones y de brigadas para salvaguardar
especialmente a los palmeros”[9].
Bajo
las tendencias reformadoras del Pontificado de Nicolás II, muchos sacerdotes
buscaron en la ascesis[10] una mayor perfección
realizándose fundaciones de canónigos regulares, de conformidad con el decreto del Sínodo de Letrán, en 1059, fue aprobado
por los canónigos que deseen practicar una vida apostólica. De ahí el título de
"Canónigos Regulares de San Agustín". Los templarios son los primeros que aúnan las figuras del
fraile y el guerrero.
Para algunos autores, es en esta fecha cuando
se funda la Orden de los Pauperes Solomonia Commilitones Christi Templique[11]. El concepto pauperes,
por un lado está relacionado con lo expuesto en la crónica de Ernoul, donde
dice que estos caballeros se autoinculpaban por llevar una vida cómoda y
licenciosa, en lugar de estar defendiendo la fe y a los palmeros, en aquellas, todavía
tierras inseguras, haciendo relación a la pobreza del espíritu que no evita esa
situación. Se trata más de una autocrítica que de una carencia de capitales
propiamente dicha. Otro concepto estaría más justificado con la pobreza y
miseria que provoca el pecado que con la realidad financiera misma. ¿Que recibieron
limosnas? tal vez sí, pero su condición y posición dice que no las necesitaban
como se verá más adelante.
Para otros autores la creación parte desde el
1118, los más la llevan al concilio de Troyes, pero no será hasta el 1139 en la
bula Omne Datum Optimum cuando se oficialice definitivamente la Orden, en
tiempos del Papa Inocencio II.
Para Guillermo de Tiro la ubica también
erróneamente en esta fecha (1129) cuando habla del motivo de su caída nos dice
“...desdeñaron al Patriarca de Jerusalem por quien su Orden fue fundada y de
quien recibieron sus primeros beneficios y a quien se le negó la obediencia que
sus precursores rindieron...” habla de Troyes en lugar de Roma, porque fue
en Roma donde se promulgó la bula de 1139, Omne Datum Optimum, donde fueron
sustraídos de la obediencia al patriarca por voluntad el Papa, no de los
templarios. No fue el patriarca quien los creó. Su nacimiento es laico y no
qui intra Ecclesiam. Los errores de
Guillermo son continuos, por su denostada antipatía hacia la Orden, de ahí que
sea una fuente de escasa fiabilidad.
Ralph de Caen, cronista principal de la
Primera Cruzada, no nombra a las milicias cristianas de Jerusalén, en su obra
sobre las campañas normandas de Cilicia que transcurre entre los años 1096 y
1105 ni sobre las Hazañas de Tancredo, entre 1097 y 1108, lo que nos puede
marcar un punto de partida.
Simón monje de Saint-Bertín de Artois muy
cercano a la localidad de Saint-Omer, contradice con sus escritos a Guillermo
de Tiro (no es el único) en relación al modo y fecha de fundación. Este más
próximo en el tiempo (1135/37) y más acertado en sus exposiciones que
Guillermo, dice que los primeros templarios fueron cruzados que habían decidido
permanecer en Tierra Santa en lugar de retornar a sus hogares. “Por consejo
de los Príncipes del ejército de Dios tomaron los votos del Templo del Señor
acatando siempre la siguiente regla: renunciarían al mundo, abandonarían todos
los bienes personales, se entregarían a una vida de castidad y llevarían una
vida en comunidad, vistiendo un sencillo hábito y utilizando las armas
solamente en defensa de los ataques de los paganos (cuarto voto)” [12].
Simón lo escribe a los 15 años después de Nablus, alejando la influencia del
patriarcado sobre su fundación y posterior dependencia, como sostiene el de
Tiro.
El monje anglonormando Orderico Vitalis sobre
el 1125 escribía que Fulco V de Anjou milites ad terminum del templo,
los consideraba más unos caballeros piadosos que unos frailes, no habla de la
fecha de creación pero sí asegura que en 1120 ya estaba activada.
Para
Ricardo de Poitou monje de la Gran abadía de Cluny, escribe sobre el 1153 a la muerte de
Bernardo, haciéndolo coincidir con la muerte del abad Hugo de Cluny, y en el
año en que Luis VI sube al trono de Francia. Éste data la creación de la Orden,
(aun en su fase de Hermandad) en el 1099.
Para
Walter Map, clérigo secular, usaban una vestimenta austera desde sus propios
inicios, antes incluso de su reconocimiento en Nablus. Habla de caballeros palmeros que
invirtieron todo lo que tenían para la adquisición del equipo de guerra para la
defensa de la fe (otra vez el cuarto voto) ofrece datos muy relevantes puestos
en boca de Ernoul y Bernado tesoreros de la abadía de Corbie en Francia, dice
que los hermanos llevaban todavía (antes de 1139) el distintivo de su origen,
sobre sus ropajes una cruz con dos brazos de color escarlata y el signo del
Santo Sepulcro. El cronista abunda aún más, dice que el Hospital le concedió un
patrón llamado Bauçant (pío)[13].
Como
dice Helen Nicholson, aunque es una crónica tardía (1187) y en eso estamos de
acuerdo, esta goza de cierta credibilidad, puesto que fueron palmeros
sus fundadores.
-
Que se creó por la propia
iniciativa de los caballeros.
-
Que se percibieron de
la necesidad de esa fuerza policial en defensa de los palmeros.
-
Que les fue cedido el
palacio en el templo de Salomón, y que obtuvo el reconocimiento del rey y la
iglesia en Nablus. Además, ahonda en la estrecha relación que al principio
existió entre el temple y los hospitalarios como adelantó Mexias, de los cuales
recibieron el estandarte que les acompañaría en
todas sus batallas.
Para
Francisco P. Mellado cuando habla de la Orden de San Juan del Hospital a la que
califica de gloriosa, dice que “en
tiempos de Raimundo Dupuy, la Orden (del Hospital) alcanzó gran gloria. Esta
gloria recibió un nuevo esplendor con la fundación de una nueva Orden Militar;
la de los Templarios, que acababa de elevarse al lado de la Orden de los
Hospitalarios, y que amenazando en un principio eclipsarla por su valor y
poderío, la realzó por el contrario, gracias a la ambición y avaricia que desde
el principio dio pruebas”[14]. Raimundo Dupuy, segundo Maestre
del Hospital, ejerce desde 1120 al 1160. Al fallecimiento de Gerardo de Tom, se
hace cargo de la Orden de San Juan de Jerusalén proponiendo que la Orden
debía desempeñar acciones bélicas en defensa
de la cristiandad[15].
Estableció las reglas por las que sin abandonar el primitivo papel de
guardianes y protectores de los palmeros, pasan a constituir una “Militia Christi” a imitación de la Orden
del Templo, nacida por aquellos años y con la que a pesar de luchar por la
misma causa, nunca se llevaron bien[16]. Fiel
reflejo del mundo secular contemporáneo.
Se
entiende oficialmente como el año de fundación de una Orden Religiosa, aquel en
que reciben la aprobación por el Papa
de Roma, (concilio de Troyes) o este les
asigna unas reglas. Naturalmente, primero hay que solicitarlo, (el rey y el
patriarca de Jerusalén a la sede romana) para lo cual ha de haber previamente
un conjunto de personas dispuestas y dotadas de medios, que demuestren su buena
disposición habiendo jurado los votos temporales (Hugo y sus comilitones). De
esta forma suele llevar a confusión la diferencia de fechas entre el momento en
el que un grupo de caballeros se organiza, presta juramento y entra en lucha,
hasta aquél en el que queda confirmada oficialmente su existencia como orden
militar.
JURISPRUDENCIA, en que
se basan para dar corpus legislativo a la creación
Si en 1120 el patriarca los recibe como
monjes según Guillermo de Tiro, hasta 1129 que se constituye oficialmente. En
esos nueve años se rigieron por la regla facilitada por el patriarca que
llevaron a Francia y en la que el Concilio, solo aportaría su grano de arena,
pero ello no le confiere que abandonara la regla Agustina primigenia a favor de
la de Cister, como pretende algún autor que otro[17]. Bernardo, no transformó la regla ni la sustituyó por la de
su Orden, era un miembro más de ese Concilio, sus sugerencias podían o no, ser
aceptadas, como las del resto, de hecho fue convocado como escriba en un
principio, no como consejero o miembro ejecutivo. Por otra parte, las fuentes
recogen que todas las órdenes incluida la del Santo Sepulcro en su fase heroica,
adoptaron las reglas del Temple y en sus constituciones queda bien claro que
son agustinas. Por otra parte ¿con que objeto?,
¿sobre qué bases? Y bajo qué argumentos iba a cambiar estas, precisamente por
las del Cister. Por sugerencias de Bernardo, y a petición del Concilio, el cisterciense Jean Michel,
se hace cargo de la redacción como así lo hace constar,
Existe una
traducción de la regla primitiva, basada en una edición de 1886 de Henri
Curzon, la Regle du Temple como
manual militar, donde la paleógrafa Judith Upton-Ward, advierte una posible
existencia de otra anterior, aunque en justicia hay que decir que este documento
ha sufrido tantas intervenciones que, no sabemos si la hace del original o es
copia, de una copia que a su vez fue copiada. “No debe olvidarse que la Orden había existido durante varios años y
había desarrollado sus propias tradiciones y costumbres antes de la aparición
de Hugues de Payens en el Concilio de Troyes. Por tanto hasta cierto punto la
regla primitiva esta basada en prácticas ya existentes (Judiht Upton-Ward, pag
11)”[18].
En ninguna parte habla de la redacción de una nueva regla, sino de la
aprobación y conformidad de lo que aportan desde su fundación como congregación,
que no Orden (otro error), pues de haberse constituido como Orden, además de
ilegal, ¿que objeto tenía repetir el proceso? El
único que tiene poder de elevar a Orden es el papa en un concilio, no el
Patriarca.
En su
trascripción solo
se “retoca” poniendo el resultado de ello por escrito. Los cambios son de
índole militar, respecto de la vida
de los frailes, que no monásticos. Les conceden el manto blanco para todos sus miembros
que luego Esteban La Ferté corregiría. En definitiva los templarios llevan la
regla de san Agustín o Latina a Troyes que es modificada pero sin
perder sustancialmente su espíritu, dando origen a lo que se conoce como regla
Primitiva, se devuelve al patriarca que la vuelve a retocar. En 1140
aparece una traducción francesa que se conoce como regla Francesa,
en el mismo término que las anteriores. Como se puede ver los distintos
avatares corresponden a la adaptación de la regla Agustina a sus distintas secuencias.
A este monje se
le ha atribuido un gran protagonismo respecto del templo. Su publicidad y su apoyo, fueron factores importantes, para
quien desea que su congregación sea admitida como Orden en el seno de la
iglesia católica, y el hacerlo por la puerta grande es importante. La Laude Novae Militiae, ofrece una extensa información de cómo debe ser un
caballero de Cristo, que para nada se parece a un monje tradicional, es una
copia literal de las regla Agustina, al mismo tiempo que un respaldo a las medidas tomadas en el Sínodo de Nablus,
respecto de los clérigos y su responsabilidad en la defensa con las armas de
los territorios conquistados.
Hay autores que se
inclinan por la modificación, la renovación total e incluso por la confección
de la primera regla[19],
en el Concilio de Troyes adoptándose la cisterciense del reformador Bernardo e
incluso llegan a aventurar cosas y casos que nunca sucedieron, como la creación
de una regla en el 1131. No podían ser Cister porque hubieran sido contemplativos, contrario a
lo activo. Sto. Tomas refleja bien esta dicotomía en su obra Suma Teológica.
Bernardo en su laude lo deja bien claro “…, ya que no me era lícito con la
lanza, emplease la pluma, asegurándoos que os será de no poca ayuda, si a los
que no puedo con las armas, os ayudo con las letras” Este es un
reconocimiento tácito de la imposibilidad de armar a los monjes de su Orden,
pues su labor conforme a su regla estaba orientada a la oración y al trabajo,
no eran milites. Los templarios fueron agustinos, desde sus inicios hasta su
total desaparición. Las adaptaciones posteriores camuflaron en lo general los
principios reglados, suele suceder con aquellas instituciones que perviven en
el tiempo, pero su esencia, su raíz Agustina, no se modificó un ápice en el transcurso
de su trayectoria. Todas las Órdenes de Tierra Santa
estaban bajo las reglas de san Agustín, no hubo ninguna del Cister o
Benedictina.
Tampoco fueron monjes. El monje normalmente no sale de su monasterio, en el que se
dedica tradicionalmente a la oración y las labores internas; mientras que, un fraile se diferencia de un monje en que su ministerio y apostolado lo lleva a
trabajar por el Reino de Dios fuera del convento o ermita.
El monje se identifica con su monasterio mientras que los
frailes suelen ser cambiados de lugar según los superiores lo necesiten (si deseáis estar a este lado del mar seréis
llevado al otro, proceso de admisión). Los templarios Son más frailes que
monjes. Para entender la diferencia basta analizar la etimología. Monje viene de una raíz griega
que significa singular o aislado: “monos”. Fraile en cambio, viene del latín
“frater” “hermano”.
Los monjes eran los primeros devotos cristianos que se
aislaban para alejarse del mundo y sus pecados. En ocasiones, pasaban su vida
sobre una columna, como los “estilitas”. Otras veces, en la copa de un árbol,
como los “dendritas”. Y en muchos casos, simplemente se iban al desierto y
vivían en cuevas, como los “eremitas”. Precisamente, un conjunto de eremitas,
es decir de “monoi”, en el sentido griego viviendo en las cuevas de la ladera
de una colina en el desierto, formaban un “monasterio”, es decir, una
residencia de “monoi” o monjes. Luego, los monasterios surgen en lugares
distintos al desierto, pero siempre reflejan la idea de cristianos devotos que
pretenden aislarse del mundo.
Los
frailes, los “fratelli”, en italiano, son en cambio otra cosa bien distinta.
Más bien todo lo contrario. Son predicadores que actúan en equipo para
evangelizar y para recaudar fondos (órdenes mendicantes). Por eso justamente se
llaman “hermanos”, lo que sugiere una idea de pluralidad, no de singularidad,
como en el caso de los monjes. Y el lugar donde se congregaban los frailes era
justamente el “conventum”, que es palabra que proviene de un verbo latino que
significa “reunirse” (convenire). Convento pone el énfasis en la agrupación de
gente, mientras que monasterio lo pone en su deseo de aislamiento.
Efectivamente se trataba
de una nueva modalidad conventual muy distante
de la oficial, hasta la fecha no practicada y no admitida, que hacía rechinar
los dientes de los más ortodoxos. La vanguardia de la nueva visión postular
encabezada por Bernardo de Claraval estaba más dispuesta, no solo a reconocer,
sino a potenciar este tipo de soldados de Cristo, que lucharían hasta la muerte
en defensa de la pureza de la Fe. Bernardo sabía perfectamente que su postura
dejaba arañazos sobre la piel de aquellos que contemplaban las enseñanzas del
Maestro con más dulzura, no era propio de clérigos blandir espada y así se debate en la regalía 20 del Sínodo de Nablus, pero también sabía que ante la imparable
pujanza de la nueva ortodoxia surgida del Libro, no era bastante la palabra. La
oralidad y los buenos usos no iban a parar a los guerreros de los distintos
estados musulmanes sedientos de venganza, se requería algo más y ese algo, eran
precisamente las nuevas constituciones convento-militares que se ofrecían como censoriis
fidei.
La
iglesia cristiana fue pasando paulatinamente del pacifismo establecido por su
fundador y los mártires de las primeras épocas, a la belicosidad de la guerra
santa elaborada por san Agustín de Hipona en su Civitatis Dei, por lo que después de casi 600 años de transición se
dio soporte a la Guerra Santa, quedando atrás la Paz de Dios. Esta especie de
nueva cristianización creó a la vez un nuevo concepto, el de la demonización
del adversario que justificaba sobradamente la lucha sin cuartel contra él,
pasando a ser el objetivo principal de la iglesia beligerante.
El concepto de guerra santa puede rastrearse
en el cristianismo tras la concepción o doctrina de
la guerra justa, que es
continuada por otros autores a lo largo de la Edad Media, como Tomás de Aquino (Suma Teológica, II-II Qu. 40.)[20] A propósito de la frase del Evangelio de Lucas «y dijo el amo al siervo: Sal a los caminos y a los cercados, y obliga a
entrar, para que se llene mi casa» (Lucas, 14, 23).
Agustín comenta
(en la Réplica a Gaudencio): ¿Por qué no
se puede forzar a nadie a la verdad? El Catecismo de la Iglesia Católica considera como todo ciudadano y todo gobernante está obligado a
empeñarse en evitar las guerras. Sin embargo, mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad
internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez
agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los
gobiernos el derecho a la legítima defensa[21].
Este
mismo derecho fue reconocido recientemente por el Papa Juan Pablo II[22], en una encíclica donde
justificaba la muerte del adversario en caso de conflagración y que no debía
ser tenido por pecado, la defensa justa de su vida o sus bienes.
El
propio fundador de la regla, San Agustín de Hipona condena la violencia y el
conflicto armado como excusa para mantener la paz o para la conversión de
almas, pero al mismo tiempo reflexiona y reconoce que la violencia debe
combatirse con la violencia, allá donde se haya agotado la palabra y persista la
perniciosa acción de la primera. Bernardo de Claraval diría de este párrafo en
el que se apoyaría para reforzar su discurso, “ese es el tipo de guerras en la que se desenvolvía la Orden del Templo,
el bien, el mal arranque
requiere, cuando matan a un infiel no hay homicidio sino malicidio[23]”,
justificando y sancionando así definitivamente esa situación que no acabó de
ser aceptada en lo particular por muchos clérigos. Para Gerhard Winkler en la separata de
su obra, nos ilustra: “El mismo Bernardo de Claraval tuvo bastante que ver con esta
escuela de canónigos de San Víctor en París. Gerhoh de Reichersberg
(1093-1169), juntamente con Ruperto deDeutz y Hildegarda de Bingen, fue el
teólogo alemán más original de este tiempo, un «Bernardo alemán”[24].
Isaac
de Étoile filósofo y teólogo cisterciense, que fue abad del monasterio de
Étoile cerca de Poitiers, en 1147 redactó un sermón a sus feligreses en el que
decía “ha surgido un nuevo monstruo,
cierta caballería cuya orden emana del quinto Evangelio[25]
pues ha sido establecida para obligar a los infieles a convertirse en la fe
cristiana por medio de lanzas, porras y espadas y puede despojar libremente a
los no cristianos de sus pertenencias y matarlos, además, religiosamente, pero
si uno de ellos cae en semejantes actos de pillaje, es calificado de mártir en
Cristo” [26]. No los condena
directamente, pero sí muestra un rechazo absoluto al uso de las armas para
sustituir la prédica.
Para Walter Map canónigo de
San Pablo, en Lincoln y, en 1196, archidiácono de Oxford. La única obra que sobrevive de
este autor es De Nugis Curialium (Nimiedades de los cortesanos)
en sus páginas 59/67 escribió
unas consideraciones en 1187, aludiendo a Pedro
y la enseñanza recibida por el Maestro. Hace una crítica sobre el uso de las
armas, ponía en entredicho la vocación de los templarios.
Decía que Cristo y su mensaje obligada a la prédica en lugar de la espada. El
cristianismo había ganado más conversos y tierras con la primera que con el
empleo de la violencia y que estos solo se movían por su afán a la guerra, en
lugar de buscar el alma y el espíritu de Cristo.
Por
otra parte estaban los defensores de la militarización de la Orden, abogaban
que el uso de las armas eran tan antigua como la presencia de Cristo en la
Tierra, lo retrotraían hasta la guerra de Constantino el Grande contra Majencio
y el suceso del Puente Milvio, siempre había habido una espada dispuesta a defender
a los cristianos y su religión, sin la cual no hubiera sido posible su
mantenimiento.
Turoldo
el autor de la Canción de Roldan, enmarcada en la batalla de Roncesvalles, en
el año 778 cuando cruzaban el puerto de Cisa, pone en voz del obispo Turpin que
muere luchando con sus compañeros, “haces
bien compañero descuartizando a los aganeros, enemigos de la cruz, un caballero
tiene que ser feroz y fuerte en la batalla, de lo contrario no vale nada y más
le valdría se hiciera monje de una de esas iglesias y se dedicara rezar todo el
día por nuestros pecados”[27].
Para
aquellos que criticaban la aprensión del botín, Hugo Peccatore, decía que era
necesario para mantener a los soldados de Cristo, y que se ganaba por derecho
propio, no se luchaba por él, éste era una consecuencia que permitía la
continuidad de la defensa de la fe. Se tiene el convencimiento que Dios
necesita más espadas que plegarias, en definitiva valoraban más la vida
religiosa activa que la contemplativa.
Todas
estas opiniones sin ser todas, muestran cuán difícil y largo fue el proceso de
la nueva Militia, su asentamiento definitivo no llegó a realizarse nunca, pues
unos por miedos, otros por envidias y los ya menos teóricos, se constituyeron
en oponentes que facilitaban el rechazo fraternal de aquellos que habían jurado
dar la vida por Cristo, defendiendo a sus fieles y su mensaje.
Además, esta novedad venía a chocar con toda la
tradición más ortodoxa de la Iglesia que repugnando el derramamiento de sangre
declaraba irregular y suspenso de cualquier oficio clerical, no sólo a
cualquier clérigo que, aun en defensa propia, hubiera provocado heridas o muerte
de otro ser humano, sino que, incluso cualquier lugar sagrado donde se hubiera
derramado sangre humana, quedaba profanado y debía ser purificado antes de
poder celebrar los oficios divinos.
El corpus legislativo por el que se rigen los
monjes del templo sufrió a lo largo de su existencia unas adaptaciones lógicas
al momento. No obstante, se canalizaron desde dos puntos distintos y
complementarios a la vez: por un lado las bulas y por otro los capítulos
generales.
1º Sínodo Áulico de Nablus donde se crea la congregación canóniga, o
fraternidad de la Milithia Christi Ierosolimitana, el 16 de enero de 1120,
donde se juran los votos, más un cuarto de defensores de la fe, se les otorga
una regla, una uniformidad, una estancia y un carisma.
2º.- Concilio de Troyes el 13 de enero de 1129, con el
principal objeto de crear oficialmente a
la Orden del Temple.
Juramento de votos solemnes, se confecciona la regla primitiva basada en la
anterior, a partir de ahora son frailes de pleno derecho.
3º.- la bula
Omne Datum Optimum el papa Inocencio II el 29 de marzo de 1139 con el objeto de oficializar la creación de la Orden del Templo. En ella, además
de reconocer la regla de la Orden, se concedía a sus miembros el botín
conquistado a los sarracenos en Tierra Santa y se les liberaba del pago de los diezmos a los obispados correspondientes,
no teniendo que responder de sus actos ante nadie salvo ante el Papa. El
nombre de esta bula corresponde a las tres primeras palabras del capítulo 1,
versículo 17 de la Epístola de Santiago: Omne
datum optimum et omne donum perfectum de sursum est, descendens a Patre
luminum, apud quem non est transmutatio nec vicissitudinis obumbratio. (Toda buena
dádiva y todo don perfecto
viene de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombras
de variación). Junto con las bulas Milites Templi y Militia Dei, constituye la
base jurídica de la Orden.
4º La bula Milites Templi (Soldados del Templo) fue promulgada por el papa Celestino II en 1144 con el objeto de incrementar los privilegios de la Orden de los Templarios. En ella se ordenaba al clero la protección de los
caballeros de la Orden y a los fieles a contribuir con su causa, para lo cual
permitió, una vez al año, la realización de una colación. Esta medida que debió
gustar poco a los seculares, aumentó la ya de
por sí, antipatía hacia la Orden.
5º. La bula Militia Dei (Soldados
de Dios), fue promulgada por el papa Eugenio
III en 1145 con
el objeto de consolidar los privilegios de la Orden apuntalando la
independencia de la misma respecto al clero secular. En ella se le reconoce a
la Orden el derecho a recaudar tributos, a enterrar a sus muertos en sus
propios cementerios y a poseer sus propias iglesias. Son muchas las quejas de
los obispos y así lo denunciaron al ver como se les escapaba la clientela hacia
las iglesias templarias, con la consiguiente pérdida de pagos y donaciones y
ellos no eran obedecidos por los que consideraban sus inferiores.
La Reglas
1º Nablus, la Regla canóniga de san Agustín,
o Regla Latina que nunca abandonará
la Orden.
2º.- Concilio de
Troyes, el clérigo Jean Michel por cesión de Bernardo de Fontaine, ahora ya
conocido como de Claraval, transcribe la regla latina a la que incorporan
algunos engordes de determinados artículos, relativos a la
milicia y a los servicios religiosos, se conoce como la Regla Primitiva.
3º.-
Esteban de La Ferté, también conocido como de Chartres, Fue el Patriarca
de Jerusalén desde 1128 hasta
su muerte en 1130. Después de las
modificaciones de Troyes recibe la regla a la que añadirá 24 artículos y revisará
aproximadamente una docena. Es el que reserva la capa blanca para los
caballeros y la parda para los sargentos. Introduce a los clérigos en la Orden
y regula a los ad terminum, entre
otras disposiciones.
4º.- bula Omne Datum
Optimum de 1139 se prohíbe taxativamente modificar la regla sin el
consentimiento del capítulo general
5º.- hubo una
traducción al francés en 1140 donde se retoca intencionadamente algunos
artículos, pero nunca abandonaron ni modificaron la regla latina, se crea lo que
se dio en llamar la regla francesa. En ella se suprime todo lo referente al noviciado. Se
modifica el artículo 57 en el sentido contrario al original, referente a los
caballeros excomulgados, ahora se les dirá que se acerquen a ellos e intenten
atraerlos al servicio de Dios. Muchos de los templarios vendrían desde esa
orilla.
6º.- La verdadera reforma no vendría hasta el
1163 a
través de los Retraits que con sus
675 artículos se adhieren a la regla dándoles una estructura interna respecto
de las elecciones magistrales, capítulos, jerarquía, ingresos, etc. Pero aun
así la Regla Latina pervive en la estructura de la Orden, no llega abolirse
nunca.
7º.-
En torno a 1230/40 los estatutos jerárquicos y ceremonias
8º.- en torno a 1257 /67 las
consideraciones dedicadas a la disciplina, faltas y penas, conocidos como los Égards
No hay otras,
ni nada más, se trata de algo tan natural como la adaptación a la actualidad de
una institución, algo tan normal entonces como ahora.
Bien, matizando lo anterior, veremos que lo
que se crea en Nablus no es la Orden sino una congregación de canónigos
regulares procedente de una Hermandad. Juran los tres votos monacales temporales de pobreza, obediencia y
castidad, obligarse a cumplirlos es profesar y el que lo hace deja de ser
novicio para convertirse en profeso[28]. Se adopta la regla
Agustina de los canónigos[29]
del Santo Sepulcro, concedida por el Patriarca hasta su total aprobación por el
Papa y se les adjudica la guerra sin cuartel contra el infiel, como cuarto voto jurado por los templarios. Ello les
otorga en todo caso el mismo tratamiento que a los anteriores, puesto que sus
Reglas Latinas son a imagen y semejanza de los canónigos de quienes la tomaron,
tal y como se repite en todos los documentos antiguos. No cabe la
discriminación entre una regla y otra, otorgada por la misma autoridad que la
concedió a los caballeros incrustados en la Orden de Godofredo. No obstante, se
diferenciaron de ellos por su carisma[30] que en este caso fue la misión de la
protección de los palmeros, definitorio de toda su
existencia, así cuando se pierde Tierra Santa se cuestiona su continuación.
No son comunidades monásticas tradicionales, la meta
de estos no es la vida contemplativa[31],
ni son mendicantes[32],
ni abandonan el mundo para practicar una vida al margen de él. Su objetivo es
la defensa de la fe. Tampoco son clérigos
regulares, ya que al contrario de
éstos, los canónigos regulares están vinculados a un lugar (la nueva Orden a
Jerusalén) y a una comunidad determinada, rezan la liturgia de las
horas en comunidad. Mediante
diversas reformas, adquieren una identidad diferenciada, con un carisma propio
siguiendo la Regla de San Agustín. Los canónigos
seculares, por el contrario,
pertenecen a una comunidad de sacerdotes vinculada a una iglesia, pero no han
hecho voto de vivir en comunidad
Realmente este no es un dato a pasar por
alto. La admisión a las órdenes religiosas no
solo es regulada por la Iglesia Católica y la Regla de vida religiosa, sino
que también cada comunidad tiene sus propias normas (canónigos del Santo
Sepulcro, regla agustiniana). Generalmente luego de un largo periodo que abarca
el aspirantado, postulantado y noviciado, se toman los votos temporales o
simples que son renovados cada cierto tiempo, mientras el candidato prueba su
vocación. Este caso es el de los templarios hasta Troyes.
Si el candidato desea
ser admitido permanentemente en la orden se requiere una profesión pública de
los Consejos Evangélicos de
pobreza, castidad y obediencia confirmado por el voto solemne o perpetuo. Uno de
los efectos de este voto es que el miembro ya no es libre para casarse. Hugo y
los demás pudieron estar casados antes de Troyes cuando se sanciona su
conventual estado y más tarde, en caso de abandonar la Orden, deberá pedir un
Indulto Pontificio. Los beneficios de la profesión perpetua son de carácter
espiritual.[33]
La
conversationem morum (la conversión de costumbres) solo la llevaban a
cabo los benedictinos y los cartujos. no pudo ser realizada hasta la sanción de
Troyes por lo tanto no eran frailes, ni hombres de vida consagrada, sus votos
son temporales hasta el Concilio de 13 de enero de 1129 en el que el Papa
Honorio II a través de su representante Mateo de Albano los recibe como
congregación canóniga[34] y
los eleva a Orden Conventual.
QUIEN
LA CREÓ
Se conoce la
protohistoria de la Hermandad, época que transcurre desde el Sínodo de Nablus
hasta el Concilio de Troyes, donde se crea definitivamente la Orden, pero…¿y
antes? Antes de ese periodo el que va desde el 1104 al 1120… ¿qué ocurre en ese
periodo? Esa prehistoria es la época oscura de estos caballeros ¿Cómo consiguen
sostenerse?, como veremos tenían más que suficientes apoyos, poderosos apoyos
con los que no contó ninguna otra formación de este tipo, ni siquiera la decana
de San Juan de Hospital, para arrancar con un éxito cuasi asegurado. Tenían
poder económico, tenían huestes, tenían cobertura jurídica, más tarde vendrán
las donaciones que milagrosamente se multiplican al ser aceptados en Troyes, su
logística y marketing funcionó de mil maravillas. Su procedencia miembros de la
realeza y de las distintas casas principales de la tierra de los francos,
burgundios, normandos, etc., hizo el resto, amén de la vinculación directa con
las altas esferas de la iglesia católica, tal vez como dice Mellado sobre su
ambición primigenia no tenía medida, tal vez no fue todo tan bucólico y
romántico como ha pasado a los anales de la protohistoria.
Es
de natural comprensión que anteriormente a esa fecha ya hubiese existido una
formación “en prueba” desde años anteriores, ¿cuántos? se ignoran, pero la
lógica se impone y hay que ceder en honor a la hipótesis más cercana basada en
los documentos de archivos consultados. Si son acertadas mis conjeturas (y no
hay pruebas fehacientes para pensar que no puedan ser) podríamos estar
hablando, no de nueve años desde su constitución hasta Nablus Si contamos el
1104 como año de la idea de su creación, hasta el 1114 que ya está constituida
y que se pone en práctica con la llegada de los Hugos, en ese año, hasta el
1120, cuando se reconoce oficialmente en Nablus. Habría recorrido un periodo de
16 años, que comprendería desde el noviciado el
reconocimiento temporal hasta la creación de la Hermandad o Congregación en el
mentado Sínodo.
Se
puede estratificar en seis periodos distintos:
1º
fase ideológica y embrionaria a partir de 1104 hasta el 1107, en el que se
percibe la necesidad de la creación de una fuerza policial. Gestiones de
captación que dejan a Godofredo de Saint-Omer encargado de realizarla.
2º.-
periodo de formación de la Milithia Christi, con incorporación a la misma de
caballeros familiares de los conquistadores que toman Palestina como la nueva tierra
prometida, allí los don nadie pueden llegar a ser alguien, forzando aquella
estratificación social[35]. Al fin y al cabo la
iglesia había servido en no pocas ocasiones como ascenso social.
3º.-
fase de activación con la presencia de los Hugos del 1114 al 1120, donde la
relación entre ellos sería sin reglas, hábitos, votos monacales, sin
dependencias de las autoridades militares o eclesiásticas, sujetos solo por el
juramento particular y personal de cada uno de sus miembros. Aquí se puede
aplicar lo de Guillermo de Tiro “los
caballeros usaron la ropa secular. Utilizaron la ropa tal como la gente…”
4º.-
fase de fundación, sínodo de Nablus de la
congregación canóniga o hermandad, con nombre, reglas, estancias, votos
monacales, uniformidad, disciplinas, etc.
5º.-
fase de aceptación por la iglesia en Troyes. La
creación de la Orden.
6º.-
Consolidación definitiva de la Orden en 1139 por bula Omne Datum Optimum
Hugo de Champagne, conde de
Troyes, en su peregrinaje a Tierra Santa, se hizo acompañar de su familiar y
vasallo Hugo de Payens, ambos hombres píos y devotos, (Payens ya había sido
monje en la Abadía de Molesmes) lo realiza después del día 2 de abril de 1104,
pues hay una carta de esa fecha por la que dona una propiedad a la Abadía de
Molesmes en nombre de su hermano “fraters meus Odon,
Constantiam regis Francorum filiam necnon et comitissam Adelaidem uxorem fratis
mei Comitis Stephani nepotes…”y está suscrito por “ Teotbaldus puer filius Stephani
Comitis nepos huius Comitis Hugonis” …”[36]. Respecto del de Payens, Leroy
Thierri[37],
es uno de los biógrafos más aceptados por la comunidad científica, nos dice que. Es muy probable que
Hugo II de Payns realizara su primer viaje a Tierra Santa junto al Conde de
Champaña en 1104-1107.
La idea ya estaba preconcebida,
era servir a Cristo en su Sepulcro, la genuflexión tan deseada por todos los
cruzados y palmeros, era el máximo exponente y la meta de todo cristiano. Los
participantes en las Cruzadas lo habían efectuado al día siguiente de la
conquista de la ciudad, lo que pone en evidencia su NO intervención en la primera cruzada, como alguno aventura, de lo
contrario ese gesto ya lo hubiera realizado, máxime siendo un principal.
Durante su estancia en Jerusalén, habían sido testigos de la situación de los palmeros
que la Cruzada no había solucionado, al contemplar cómo éstos eran víctimas de
toda clase de robos, vejaciones, heridas y muertes durante sus desplazamientos
a los Santos Lugares que les infligían, los musulmanes y los invasores
descontentos que no hallaron acomodo tras la conquista,.
Era por tanto, necesario crear
una fuerza policial que hiciera frente a los agresores y protegiera a sus
víctimas. Posiblemente fuera en ese
periodo en el que se maceró la idea de crear esa policía tan ineludible, donde
se asentaba uno de los pilares de la Cruzada. La intención no era solo la de
implicarse, sino ir más allá, involucrarse en ese objetivo primordial que
suponía la seguridad de los palmeros.
Para lograr su objetivo recaba el apoyo de los
principales del reino, familiares algunos, otros conocidos, la mayoría
compañeros de armas que se movían en un reino sin estructuras administrativas y
sin un corpus legislativo que canalizara los derechos y obligaciones de sus
súbditos. Esto no llegaría hasta el concilio de Nablus.
Acontecimientos
inesperados hace que en el año 1107 vuelva a Francia para poner orden en sus
estados, con la promesa de integrase en la
hermandad a su regreso. "Hugo de
Campanie, Theobaldi comitis filius" fundó la abadía de Notre-Dame de Cheminon por la carta de fecha
1110[38]. Hugo de Payens
regresa con su señor y para ayudar a consolidar las pretensiones políticas de éste, casó en
segundas nupcias con Isabel de Chappes entre 1107 y 1111(otros autores
la denominan Catherin de Saint Clair)[39],
Se
sabe a ciencia cierta que Hugo de Champagne, junto a su fiel vasallo y familiar,
el de Payens, cuando decide partir hacia Jerusalén[40]
entre los años 1113 y 1114 ya estaba constituida la Militia Christi
Hierosolymitani. El obispo Ivo de Chartres[41], “le avisa seriamente para que no se una a las Militias Evangélicas o a
una Militia Christi que se están dando en Palestina, su estado de hombre casado[42]” le impide tal
realización, las obligaciones contraídas con el sagrado vínculo del matrimonio,
invalida su ingreso en ninguna de esas agrupaciones. Para esas fechas ya
existía un grupo muy próximo a él, esa Militia Christi que desde sus inicios
posiblemente fundó y que sus múltiples compromisos le impidieron encabezarla,
cediendo el honor a partir de esta fecha a su vasallo y familiar el de Payens.
El conde de nuevo vuelve
a sus posesiones a principios de 1115, esta vez solo, requerido por su esposa
que demandaba su presencia para el gobierno de sus estados o posiblemente
puesta en alerta por Ivo de Chartres, que preveía una desobediencia del conde
con el consiguiente abandono de sus obligaciones, y tal vez no anduviera del
todo descaminado este avispado cura; que por cierto murió el 23 de diciembre de
1115. Se sabe que obedeció y regresó de nuevo a su casa, hay una carta en la
que el Papa Calixto II le envió para que diera en su nombre la bienvenida al
Arzobispo de Mainz a su llegada en el sínodo de Reims en octubre 1119[43]. Durante esta estancia
que sería la última, Hugo repudia a su mujer,
deshereda a su hijo Eudes I al decir que no era suyo, debido a su supuesta
impotencia. La Crónica del monje Alberic
de Trois-Fontaines, nombra a " Odonem ... de Canlita "como
hijo de" Hugo Campania "y la [segunda] esposa, pero
especifica que" dictum est un phisicis Comiti Hugoni ... no
habebat possibilitatem generandi "y por lo tanto concluye que
Eudes no podría haber sido su hijo[44].
Mantiene contactos con
el Abad de la Orden del Cister, Esteban Harding, a quién le dona una tierra
donde San Bernardo (quién había entrado en la orden tres años antes), funda la
abadía de Claraval. El lugar cedido es conocido como Clairveaux la
donación es con todos los señoríos, montes, prados, aguas leñas etc., para que
construyera su monasterio. Después de poner en orden sus posesiones, regresa a
Palestina. La Crónica de Alberic de
Trois-Fontaines dice que "Hugo
Campanie" se convirtió en un caballero templario en 1125 y fue
sucedido por "eius Theobaldus nepos"
1125[45]
Al correr del tiempo y
ante la prolongada y justificada ausencia con el (posible) beneplácito del
conde, Payens asume la máxima magistratura que le correspondería a su Señor. No
solo sustituye al conde en las relaciones con los nuevos señores de Jerusalén,
sino que, recluta a otros caballeros, implicando a muchos de ellos, entre los
que se cuenta a Fulco V conde de Anjou, (posteriormente Fulco I rey de
Jerusalén) e involucrando a unos pocos entre ellos a su tío Andrè de Montbard.
Empero no será hasta
después del Sínodo o Consejo Áulico de Nablus, concretamente en 1125[46] cuando el conde ingresa en los Pobres
Conmilitones de Cristo, con la consiguiente contrariedad de Bernardo de
Clairveaux, como le comunica en una carta[47] lamentando la “pérdida”
que le priva de su compañía. Hugo que tanto había dispuesto por hacer realidad
esta hermandad, no llegaría nunca a ver un reconocimiento oficial por la Santa
Sede, en plena crisis por las Querellas de las Investiduras; su temprana muerte[48] le arrebató aquello que
tanto anhelaba.
Se le tiene al conde por
uno de los nueve caballeros fundadores de la Orden, no obstante, se comprueba
que documentalmente no es así, aunque tácitamente se acepte como el verdadero
causante de su origen. Pese a ello, no se
descarta su protagonismo como fundador o de fundador ideológico, aunque esto no
invalida lo anotado anteriormente sobre su implicación desde los inicios, al
que atribuyo la idea de la creación y posterior desarrollo de Payens,
involucrándose posteriormente cuando está libre de ataduras terrenales. De haber quedado el
conde en Jerusalén hubiera sido este el primer maestre. Su incorporación a la
todavía Congregación Canóniga, en 1125, y su
posterior muerte en 1126 le priva de esa magistratura.
El sostenimiento a buen seguro financiado
desde Francia por Hugo. Fulco, futuro rey de Jerusalén por su matrimonio con la
hija de Balduino, sostuvo a dos caballeros desde sus dominios en el condado de
Anjou después de finalizar su periodo de Ad terminum) además de las
prebendas que recibiera de estos principales que no serían tantas limosnas como
dicen las fuentes clásicas sinópticas[49]
de Balduino II recibirían el alojamiento, del Patriarca Garmond de Picquigny,
pariente no muy lejano de Godofredo de Saint-Omer, el apoyo espiritual y del
resto el logístico.
Así que la fecha de
creación del embrión templario estaría en torno a los 1107/1113, si damos
crédito a la constancia que tenemos del consejo de Ivo de Chartres, avisando al
conde de que no ingrese en las militas Christi de Jerusalén, cuando inicia su
segundo viaje con la intención de quedarse y hacerse cargo de la dirección del
grupo. De 1114 hasta 1120 es la fase de reclutamiento. En 1120 se legaliza la
Hermandad y en 1129 se crea la Orden, por la Santa Sede, que se confirma en
1139.
SOMERAS BIOGRAFÍAS
Distintos e influyentes
fueron los apoyos de la Milicia en su etapa embrionaria, sus responsables
iniciales no formaban parte de aquella amalgama de caballeros desorientados que
pululaban por las calles de la ciudad. Estos pertenecían a la élite
conquistadora por lo que su influencia y poder estaban asegurados
Hugo
de Payens
Godofredo
de saint-Omer
Godofredo
Bisol
Payen
de Montdidier
André
de Montbard, (tío de Hugo de Payens)
Archembaud de Saint Amand o
Aignant
Hugo
Rigaud
Gondemar
Rolando,
Hugo de Payens que ha pasado a la
historia como el fundador del Orden probablemente los Payns era una rama segundona derivada de los condes
Troyes y emparentada por matrimonio con los Montbard, la familia de la madre de
Bernardo de Claraval, pues resultaba usual en esta época que las familias de un
mismo rango a un lado y otro de la frontera que separaba Champagne de Bourgogne
enlazasen matrimonialmente.[50] En los
diferentes documentos que le conciernen la ortografía de su nombre es Hugues de
Paenz, Hugo de Paencis y Hugues de Payns o de Payens. Guillermo de Tiro le
llama "Hues de Paiens delez Troies". [51]
Godofredo de Sant Omer, su hermano Hugo de St.
Omer (c. 1100-1106) fue Senescal del reino[52]
y príncipe de Galilea[53],
en un periodo crucial en el sostenimiento logístico del embrión de los
Caballeros de la Ciudad Santa, al participar como fundador su hermano. El cargo
de senescal en Jerusalén nunca alcanzó la prominencia de sus homólogos
europeos, pero era importante. No obstante, durante las coronaciones el
senescal sostendría el cetro real y supervisaba la fiesta de coronación. Garmond de Picquigny el
todopoderoso Patriarca de Jerusalén, tío carnal de Godofreo de Saint-Omer,
convocante junto con Balduino II del concilio de Nablus donde se da carta de
naturaleza al grupo aun innominado (según algunas fuentes, Caballeros de la
Ciudad Santa) pasando a ser conocidos como los “Pauperes Commilitones Christi Templique Solomonici, o Santa Milicia Jerosolimitana del Templo
de Salomón" por su lugar de residencia. Este patriarca era hijo o hermano de
Arnoul de Picquigny (dependiendo de la fuente)[54].
Pagan, Payen, Paganus, payen de Montdidier, otro apoyo importante para la
futura Orden, aun innominada e indefinida, desempeñó el cargo de Canciller del
reino (1115-1128) [55].
El Canciller formuló obras y cartas, gestionado el servicio diplomático del
reino. Los Cancilleres tendían a ser clérigos que a menudo se convirtieron en
obispos o arzobispos, a veces, mientras que mantiene la cancillería.
Es otro de los
componentes del que solo se tiene identificación de su procedencia posiblemente
vasallo o familia de Hugo de Payens. Payen es apellido Se sabe que los Payen
tienen o tuvieron radicación, entre otros lugares, en Inglaterra, Escocia,
Gales o Irlanda. La bibliografía que recoge la historia y el escudo del
apellido Payen: …descendientes de Tibault payen Conde de
Gisors, cuyo hijo, Hugh Payen dio por carta alrededor de 1200, el original de
la que ahora existe en los archivos departamentales de San Lo, Normandía seis
trimestres de trigo alquiler, derivado de sus tierras en Nueva Jersey, al abad
de Sain Mary, cerca de Cherbourg. Desde este Payen Hugh quién era valvasor[56]
del rey de Inglaterra y jurat de su corte real apenas una generación de la
familia ha existido sin tener un representante en la banca local. En el periodo
de la gran rebelión. Abrahám y Spephen Payn vel [57] Payne
siendo fervientes realistas, emigraron a Devon co. y fundaron familias todavía existente en
Inglaterra. Tréboles ar. habrá de efectuar resbaló sa. cresta-una cabeza
woman´s couped debajo de los hombros, AZ concedidos aparecido ar. cara ppr.
cabello o, en ella, la cabeza una corona antigua de los últimos... lema placido es, Payn soportes dos Ángeles ppr.
* Armorial Général de Johan Baptiste Rietstap. Contiene
blasones (escudos), orígenes de apellidos y nobleza león en plata rampante
armado sobre campo de azur.
* El dibujo del escudo o escudos
correspondientes al apellido Payen, así como su origen se encuentra también en
el Gran Diccionario Grafico de
Blasones.
André de Montbard o
Montebarro (5 de noviembre c. 1097 -. 17 de octubre 1156) Hijo de Bernardo señor de Montebarro y de Humberga. Entró en la Orden en
1129 y se fue a Palestina, donde rápidamente se elevó a la categoría de
senescal, el diputado y el segundo al mando de Maestre.
Fue el quinto Maestre de los Caballeros Templarios y también uno de los
fundadores de la Orden. La familia vino de Montbard Hochadel en Borgoña. André
era un tío de San Bernardo de Claraval, al ser un medio hermano de la madre de
Bernardo, Aleth de Montbard[58]. Según el registro de defunciones de la parroquia
de Bonlieu, su muerte se produjo el 17 de octubre de 1156.
Godofredo Bisol al parecer uno de los
fundadores primeros, no se tiene noticias de él o posiblemente su
identificación patronímica no sea la correcta. El título condal que s e le
atribuye, no aparece en la Fundación de Genealogía Medieval, por lo que está
justificado dudar de su existencia. Empero seguimos en la investigación.
Otros
aunque posteriores pero con presencia e influencia en la zona desde la primera
cruzada también pudieron ayudar y servir de soporte a estos primeros
fundadores, al fin y al cabo todos parientes todos deudores. Algunos como Eudes de Saint-Amand (o Odo u
Odón) Vizconde en 1160. Mayordomo en (1164-1167)[59]. Fue el octavo Maestre de
la Orden del Temple, entre 1171 y 1179. Uno de los deberes del vizconde era
capturar a los delincuentes y la administración de la justicia en el tribunal
de primera instancia de la clase burguesa. Al igual que el oficio de mayordomo,
estas oficinas no han sobrevivido el paso a Acre.[60] Y así seguiríamos con casi
todos sus componentes.
El
oscuro y nefasto Gerardo de Ridefort (c. 1179) mariscal del reino (muerto 01 de
octubre 1189) fue Maestre de la Orden del Temple desde finales de 1184 hasta su
muerte en 1189[61].
Si contamos el primer
conde Hugo de Champagne, y al
conde de Anjou, Fulco V y
otros caballeros que estuvieron apoyando económicamente al embrión de los
Caballeros de la Ciudad Santa; veremos que esa pobreza hay que ponerla al menos
en tela de juicio, no se entiende que, aun a pesar de que estos personajes se
incorporan a la hermandad (aun no era Orden) antes de Troyes, e incluso algunos
como Ad terminum, caso de Fulco V, que lo fue entre los años 1120 y
1127, (en 1129 se convertirá en rey de Jerusalén con el nombre de Fulco I[62])
del que se conoce, sostuvo económicamente a dos caballeros templarios ¿cómo pudieron
sostenerse ellos y su siervos sin hacer uso de sus recursos? La logística y la
hueste para hacer frente a los asaltantes conllevaba un gasto, tropa, caballos,
armas, guarnicioneros, herradores, forrajeros, siervos, físicos, etc., sin estas premisas no hubieran de ningún modo
podido, ni tan siquiera haberse planteado el combate, con aquellos grupos
aguerridos, bien armados y en mayor número que ellos, alcanzando al mismo
tiempo justa fama. Estos dos personajes tenían poder y estado suficiente para mantener
no solo a una, sino a dos Órdenes y mucho más en sus inicios.
CONCLUSIÓN
Este y no otro fue el inicio de lo que sería la
revolución monástica más importante de todos los tiempos por su carácter inicialmente
policial que no militar. No fue una policía al uso, no fue una policía heredera
de aquella de la “politia” romana derivada de la “politeia” griega;
definiciones indirectas de una labor importante que más tarde en el siglo XVIII
recogerían los siempre legalistas franceses, definiéndola como se conoce en la
actualidad “policía”. Esta nueva policía se movía en el extrarradio, fuera de
la ciudad, allá donde el brazo del orden y las leyes, si las había, no
alcanzaba, asegurando las normas de convivencia que debían ser también
respetadas. No solo por la razón primigenia a de su presencia allí, sino
también como caudal necesario para el manteniendo de ese balón social que
constituye la ciudad. En cada país existe una policía al tipo. Francia con su
Gendarmería, Italia, con sus Carabineri, Portugal la Guardia Nacional
Republicana, España con su benemérita Guardia Civil, funciones ancestrales con
denominaciones modernas, cuya raíz se pierde en la noche de los tiempos pero
que fue el origen de aquellos caballeros testigos de los desmanes provocados
por la inseguridad a extramuros de la ciudad. Una seguridad necesaria, tanto
que había provocado la movilización de miles de hombres y recursos que llevaron
a la conquista de un territorio sagrado para las tres religiones del Árbol de
Jessé. La omisión de este deber podría acarrear problemas serios de estabilidad
y prosperidad. Así lo debieron percibir quienes desde una posición social
cómoda y preeminente lo abandonan todo para entregarse a una lucha muchas veces
desigual, desagradecida, peligrosa y erradicada. Tuvieron que abandonar mucho
para llegar a sus metas. Estos
caballeros, deciden formar grupo independiente dentro del obligado sometimiento
a estas células sociales que se van creando en su entorno, como algo necesario
para un contingente extraño a aquella tierra, aquellas gentes y aquellas
costumbres.
Dada
esta secular doctrina y práctica de la Iglesia frente a cualquier derramamiento
de sangre por parte de clérigos y religiosos nada
tiene de particular que Bernardo participando
de este mismo espíritu, meditara una y otra vez su decisión antes de tomar
postura pública en favor de la forma de vida de la nueva Orden del Temple, como
él mismo nos lo indica en su carta De Laude Novae Militiae dirigiéndose a Hugo de Payns “Una,
dos y tres veces, si no me equivoco, me pediste, mi queridísimo Hugo, que os
escribiese a ti y a tus conmilitones una misiva que os alentase y que contra la
hostil tiranía…
Aunque Bernardo justifica muy educadamente su no
repuesta a las reiteradas peticiones de Hugo de Payns para que expresase
públicamente su aprobación de la nueva Orden. Este retraso puede ocultar más
bien las dudas que en un primer momento lo embargaban y la necesidad de una
mayor clarificación.
Estas circunstancias les
llevó a estos pobres caballeros a protagonizar de alguna forma la dualidad
(siempre constante en la Orden) de frailes y guerreros que serían emulados muy
pronto por otras como la de San Juan (en tiempos de Raimundo de Puy) y los
propios caballeros del Sepulcro, pero para eso harían falta todavía al menos 3
años. Los templarios siempre punta de lanza en el orden social de Tierra Santa,
en el transcurrir del tiempo dejaron de contemplar (al contrario que sus
hermanos de otras Órdenes) a los musulmanes como enemigos a batir, veían con
buen acierto que el Libro Uno, era para las tres grandes ramas la base de la
que partía todo al mismo tiempo que todo remitía. No
vieron nunca con buenos ojos la llegada a los Santos Lugares de mesnadas en las
distintas cruzadas que solo buscaban poder y riquezas desestabilizando la zona
continuamente, gentes que no oyeron a sus hermanos que llevaban algunos,
residiendo y conviviendo desde la Primera Cruzada con las gentes nativas,
colaboradores necesarios para el equilibrio constante de la zona y que estos
recién llegados en las distintas etapas siempre ponían en peligro. La pérdida
definitiva de Tierra Santa para la causa cristiana tuvo más que ver con la
ayuda negativa de estas cruzadas que por la relación interna de los
establecidos.
Zaragoza a 6 de agosto de 2015
Delegado
Regional de la UNEE (Unión nacional de escritores españoles) para Zaragoza
Miembro de la Foundation for
Medieval Genealogy,
Universidad de Cambrigde
[1]El
vocablo puede tener un doble origen, bien una raíz latina que significa
«ladrón», bien una de origen céltico que significa «guerrero». Aunque en su
época se tendió a atribuir a este movimiento una mera finalidad de bandidaje,
algunos autores reconocieron su carácter de revolución social.
[2] Los
ortóquidas, una tribu pequeña turca asociada a los selyúcidas.
[3]Balduino de Bourcq o Balduino II de Jerusalén fue uno de
los líderes de la Primera Cruzada que llegó a ser Conde de Edesa y después el
segundo monarca y el segundo en usar el título de rey de Jerusalén. Era primo
de los anteriores reyes, Godofredo y Balduino I de Bouillón.
[4]En
1120 convocó el Concilio de Nablus junto al Rey Balduino II de Bourcq, rey de
Jerusalén. Era tío carnal de Godofredo y Hugo de Saint-Omer.
[5]
No fue un concilio de la iglesia en
todos los aspectos, pero no era del todo una reunión de la corte real, de
acuerdo con Hans Mayer, dado el carácter religioso de muchos de sus cánones,
puede ser considerado tanto un Parlamento que un Sínodo eclesiástico. El
acuerdo entre el patriarca y el rey fue similar al l del Concordato de Worms
dos años después.
[6]Se dirigían desde Jerusalén a las riberas del río Jordán.
Fueron asaltados y asesinados muchos de ellos, y el resto apresados y vendidos
como esclavos, hecho que causó profunda impresión entre todos los latinos del
reino de Jerusalén.
[7]
Read. Piers Paul. Os
templarios. Ríos de Janeiro. Ed. Imago 2001. Pag. 102
[8] Durand,
Julio César. Sobre los conceptos de
“policía”, “poder de policía” y “actividad de policía” (PDF). Comentario al dictamen de la Procuración del Tesoro de la
Nación del 13 de julio de 2004. Revista de Derecho Administrativo (REDA), N°
51, Lexis Nexis. Consultado el 22 de junio de 2011
[9]
Read. Piers Paul. Os templarios. Río de Janeiro. Ed. Imago 2001. Pag. 102
[10]
Se le denomina a la doctrina
filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la negación
de los placeres materiales o abstinencia
[11]Mayer, Hans Eberhard (octubre de 1982).
Concordato de Naplusa . Revista de Historia Eclesiástica 33 (4): 531-543.
[12]
Helen Nicholson. Los Templarios. Ed. Crítica. Barcelona, enero 2010,
Pág.41
[13]
Helen Nicholson. Los Templarios. Ed. Crítica. Barcelona,
enero 2010, Pág.48/49
[14]
Francisco de P. Mellado. Enciclopedia
moderna diccionario universal de la literatura, ciencias, artes, agricultura,
industria y comercio. Ed. Madrid, calle de Sta.
Teresa nº 8 y en Paris, Rue de Provence nº 12, año 1833. Tomo 26 pág. 824.
[15] Historia de Malta y el Gozo. Frederic Lacroix. Ed.
Imprenta Guardia Nacional. 1840. Barcelona. Pág. 65
[17]Demurger, Alain ( 2005) Les
Templiers, une chevalerie chrétienne au Moyen Âge
[18]http://www.osmtj.org/pdf/La%20Regla%20Primitiva%20de%20los%20Templarios.pdf
ha sufrido varias intervenciones lo que pone en duda la originalidad de su
transcripción.
[19]
No solo es gratuita esta afirmación sino que contradice a
cronistas contemporáneos, donde anuncian, no solo el carácter canónigo sino
también la regla adoptada, la Agustina, amén de la imposibilidad de
constituirse en Orden o congregación como reconocen sin la preceptiva regla, por
lo que no deben tenerse en consideración esas afirmaciones que generalmente son
producto de una falta de investigación exhaustiva sobre el tema.
[21]Encíclica Gaudium
et spes 79, 4.
[22]
Sabiendo que la violencia genera violencia,
el Papa busca que todos, especialmente los líderes del mundo: Presidentes,
mandatarios, primeros ministros, representantes de diferentes organizaciones y
agrupaciones digan NO A LA GUERRA, ¡NO! hasta
que se agoten todos los medios diplomáticos y pacíficos, atendiendo los
llamados a la paz, a la caridad, a la solidaridad, a la cooperación
internacional. http://encuentra.com/sin-categoria/juan_pablo_ii_y_la_guerra13352/
[23]
De la
loa a la nueva Milicia. De los soldados del Temple. Bernardo
de Claraval, obras de san Bernardo. BAC Madrid 1947 pag. 1427/1464 Cap. III. Es
un termino que introduce su autor para justificar la muerte de un infiel en la
batalla cuando no hay otros medios para impedir el mal que comete.
[24] Gerhard Winkler, Monacato y Órdenes
Religiosas. e) Los canónigos de san
Agustín
[25]
Se refiere a la valoración positiva de un hecho condenado por la
iglesia y no aceptado por los clérigos.
[26]
Helen Nicholson. Los Templarios. Ed. Crítica. Barcelona,
enero 2010, Pág.58/59
[27]
Manuscrito 39 del monasterio de san Millán de la Cogolla
[28]
Hay dos clases de profesión de votos, la simple o temporal (ad
terminum) y una profesión solemne o perpetua (la monacal)
[29] Su origen está en los capítulos catedralicios, llamados así por
el “canon” o regla por el que Santa Elena había organizado la subsistencia y
deberes de aquellos religiosos. los canónigos formaron comunidades viviendo juntos.
Mayoritariamente, siguieron la Regla de San Agustín. Fueron el origen de algunas órdenes monásticas,
que imitaron su manera de vivir.
[30] Existen multitud de carismas o
formas de vida religiosa dentro del catolicismo
[31]
Regla
de San Benito que se centró en el trabajo y oración dentro del monasterio,
generalmente a las comunidades que siguen esta se les llama de vida contemplativa
[33] Dom Columba
Marmion, Christ
the Ideal of the Monk, ch. VI.
[34] Las Congregaciones Religiosas sólo hacen votos simples
en vez de solemnes por lo que, estrictamente, no son Órdenes Religiosas. Sin
embargo, su forma de vida y apostolado no se diferencian en mucho. Las
congregaciones se rigen por unas normas o estatutos que reciben el nombre de constituciones. Las
constituciones son establecidas por el fundador de cada congregación y con el
pasar de los años se pueden reformar. Cada congregación tiene una actividad
específica que responde a su propio carisma.
[35]La idea estaba fijada ideológicamente por el agustinismo
político (Civitate Dei -426-), fue reformulada y perfilada a lo largo de la
Edad Media, sucesivamente por autores como Isidoro de Sevilla (630), la escuela
de Auxerre (Haimoón de Auxerre -865- en la abadía borgoñona en la que
trabajaban Erico de Auxerre y su discípulo Remigio de Auxerre, que seguían la tradición de Escolto
Eriúgena), Boecio (892), Wulfstan de York (1010), Gerardo de Cambrai (1024) o
Adalberón de Laon; y utilizada en textos
legislativos como la llamada Compilación de Huesca de los Fueros de Aragón
(Jaime I), y el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el sabio, 1265.
[36] Laurent, J.
(ed.) (1911) Cartulaires de l'abbaye de Molesme, Tome II (Paris), 19, p. 26.
[37] Leroy, Thierry P.F. Hugues de Payns La naissance des Templiers. The BookEdition, Paris, 2011
[38] Cheminon
Notre-Dame 1110, p. 42.
[39]
Este linaje está directamente emparentado con los descendientes de
Dagoberto último rey Merovingio y los pone en relación con la dinastía
jesuística o crística, protegida por el Priorato de Sion, del que dicen el
temple constituyó su brazo armado
[40] Foundation for Medieval Genealogy. Medieval lands. Central France, Comtes
de Blois, de Charles Cawley y otro
[41] San
Ivo de Chartres, nacido hacia
1040 y muerto alrededor del año 1116, es un santo francés. Ivo de Chartres es
uno de los personajes clave del conflicto que enfrentó al papado y al Sacro
Imperio, la Querella de las Investiduras. Sostuvo que las investiduras no eran
un sacramento, por lo que podían ser otorgadas por un laico.
[42]migne,
Patrología Latina, vol. 162, col. 251.
[43]Orderic Vitalis, Vol. VI, Book XII, p. 253.
[44] Les Seigneurs de Montagu I ES.III 660
[45]Chronica Albrici Monachi Trium
Fontium 1125, MGH SS XXIII, p. 826.
[46] Barber,
Malcolm, «The
origins of the order of Temple », en Studia Monastica,
12 (1970), pp. 219-240.
[47]“Sin
embargo, me veo obligado a admitir que me cuesta decidirme a ser privado, por
una orden secreta de Dios, de su amable presencia, y nunca se ve con quien
quería pasar mi vida derecho, si hubiera sido posible.”
[48] Muere el 14 de junio de 1126
[49] Jacobo de Vitry y Guillermo de Tiro
[50]Barber, Malcolm, «The origins of the order of Temple », en Studia Monastica,
12 (1970), pp. 219-240.
[54]Malcolm Barber, The New
Knighthood: A History of the Order of the Temple . Cambridge University Press, 1994. Sean Martin, The Knights
Templar: The History & Myths of the Legendary Military Order, 2005.
[57] The General Armory of
England, Scotland, Ireland and Wales,
de Sir Bernard Burke, Rey de Armas.
[58] Read Piers Paul, Los templarios (1999), p. 101
[62]Vide
genealogía.