Una vez más nos encontramos con un personaje muy
ilustre en su época, que pasados los años, ninguna institución de nuestro
querido Aragón, ha rescatado para que no pereciese en el olvido. Intentaré con
todo respeto volver a colocar a un aragonés insigne que llegó a ser ministro de
la corte de Fernando VII, un rey traidor como ninguno, al que sirvió en unos
tiempos muy difíciles, donde ejercer el poder a la vez que la paz, era muy complicado.
Francisco
Tadeo Calomarde de Retascón Y Arriá, Nace en Villel en plena Sierra de
Albarracín, hijo de labradores tan humildes,
como honrados. Hasta los quince años ayudó en las duras tareas del campo, pero
dada su precoz inteligencia, los maestros de la zona aconsejaron a su padre que
le diese estudios, estos hicieron un gran esfuerzo y lo mandaron a Zaragoza a
estudiar Filosofía y Leyes.
Tenía una
enorme capacidad de comunicación, afabilidad y simpatía, lo que contribuía a
ganarse fácilmente el cariño de muchos. Encontró trabajo solamente por la
comida, en la casa de una familia acomodada, que le tomó cariño y le sirvió de
enlace para consolidar su trayectoria.
A pesar de
poseer gran inteligencia, fue estudiante regular, puesto que la ciudad tenía
para él muchos atractivos que distraían sus pensamientos del estudio. Empero,
consiguió titularse en abogacía.
Escribía
discursos e informes, para aportar ideas sobre todo en temas de economía y
agricultura, llegando a presentarlos en las Reales Sociedades Económicas del País.
Preparó un trabajo titulado, Discurso Económico-Político que trataba de la cantidad de trigo que se ha
recogido en aquel último quinquenio en Aragón, también escribió Historia Política de Aragón.
Viendo que
medraba con rapidez, marchó a Madrid con una carta de recomendación para D.
Antonio Beltrán, médico del Príncipe. Este al ver las credenciales que presentaba,
lo alojó en su casa y lo propuso para una plaza en la secretaria de Gracia y
Justicia de Indias.
Calomarde,
hizo la corte a la hija de su benefactor, llegándose a prometer con ella,
cuando empezó a salir por el Madrid de la corte y tratar con mujeres bellas y
bien dispuestas, atrasó el enlace de bodas con Juana Beltrán, que no tenía ni
gozaba de las excelencias femeninas que, el de Villel estaba conociendo en la Corte.
Su futuro suegro se quejó a Godoy y éste le recriminó, recordándole que el
puesto que había conseguido, se llegaba a él después de muchos años de espera o
por un gran favor, así que le dio a elegir entre la cárcel o la boda. Se casó
en enero de 1808.
En
marzo, cuando estalla el motín de Aranjuez, y la política de poder cambia rotundamente,
rompe su forzado matrimonio. Juana estaba enamorada de él, por lo que acepta
seguir teniendo una relación de amistad, aunque ella se marcha a vivir a
Zaragoza. Cuentan los amigos de ambos, que Calomarde cuando viajaba a la capital del Ebro, siempre se
quedaba en casa de Juana. Cuando esta falleció, al cabo de muchos años, le deja
todo cuánto tenía, aunque, el de Villel, estaba en pleno apogeo de poder.
En las
Cortes de Cádiz, mostró su rechazo a los liberales. Intentó ser diputado por
Aragón sin conseguirlo. Cada vez más ultraabolutista, llegó a ser Fiscal del
Tribunal Especial de las Órdenes. Poco a poco fue escalando puestos de poder. Estaba
encargado por la corona de informar sobre los políticos, sobretodo, de los liberales.
Era el Subsecretario de Gracia y Justicia. Pero con la llegada del Trienio Liberal,
su poder se eclipsa. El Rey tuvo que jurar la Constitución y Calomarde es
objeto del odio de los liberales. Lo confinaron a Pamplona, pero huyó a Madrid,
donde tuvo que estar escondido hasta de sus amigos.
Cuando los
Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la Liga Monárquica europea, restaura el
absolutismo, el propio Duque de Angulema que los manda, le nombra Secretario de
la Regencia y Ministro de Gracia y Justicia. Parece ser que a Fernando VII, no
le gustó el nombramiento, pues el de Villel, lo dominaba con sus
informaciones político-policiales.
Por
entonces había dos partidos enfrentados, que se disputaban el favor del monarca,
uno moderado que lo encabezaba Francisco Cea Bermúdez, y otro ultraconservador
que lo dirigía, el propio Calomarde. Encargado de las reformas educativas,
anula los grados universitarios, establece censura en libros de centros laicos y religiosos,
controla la ideología de los docentes, orienta los planes de estudios hacia la
Teología y el Derecho y en su tenaz tradicionalismo, crea escuelas de
tauromaquia y las enseñanzas primarias las basa en la religión católica, la lectura,
escritura, las reglas aritméticas y reglas de ortografía. Aboga por la
abolición del castigo físico. Se desenvolvía perfectamente con todo el mundo,
con Fernando VII o con el Boticario Mayor.
Decía
Benito Pérez Galdós, en Los Cien Mil
Hijos De San Luis, de su obra “Los Episodios Nacionales” que era de la mejor
pasta servil que se podía conocer por aquellos tiempos. Tenía fama de ser muy
adulador y se casó con la muchacha más fea del reino. Era inteligentísimo, un
maestro en el arte de tratar a las personas y de sacar partido de todo. Hombre más
bien agraciado y de exquisita educación de donde obtenía sus preeminencias, aunque
esta última característica era más estudiada que congénita. Nunca perdió esa
patina de hombre de campo, de la que tanto presumía y no por humildad.
Tenía
ramificaciones policiales por todo el país. En 1827, sofoca la revuelta
catalana de los Agraviados. Sus métodos para conservar la paz, eran
inquisitoriales
En el
conflicto sucesorio entre el Infante Carlos y su sobrina Doña Isabel, Calomarde
se pone de lado del Infante, al ser un partidario acérrimo de la Ley Sálica.
Conspiró activamente y consiguió que el Rey, gravemente enfermo, firmase un
Decreto en el que volvía nuevamente a la Ley Sálica. Por ello la Infanta Luisa Carlota,
lo abofeteó públicamente delante de toda la Corte, a lo que Calomarde respondió
muy tranquilamente… manos blancas no ofenden.
Cuando el
Rey mejoró, el nuevo gobierno dirigido por Cea Bermúdez, recuperó y actualizó
la Pragmática de 1789, declarando nulo el anterior testamento y anunciando como
heredera legítima a Isabel II.
Fue
desterrado de la Corte, a sus posesiones de Teruel, al perder influencias con
su obstinada obsesión, en contra de la derogación de la ley Sálica y la presión
que ejerció en el monarca enfermo para conseguirlo. Se marchó a Olba (Teruel) y de allí a Hijar,
hasta el 12 de noviembre de 1832, que sale hacia Francia disfrazado de monje
Bernardino, eludiendo al orden de detención que partía de gobierno que
pretendía juzgar sus hechos. Intentó llegar a Roma, para ser nombrado cardenal,
pero no tuvo éxito.
Se dice que
en sus últimos años, se dedicó a dar cobijo a los refugiados, de cualquier
color político, especialmente aragoneses. Se instaló en Toulouse con escasos medios
económicos, a su muerte, el gobierno francés, le rindió los máximos honores en
su funeral. Su cuerpo reposa en Olba, población a la que donó unas escuelas.
Fue
Académico de Honor de la zaragozana Real
Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Recibió el Toisón de Oro
en 1829, la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y la Legión de Honor. Estaba ennoblecido
como Duque de Santa Isabel y Dos Sicilias. Fue el autor de Plan General de Estudios.
Sobre la
mala fama de este personaje y su labor política, D. Jacinto Benavente, acuñó una frase para
exagerar la mala política que en 1936 llevaba a cabo Santiago Casares Quiroga ”El
peor gobierno desde Calomarde “.
Zaragoza a
27 de junio de 2014
La
Vicepresidenta