Antes de iniciar una
excavación lo primero que hay que hacer para la E.M. (Edad Media) es un estudio
de las fuentes manuscritas, para ello hay que acudir a los archivos en sus
distintos ámbitos, eclesiásticos, nobleza, notariales jurídicos, etc. Se
requiere una labor de investigación previa, dada la dispersión de las fuentes
que se hallen relacionadas con lo que se pretende excavar, lo que nos facilita
un esquema de trabajo para realizar ese estudio. Lo más aproximado es señalar
la categoría de los textos donde suelen aparecer datos del lugar en función a
lo que se pretende excavar, hay que investigar en archivos distintos donde se
pueden hallar las informaciones que precisamos para la obtención de un dato
concreto, así si es eclesiástico hay que acudir a las Listas de Becerros
(Cartularios), el de Huesca se conoce como el Libro de la Cadena, Libros de
Censos, Privilegios, Derechos, Gastos, etc. Los archivos de los obispados,
parroquias, cofradías, las actas de bautismo no aparecen hasta fines de la E.M. anteriormente el
privilegio de la imposición de los sacramentos se hacía siempre en la catedral,
lo que conllevaba una serie de derechos de los que se obtenían pingües
beneficios. Con la creación de las parroquias se permitió a éstas la administración
de estos sacramentos y su percibo pecuniario.
En los urbanos son de
gran interés los archivos municipales, mapas, planos, entre otros, también se
puede acudir a las fuentes notariales que suelen ser muy tardías de mediados
del siglo XV. Para la excavación de edificios medievales los documentos suelen
ser más conocidos y suelen estar junto a
los libros de fábrica, uno de los más antiguos es el de la construcción de las
pirámides de Keops.
Hay otra serie de
documentación como son las que recogen las visitas reales, eclesiásticas y
señoriales, este era un impuesto que percibían los señores cuando no se llevaba
a cabo la visita. Otro similar es el de las cenas. En estas visitas se
aprovecha para la construcción y/o remodelación de edificios, caminos, puentes,
viaductos, etc. Es un tipo de documento que se suele encontrar en las
Chancillerías reales y en los archivos eclesiásticos. Cuando los monarcas van a
emprender un viaje se pone en conocimiento de todas aquellas poblaciones que se
hallan a su paso, el arqueólogo por esta circunstancia puede detectar la
reparación de vías, sedes, peticiones de los vasallos, quejas. Son importantes los Libros de Fogaje que se
generalizan a partir del siglo XIV, aunque este tipo de documentación hay que
tratarla con sumo cuidado dado el carácter fiscal de la misma.
Fuentes
escritas:
muchas de estas fuentes se han transcrito y hoy se hallan impresas, son
colecciones diplomáticas, actas de concilios, en general toda la documentación
de esta época, incluyendo ritos funerarios, liturgias, compras, ventas,
donaciones, permutas o herencias.
Otra fuente
es la Toponimia, la etimología ha dependido durante mucho tiempo de la fantasía, por
lo que, hay que poner atención en la investigación de la Toponimia basándose en
esa ductilidad etimológica, cuyos conceptos en ocasiones difieren de la
identificación original. El examen de los nombres de un lugar nos puede dar
idea de los pobladores, su origen geográfico, oficios, situación social,
etc. Los lugares donde se ubicaban los principales elementos del servicio común
(generalmente bajo la dominicatura señorial) horno, molino, forja, etc. El
propio nombre de la población nos está indicando su situación jurídica y social
Villanueva, Villafranca, Romanos, etc. Aunque en estos casos el arqueólogo
pondrá atención en el estudio de las estructuras arquitectónicas y documentales
evitando caer en el error de confundir una población ex novo del siglo XVIII
con una medieval o repoblación de cualquiera de ellas. Carlos III en ese siglo
creó nuevos asentamientos, que en ocasiones abarcaban a otros anteriores que se
hallaban incluidos dentro del término de una población hegemónica, dotando a
estos nuevos de órganos independientes con respectos a sus anteriores
tutelares. También la toponimia debe ser tenida en cuenta en las distintas
denominaciones de los accidentes geográficos, vías de comunicación,
asentamientos aislados como los más comunes.
Textos epigráficos: no existe ninguna obra
que recopile las inscripciones efectuadas entre los siglos V al XV, al
contrario que en el mundo clásico, donde existen tratados en los que se van
incluyendo nuevas inscripciones, a medida que van apareciendo al mismo tiempo que se transcriben en textos
impresos que facilitan la labor del investigador. En la época medieval se
carece de estos textos. Las inscripciones cristianas de la Era Romana y Visigoda
están publicadas por Vives, constituye una herramienta importante para la época
visigoda, pero no hay un estudio de los materiales de esta época. En la E.M.,
no existe la trianómina (nombres y dos apellidos) del tronco familiar, hermanos
de una misma casa en ocasiones toman apellidos distintos, esto es consecuencia
de la situación social del individuo, el primogénito hereda haciendas, títulos
y privilegios de la casa, el segundón es donado a un monasterio o al servicio
de un señor, es éste el que tomará ese nuevo apellido.
Las inscripciones
monumentales (funerarias, conmemorativas, laudatorias, etc.) suelen estar
fechadas e identificadas (emisor y receptor).
Es importante la
documentación epigráfica visigoda, de la que se encontraron 36 pizarras en
Salamanca que fueron transcritas por el profesor Sánchez Moreno, se trata de un
archivo sobre cuentas mercantiles y de administración de una gran propiedad. Un
dato muy importante a tener en cuenta es que la misma estratigrafía donde se
hallen estos textos, no sirven para datarlos. Los puntos de expresión entre
palabras nos pueden dar una cronología relativa. Hay 294 estelas epigráficas
hebraicas en España, también las hay islámicas, y nazaríes, estas suelen ser más
abundantes, son muy interesantes los signos que acompañan como son las marcas
de canteros, signos de separación, etc., aunque no aportan demasiados datos. La
interpretación de los signos es otro de los problemas. La época medieval es de
un profundo simbolismo, en los cuadernos hispanos de simbología o en recetas de
traza y maza, nos ponen en contacto con ellos. Riu dice que en muchas ocasiones
estas interpretaciones nos pueden llevar a un error. Pérez Rioja también tiene
unos trabajos sobre simbología.
La calendación es otra herramienta importante que el
arqueólogo debe conocer. En la E.M se utilizaron diversos sistemas de datación
de documentos (documentales y epigráficos) en función a la entidad que los
emitía; los eclesiásticos generalmente utilizaban los años del “reinado”
papal vigente, de tal manera que la denominación “Anno Pontificatus” era
usual refiriéndose a los años transcurridos desde la toma de posesión del
ocupante vigente de la Silla de Pedro, aunque también solían utilizar la
calendación civil. Los documentos jurídicos se databan en función al reinado y
la época. Se utilizaban distintas dataciones, desde la Era Hispánica (38 años
antes de la actual) estaba relacionada con el calendario Juliano, hasta el “Anno
Nativitate Domini”, pasando por el sistema florentino (más complejo) y el de
la muerte de Cristo (en Aragón perduró la Era Hispánica hasta bien entrado el
siglo XIV). Otra calendación utilizada en tierras hispanas era la musulmana, se
trata de un calendario lunar con sistemas de adaptación al cristiano un tanto
complicados, puesto que no se corresponden los meses ni los anuales ni la
composición diaria de los mismos, no obstante, existen tablas de adaptación
(ejem. El Capelli) que facilitan enormemente la labor del investigador.
Prospección aérea: es una técnica muy
novedosa nació con la I Guerra Mundial, se realiza desde un espacio elevado, la
primera vez que se empleó, se llevó a cabo en la ciudad romana de Ostia,
obtenida desde un globo aerostático en 1913. Es una herramienta que permite
percibir desde el aire lo que desde el suelo no se aprecia. Siguiendo las rutas
de las caravanas se han podido descubrir fuentes, alojamientos, caminos viejos,
etc., no revela el yacimiento por sí solo, sino que, con el fotógrafo y el
intérprete, distinguen lo actual de lo anterior, cursos de ríos, caminos
abandonados, estructuras arquitectónicas enterradas, etc., la fotografía puede
ser oblicua y vertical con predominio de la primera.
El estereoscopio[1]
es una herramienta muy útil que permite ver el terreno en tres dimensiones, el
gran avances que aporta es el espacio tan amplio que se puede llegar a
interpretar en un momento determinado, la fotografía en blanco y negro permite
un buen contraste donde se puede distinguir los vegetales de las rocas. La
fotografía por infrarrojos da unos colores de más o menos intensidad en función
a la humedad del terreno, también está la prospección térmica, la termo
luminiscencia, hay una variada gama. Se realizan sobre restos conocidos, su
ventaja es que el yacimiento no sufre nada, ofreciendo al arqueólogo datos
vitales para la excavación.
La excavación: la labor burocrática antes de la excavación
es fundamental, obtener los permisos pertinentes es muy importante. La
instalación del campamento, hay que tener en cuenta la naturaleza del lugar, la
duración de la excavación el personal que participará. En los días previos hay
que programar el lugar donde se
guardaran los utillajes que se emplean en la excavación y donde se va a
almacenar lo que se vaya obteniendo. La excavación se divide en dos partes, una
es la labor de campo y otra es la interpretación diaria de lo hallado, otro de
los problemas importantes es donde se depositan las tierras que se extraen, a
veces constituye un gran problema sobre todo si convertimos el resto del yacimiento
en escombreras de nuestra excavación lo que, llevará en un futuro próximo a
retirarla para poder continuar con la consiguiente pérdida de tiempo y del
escaso dinero.
También en vital
levantar una planimetría donde se puedan señalar los puntos de preparación y puntos de ejecución de la excavación. Tiene que
realizarse a escala mediante curvas de nivel. Tiene que marcar los desniveles
representando los accidentes geográficos. Hay que buscar un punto cero para las
cotas buscando la cota ideal, para ello se coge un punto de referencia que es
inmutable donde se efectuará una marca para saber que es el punto cero y con
referencia a él se establecen las cotas de nivel o depresión, este punto cero
sí que reflejara su verdadera altura con relación al nivel del mar.
La excavación hay que
efectuarla con el cuadriculado en el plano ideal, se realiza por medio de línea
perpendiculares al terreno con letras y números normalmente se suelen utilizar
clavos para su delimitación (dada la dificultad de aplicar la planimetría al
terreno) con una goma elástica, así se divide en cuadros el espacio, unas
líneas quedarán como ideales y otras serán recogidas a mediada que avanza la
excavación, estos cuadrados se ajustaran al espacio excavado (método de
Laplace) se procurará que el eje de ordenadas y accisas de esta cuadrícula
tenga una orientación determinada. Mortimer Weber propone no excavar en su
totalidad las cuadrículas, sino que se realizan alternancias entre unas filas y
otras, quedando éstas como caminos de acceso o para depositar los objetos
hallados. Si aparecen construcciones se puede ampliar la excavación, este es un
método cómodo, puesto que permite extender las retículas hacia los cuatro
puntos cardinales. El sistema de Laplace es la excavación total. El sistema
Lambert también utiliza las cuadrículas.
Excavación de los estratos: tienen por objeto
levantar la tierra acumulada hasta llegar al suelo original, para la obtención
de secuencias estratigráficas se suele empelar un tubo hueco metálico (mejor
transparente), que se introduce en la tierra a presión y se obtiene las
distintas estratigrafías, para ello se debe contar con que la tierra se
encuentre en un estado idóneo (movida, húmeda, etc.), es el método de
excavación clásico, no obstante presenta muchos problemas que se solventan a
media que se conoce y excava el terreno. El axioma en que se basa esta
excavación es que el terreno se ha podido formar por acciones naturales o
antrópicas. Los estratos se ordenan siempre de abajo hacia arriba por el paso
de los años, este es el estrato ideal, pero no siempre resulta así, cuando se
excava es difícil que se contemple ésta división por la propia configuración de
los edificios excavados, hay sistemas que se hacen con profundidad y por
extensión. Sobre las estratigrafías hay criterios de definición, los colores y
la granulosidad sirven de distinción de unos estratos a otros, la acción
antrópica también queda reflejada en ellos de tal manera que, aquella que haya
estado bajo la acción humana es distinta a la que se mantiene virgen. En
ocasiones se suelen utilizar útiles como el tensoplas (cinta elástica
adherente, utilizada en medicina) que se aplica al corte para obtener una
estratigrafía basándose en la coloración del estrato.
En el estrato de
ocupación se observa en diferentes indicios.
1º.- la dureza del suelo, está más apelmazado y
compacto, por la habitación continuada humana,
2º.- también es más oscuro, se suelen hallar
fragmentos de cerámicas restos de alimentos, etc.
3.- es muy usual el hallazgo de pozos ciegos de
salubridad, aunque también podían servir como alacenas u otros menesteres
(silos, depósitos de armas, herramientas.)
4º.- otro de los elementos que modifican el suelo, son los hogares que
arrojan estratos de cenizas, la cocina ocupaba poco espacio y era móvil,
también el endurecimiento del suelo por acción del aseo (barridos, humedecimiento
de la tierra.) Para señalar la estratigrafía lo ideal es contar con una tabla
de colores a su vez combinada con números y letras, al citar los colores hay que
citar la tabla en la que se basa la señalización de la estratigrafía. También
estos colores son útiles para la
descripción de cerámicas.
La inclusión: uno de los casos que se dan
son las inclusiones, consistentes éstas en cavidades en sentido perpendicular
al plano de la excavación. Son huecos en
los estratos en los que se han podido deslizar materiales pertenecientes a
capas superiores del terreno. Así, el
arqueólogo se podrá encontrar en la zona a estudiar con muros, postes,
cementerios, etc. Son numerosas las anomalías en la excavación, por lo que éste
debe estar atento y capacitado para poder responder a ellas adecuadamente.
Estas bolsas estratigráficas, se suelen dar en pozos naturales o artificiales
provocados por la acción antrópica, la animal o la geológica. Esta forma
anómala de estratigrafías, no debe ser confundida con la inversión de estratos
en la que un factor fundamental es la acción antrópica, no entendiéndose como
tal, la simple acumulación de estratos provenientes principalmente de arrastres
pluviales que conforman los aterrazamientos de las cuencas hidrológicas y/o
anegación de ollas naturales por los mismos efectos. La inclusión es
consubstancial a la excavación de fosos y el relleno de murallas como los más
importantes en los que, se refleja una clara inversión estratigráfica.
Utillajes
de la excavación: éste es de una gran variedad, hay toda una
gama desde el empleado por el peón al cirujano (piquetas, bisturí, pala,
carretilla, etc.) Todos ellos son útiles y responden a una función determinada,
dada la diversidad de materiales hallados no es posible hallar un solo utillaje
que se identifique plenamente con el arqueólogo, puesto que, se sirve de todas
las herramientas utilizadas para otros menesteres, tan genéricos como
específicos. En la excavación ideal, lo interesante sería contar con cada uno
de los profesionales que emplean preferentemente esas herramientas, ejerciendo
como colaboradores del arqueólogo.
Recogida y fichaje
de los objetos: todos los objetos extraídos en la
excavación han de ser recogidos y fichados, donde constará el lugar exacto de
su aparición, estrato al que pertenece y etiquetado con el nivel donde fue
hallado. Actualmente las siglas empeladas en las etiquetas son facilitadas por
la Comunidad Autónoma donde consta el nombre del yacimiento, suelen ser con
letras y números. Para el óptimo resultado de la excavación, es necesario
procurar no sacar ningún objeto de su contexto estratigráfico. Cada uno de
ellos hay que sacarlo en el momento en que se excava el nivel arqueológico en
que se encuentra. Una vez extraído, será de total importancia la realización in
situ de una ficha borrador que informe de los datos de dicho objeto y lo
identifique. Ésta será introducida en una bolsa de plástico junto con el objeto
u objetos a los que se refiere. En caso
de que el objeto sea frágil, será también introducido en una caja de material
plástico.
Conservación y consolidación en el lugar: será necesario tener a disposición los materiales requeridos para tratar
los objetos que sufren alguna degradación al ser extraídos de los estratos
arqueológicos. Tales aplicaciones sólo se llevarán a cabo en caso de urgencia.
Algunos objetos se deterioran al extraerlos del subsuelo porque en ese momento
se empiezan a someter a otro medio y presión.
Dibujo
en el campo de excavación: se realizan al mismo tiempo que la
excavación, los planos que tienen siempre que cumplir con unos elementos
generales para que sea valido, escala, profundidad y los datos convencionales
de orientación. Los perfiles se realizan en un papel milimetrado al que se
traslada la realidad de la excavación. Existen cuatro medios para representar
los niveles estratigráficos a medida que se realiza la excavación: el dibujo,
la fotografía, el modelado y la preservación de las muestras extraídas del
suelo. La plasmación de planos y perfiles será fundamental a la hora de
representar el estado en que se encuentra el terreno antes y después de la
operación de excavación arqueológica.
Fotografía en la excavación: para obtener una fotografía del yacimiento que sea publicable, es necesario para su realización un equipo profesional, que no deberá estar defectuoso, sino todo lo contrario, tendrá que cumplir unos niveles aceptables de calidad. La cámara debe colocarse en la vertical del punto a fotografiar y en un plano paralelo al del objeto. En cada una de las fotos que se tomen hay que poner un letrero que contenga la fecha, la escala, el nombre del yacimiento y la situación geográfica del lugar fotografiado. La foto se utiliza como material complementario al dibujo de planos y perfiles, no obstante en la actualidad algunos profesionales optan por las cámaras de video que amplían el horizonte visual y facilitan la labor en cuanto a escalas, espacio geográfico o descripción detallada de algún objeto concreto permitiendo una hipotética reconstrucción del yacimiento más pormenorizada y “viva” que la propia fotografía.
El modelado: es una técnica relativamente fácil, se trata de una estructura latente que ha desaparecido pero que, nos ha dejado en negativo su antiguo contenido y, se puede recuperar con la aplicación de materiales blandos como el yeso. Previa a esta operación es interesante cubrir las paredes del molde con una capa de aceite o grasa, en evitación de que el material empleado para recuperar el negativo del molde se adhiera a las paredes y mutile lo que se pretende obtener. En ocasiones es preferible a una foto o dibujo. Otro sistema para la realización del molde es aplicar tres capas de látex sobre la pieza, que previamente habrá sido convenientemente limpiada. Posteriormente, se cubre con fibra de vidrio, sobre la que se extenderá otra capa de látex. Mediante el vaciado, el molde dará una copia igual al original.
Diario de la excavación: conviene disponer de un cuaderno en el que poder escribir diariamente aspectos sobre el trabajo realizado, debe reseñar las personas que forman el equipo, también contiene el trabajo que se realiza y las cuadrículas que se pretenden excavar, señalando la hipótesis de trabajo. A continuación las variaciones, órdenes, incidencias, visitas, cuan mejor y más completo sea el diario, mejor resultado dará en la redacción de la publicación posterior de la excavación. Éste también recogerá otros datos complementarios, como opiniones del excavador, impresiones, etc. Por ello, es útil que tenga hojas cuadriculadas que, sirven de ayuda en caso de realizar dibujos o croquis. Hay quien prefiere grabar en el momento, estas ideas en un magnetófono, mientras otros excavadores las plasmarán con la ayuda de un secretario, en función al numero de áreas investigadas en ese momento, no obstante la redacción final del diario corresponde al director de la excavación. De ambas formas, queda para siempre en la memoria. Este cuaderno no es el registro de hallazgos, servirá también mientras se realice el trabajo de laboratorio.
De la excavación a
la historia: es el cúlmen de todo lo
realizado en la excavación, hay que empelar métodos de datación, análisis,
sistematización del proceso empleado y finalmente la publicación, donde se
expone el resultado final con la interpretación histórica de lo hallado. Uno de
los datos fundamentales es la cronología. Para ello se emplean los métodos de
datación, todos los objetos deben ser descritos en función a su época. La
datación relativa se lleva a cabo en el lugar de la excavación para ello los
estratos nos informan sobre la época en que se desarrolló esa cultura, la
dieta, el vestido el clima, etc. Son otros métodos relativos de cronología.
La cerámica
también ofrece una cronología basada en la tipología existente, aunque, para la
Edad Media, no existen unos arquetipos definidos en cuanto a sus decoraciones
dada la multiplicidad de sus ornamentos y su escaso espacio geográfico, con
fuertes influencias recibidas de la antigüedad. Por lo que respecta a sus
formas, son más estancas sobre todo, lo referente a la cerámica común o de
cocina, debiendo centrar en éste caso (el arqueólogo) su cronología más por la
composición de sus pastas y componentes desengrasantes que por su propio
estilo. También los metales empelados facilitan una cronología muy amplia en
cuanto a sus modelos, estos gozan de una vida más prolongada, sustituyen en la
vida agrícola a los tradicionales de madera endurecida al fuego (de tradición
romana) o, a los de utilización de elementos líticos. Otro elemento que nos
ofrece escasa cronología es la moneda (al contrario que en clasicismo) no es
apta para datar un yacimiento dada su prolongación en el tiempo y su escasa
relevancia en este periodo.
Existen otros métodos para la datación
absoluta que se emplean con asiduidad y ofrecen una cronología absoluta, tales
como la dendrocronología o el estudio de los anillos de los troncos de los
árboles que ofrecen incluso el estado climático del momento. El magnetismo
termoremanente que se utiliza para la cerámica, nos ofrece información sobre la
temperatura alcanzada por el horno de cocción, lugar de fabricación etc. El
radiocarbono, este presenta el inconveniente de que las piezas se han de
recoger inmediatamente y aislarlas en evitación de que las mismas se contaminen
y arrojen datos falsos sobre su datación, también, la pieza puede estar ya
contaminada antes de su extracción en función a su ubicación en el estrato y la
composición de éste. Los estudios polinológicos ofrecen a través del carbono 14
una datación absoluta, son elementos de gran fiabilidad, no obstante, es
esencial saber recoger las piezas.
La arqueología
analítica. No se suele emplear para la época medieval, sí
para la Pre., y la Protohistoria, sobre todo para la cerámica, constituye una
serie de etapas que puede ir analizando los distintos elementos de una cultura
social, para su análisis hay que facilitar una serie de muestras que permitan
la datación absoluta.
La publicación:
una vez obtenida toda la información a través de los procedimientos descritos,
se realiza la publicación, no debe ser una mera descripción del trabajo
arqueológico, sino que debe resultar un estudio integral que suponga un avance
en la exposición del devenir histórico del hombre a través de una época concreta
de la historia. Para ello constará de todo lo relativo a la cultura,
instituciones, pensamientos, relaciones sociales. Combinado con una perfecta
exposición literaria que despierte el interés en los sectores menos abocados a
su lectura y que constituya para los profesionales del medio una herramienta de
trabajo tan amena como científica, dotada de las aclaraciones pertinentes para
el personal neófito o casuales que, puedan utilizarlo para su estudio.
Villar
del Cobo a 16 de julio de 2014
[1] Es un aparato óptico por el
que, mirando con ambos ojos, se ven dos imágenes de un objeto, que por ser diferentes,
al fundirse en una, producen una sensación de relieve.
[1] Es un aparato óptico por el
que, mirando con ambos ojos, se ven dos imágenes de un objeto, que por ser diferentes,
al fundirse en una, producen una sensación de relieve.