jueves, 26 de junio de 2014

FRANCISCO TADEO CALOMARDE DE RESTASCÓN Y ARRIA

Una vez más nos encontramos con un personaje muy ilustre en su época, que pasados los años, ninguna institución de nuestro querido Aragón, ha rescatado para que no pereciese en el olvido. Intentaré con todo respeto volver a colocar a un aragonés insigne que llegó a ser ministro de la corte de Fernando VII, un rey traidor como ninguno, al que sirvió en unos tiempos muy difíciles, donde ejercer el poder a la vez que la paz, era muy complicado.


Francisco Tadeo Calomarde de Retascón Y Arriá, Nace en Villel en plena Sierra de Albarracín, hijo de labradores  tan humildes, como honrados. Hasta los quince años ayudó en las duras tareas del campo, pero dada su precoz inteligencia, los maestros de la zona aconsejaron a su padre que le diese estudios, estos hicieron un gran esfuerzo y lo mandaron a Zaragoza a estudiar Filosofía y Leyes.

Tenía una enorme capacidad de comunicación, afabilidad y simpatía, lo que contribuía a ganarse fácilmente el cariño de muchos. Encontró trabajo solamente por la comida, en la casa de una familia acomodada, que le tomó cariño y le sirvió de enlace para consolidar su trayectoria.

A pesar de poseer gran inteligencia, fue estudiante regular, puesto que la ciudad tenía para él muchos atractivos que distraían sus pensamientos del estudio. Empero, consiguió titularse en abogacía.

Escribía discursos e informes, para aportar ideas sobre todo en temas de economía y agricultura, llegando a presentarlos en las Reales Sociedades Económicas del País. Preparó un trabajo titulado, Discurso Económico-Político  que trataba de la cantidad de trigo que se ha recogido en aquel último quinquenio en Aragón,  también escribió Historia Política de Aragón.

Viendo que medraba con rapidez, marchó a Madrid con una carta de recomendación para D. Antonio Beltrán, médico del Príncipe. Este al ver las credenciales que presentaba, lo alojó en su casa y lo propuso para una plaza en la secretaria de Gracia y Justicia de Indias.

Calomarde, hizo la corte a la hija de su benefactor, llegándose a prometer con ella, cuando empezó a salir por el Madrid de la corte y tratar con mujeres bellas y bien dispuestas, atrasó el enlace de bodas con Juana Beltrán, que no tenía ni gozaba de las excelencias femeninas que, el de Villel estaba conociendo en la Corte. Su futuro suegro se quejó a Godoy y éste le recriminó, recordándole que el puesto que había conseguido, se llegaba a él después de muchos años de espera o por un gran favor, así que le dio a elegir entre la cárcel o la boda. Se casó en enero de 1808.

En marzo, cuando estalla el motín de Aranjuez, y la política de poder cambia rotundamente, rompe su forzado matrimonio. Juana estaba enamorada de él, por lo que acepta seguir teniendo una relación de amistad, aunque ella se marcha a vivir a Zaragoza. Cuentan los amigos de ambos, que Calomarde cuando  viajaba a la capital del Ebro, siempre se quedaba en casa de Juana. Cuando esta falleció, al cabo de muchos años, le deja todo cuánto tenía, aunque, el de Villel, estaba en pleno apogeo de poder.

El gobierno entero cayó, pero Calomarde continuó en España, oponiéndose abiertamente a los franceses. Era un firme defensor de las tradiciones conservadoras y absolutistas del poder.



En las Cortes de Cádiz, mostró su rechazo a los liberales. Intentó ser diputado por Aragón sin conseguirlo. Cada vez más ultraabolutista, llegó a ser Fiscal del Tribunal Especial de las Órdenes. Poco a poco fue escalando puestos de poder. Estaba encargado por la corona de informar sobre los políticos, sobretodo, de los liberales. Era el Subsecretario de Gracia y Justicia. Pero con la llegada del Trienio Liberal, su poder se eclipsa. El Rey tuvo que jurar la Constitución y Calomarde es objeto del odio de los liberales. Lo confinaron a Pamplona, pero huyó a Madrid, donde tuvo que estar escondido hasta de sus amigos.

Cuando los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la Liga Monárquica europea, restaura el absolutismo, el propio Duque de Angulema que los manda, le nombra Secretario de la Regencia y Ministro de Gracia y Justicia. Parece ser que a Fernando VII, no le gustó el nombramiento, pues el de Villel, lo dominaba con sus informaciones  político-policiales.

Por entonces había dos partidos enfrentados, que se disputaban el favor del monarca, uno moderado que lo encabezaba Francisco Cea Bermúdez, y otro ultraconservador que lo dirigía, el propio Calomarde. Encargado de las reformas educativas, anula los grados universitarios, establece censura en  libros de centros laicos y religiosos, controla la ideología de los docentes, orienta los planes de estudios hacia la Teología y el Derecho y en su tenaz tradicionalismo, crea escuelas de tauromaquia y las enseñanzas primarias las basa en la religión católica, la lectura, escritura, las reglas aritméticas y reglas de ortografía. Aboga por la abolición del castigo físico. Se desenvolvía perfectamente con todo el mundo, con Fernando VII o  con el Boticario Mayor.

Decía Benito Pérez Galdós,  en Los Cien Mil Hijos De San Luis, de su obra “Los Episodios Nacionales” que era de la mejor pasta servil que se podía conocer por aquellos tiempos. Tenía fama de ser muy adulador y se casó con la muchacha más fea del reino. Era inteligentísimo, un maestro en el arte de tratar a las personas y de sacar partido de todo. Hombre más bien agraciado y de exquisita educación de donde obtenía sus preeminencias, aunque esta última característica era más estudiada que congénita. Nunca perdió esa patina de hombre de campo, de la que tanto presumía y no por humildad.

Tenía ramificaciones policiales por todo el país. En 1827, sofoca la revuelta catalana de los Agraviados. Sus métodos para conservar la paz, eran inquisitoriales

En el conflicto sucesorio entre el Infante Carlos y su sobrina Doña Isabel, Calomarde se pone de lado del Infante, al ser un partidario acérrimo de la Ley Sálica. Conspiró activamente y consiguió que el Rey, gravemente enfermo, firmase un Decreto en el que volvía nuevamente a la Ley Sálica. Por ello la Infanta Luisa Carlota, lo abofeteó públicamente delante de toda la Corte, a lo que Calomarde respondió muy tranquilamente… manos blancas no ofenden.

Cuando el Rey mejoró, el nuevo gobierno dirigido por Cea Bermúdez, recuperó y actualizó la Pragmática de 1789, declarando nulo el anterior testamento y anunciando como heredera legítima a Isabel II.

Fue desterrado de la Corte, a sus posesiones de Teruel, al perder influencias con su obstinada obsesión, en contra de la derogación de la ley Sálica y la presión que ejerció en el monarca enfermo para conseguirlo.  Se marchó a Olba (Teruel) y de allí a Hijar, hasta el 12 de noviembre de 1832, que sale hacia Francia disfrazado de monje Bernardino, eludiendo al orden de detención que partía de gobierno que pretendía juzgar sus hechos. Intentó llegar a Roma, para ser nombrado cardenal, pero no tuvo éxito.

Se dice que en sus últimos años, se dedicó a dar cobijo a los refugiados, de cualquier color político, especialmente aragoneses. Se instaló en Toulouse con escasos medios económicos, a su muerte, el gobierno francés, le rindió los máximos honores en su funeral. Su cuerpo reposa en Olba, población a la que donó unas escuelas.




Los pequeños pueblos de Peñascales y Vallehondillo, unidos hoy, toman el nombre de Calomarde, en honor de este turolense, del cercano pueblo de Villel.
Fue Académico de Honor de la zaragozana Real  Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. Recibió el Toisón de Oro en 1829, la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y la Legión de Honor. Estaba ennoblecido como Duque de Santa Isabel y Dos Sicilias. Fue el autor de Plan General de Estudios.

Sobre la mala fama de este personaje y su labor política, D. Jacinto Benavente, acuñó una frase para exagerar la mala política que en 1936 llevaba a cabo Santiago Casares Quiroga ”El peor gobierno desde Calomarde “.

Zaragoza a 27 de junio de 2014

La Vicepresidenta