martes, 19 de agosto de 2014

ESTUDIO SOBRE EL PROBLEMA DE LA ARQUEOLOGÍA COMO CIENCIA Y NO COMO TÉCNICA AUXILIAR DE LA HISTORIA

las excavaciones de Alcubierre en Pompeya


PERSONALIDAD PROPIA DE LA ARQUEOLOGÍA, CRITERIOS ENFRENTADOS

PUNTO 1º

El ejercicio profesional de la Arqueología en España, se ve mermado al no existir una titulación específica universitaria que garantice la normalización de las profesiones y la constitución de un Colegio de Arqueólogos oficial que evite el intrusismo, (en la actualidad se imparten clases, pero no pasan de ahí sin un reconocimiento propio a nivel académico). En estos últimos años se perdió una buena oportunidad para introducir una  titulación específica de Arqueología en la Facultades de Historia, con al publicación de la Ley de Patrimonio Histórico 16/1.985 y las transferencias en materia de cultura a las CC.AA., que no contemplaron esta acuciante necesidad.

En la actualidad algunos profesores universitarios está ajustando su investigación a las políticas arqueológicas autonómicas, asumiendo los problemas de restauración, conservación y divulgación, esta cooperación es muy positiva y está llamada a ampliarse en el futuro, atrás queda, afortunadamente el pensamiento de que le resultado de esas investigaciones estuviesen destinados exclusivamente al uso académico, infravalorando cualquier otro tipo de divulgación.

Otro sector mostró su preocupación por la inexistencia de esos colegios profesionales por lo que fundaron asociaciones de tipo profesional como A.P.A.E, en 1.984, hasta un total de 35 (10 de ellas de ámbito nacional), algunas han logrado crear Museos, bibliotecas y editar una revista periódica. Al carecer de una legislación específica quedaron inscritos como asociaciones culturales, en cuyo vasto campo existen otras análogas decididamente extracientíficas y que merman la credibilidad del resto. Además sus funciones van encaminadas a una regulación laboral y salarial, aprobación de un código ético y una titulación específica, asunción de las competencias propias en los organismos encargados del Patrimonio Histórico, declarándose portavoces oficiales de todo lo referido a esta ciencia.

Estas asociaciones han sacado a la luz una serie de problemas que afectan a la Arqueología como es la carencia de titulación, ausencia de criterios que favorecen la competencia desleal (en ocasiones protagonizadas por la Universidad) falta de unos planes de estudios adecuados a la nueva realidad, ausencia de un tratamiento integral del hecho arqueológico y una falta de control en la calidad de los mismos.

Al igual que otra disciplinas la Arqueología no es una actividad totalmente libre aunque ésta se halla más coartada en tanto en cuanto depende del permiso de excavación que otorga la Administración, tanto a nivel oficial como particular, ya sea para realizar sondeos por construcciones de obras, elaboración de cartas arqueológicas, informes, peritaciones, etc.

Por otra parte la iniciativa del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social que para combatir el desempleo juvenil crea las Escuelas-Talleres, donde se abordan trabajos arqueológicos de excavación, recuperación y conservación de un B.I.C., o un yacimiento arqueológico, ha dado salida laboral a numerosos licenciados; bien como profesores, bien como técnicos arqueólogos de las excavaciones. La actividad profesional libre, denominada “arqueología de intervención o de gestión” se valora muy positivamente, además de crear afortunadamente una bolsa de trabajo cada vez mayor; está sirviendo para acercar la Arqueología al común de los ciudadanos que empiezan a preocuparse por su Patrimonio y a presionar a la Administración para su defensa, custodia, estudio y conservación del mismo. Ello se traduce en el aumento de la riqueza patrimonial de unos años (escasos) a esta parte, la concienciazión popular de la importancia de las “viejas piedras” implican a todos en una tácita custodia, aumentado las denuncias ante los poderes públicos, contra cualquier transgresión de las que sean objeto.


2º PUNTO
Plantean la problemática desde dos puntos de vista: por un lado un análisis de los diferentes planteamientos teóricos y su incidencia, de otro una valoración crítica actual de nuestro país que atañe a infraestructuras, recursos, etc.

No debe confundirse Arqueología con Prehistoria, ya que la primera abarca espacios absolutos de la Historia, mientras que la segunda se centra en un periodo concreto de la misma, aunque incida más en las primeras edades. Esta especialidad infravalorada hasta el extremo de que carece de los más esencial para su buen desarrollo, como una financiación adecuada que abarque docencia e investigación, se traduce en unas continuas carencias que se vienen arrastrando desde antiguo, e impide a los profesionales españoles, un autónomo e imparcial desenvolvimiento en cuanto a la investigación se refiere, quedando sujetos a financiaciones públicas externas a la Universidad (léase aquí C.S.I.C), que por regla general se hallan en manos inadecuadas o poco sensibles a la investigación arqueológica.

La carencia de un cuadro de profesores adecuados con sus auxiliares correspondientes para las clases prácticas, así como la contínua falta de recursos mínimos para atender a las necesidades de la docencia en relación con la formación del alumnado, unido a una falta absoluta en la infraestructura, laboratorios, bibliotecas específicas, diversificación de competencias de la administración, etc., nos sitúa con respecto a nuestros vecinos europeos en el vagón de cola de esta ciencia. De poco sirve la preparación teórica de nuestros licenciados, merced al contínuo desvelo del profesorado, si nuestra dependencia analítica del exterior es total. Si la financiación de la investigación está basada en planteamientos políticos dependientes de organismos diversos (CC.AA., Diputaciones, Ayuntamientos, etc.) cuyos intereses en la mayoría de los casos no coinciden con los de los investigadores; intereses no científicos que merman el libre desarrollo de la ciencia.

Por otra parte, su degradación parece consolidarse cada vez más, en virtud a las reordenaciones de la administración pública con escasos presupuestos para la investigación que acaban siendo incluidos en capítulos tan peregrinos como: certámenes y competiciones deportivas, festejos diversos, etc.

El trabajo de campo es absolutamente imprescindible para el futuro arqueólogo sin cuya realización, su formación estaría incompleta. El reforzamiento de la presencia internacional facilitando becas y ayudas a profesores y licenciados, de manera que, se hallen al corriente de las últimas novedades, o realizar excavaciones tendentes a una mayor ampliación de nuestro exiguo grupo en el extranjero, la creación de un cuerpo de arqueólogos específico e independiente de los diferentes organismos públicos o privados con dotaciones presupuestarias suficientes. una mayor relación interdisciplinar de las mal llamadas ciencias auxiliares, y una total y absoluta independencia en el desarrollo de esta importantísima ciencia, unido a una mayor y mejor calidad en la docencia dará  a la Arqueología la personalidad propia y necesaria que justamente reclama.

ANALOGIAS Y DIFERENCIAS

El primer artículo los problemas que plantea son de tipo jurídico-administrativo, haciendo una leve referencia a los estructurales que son la base del desarrollo del segundo artículo. Abogan por una independencia tutelar de la Administración, incidiendo en el incremento de las relaciones con las nuevas realidades políticas, a partir de las transferencias que en materia de cultura se han llevado a cabo. Por contra la opinión de los segundos centran sus críticas entre otras, en esas transferencias culturales que han perjudicado a la profesión.

Estos defienden una investigación a través de la Universidad (C.S.I.C), de ámbito nacional centralizado, con unos suficientes presupuestos que les permita una investigación independiente de otros intereses, a veces perjudiciales para la profesión.

Los primeros abogan por una arqueología de intervención o gestión, empresas privadas que ofrecen un mayor abanico de probabilidades para absorber a los licenciados que anualmente obtienen su título de historiadores, por otra parte hacen más accesibles los descubrimientos al resto de los ciudadanos, para que a través de ellos valoren más su Patrimonio y por ende se conviertan en guardianes permanentes de su custodia.

Los segundos parecen centrase más en un postulado más arcaico con respecto a esta importante innovación, apenas hace mención en su artículo a la difusión de los hallazgos fuera del ámbito académico o profesional, critican que algunos arqueólogos hayan protagonizado una adhesión  a las nuevas corrientes innovadoras apoyándose en datos escasos o poco significativos, rompiendo con la tradición arqueológica positivista que ha dominado este campo, hasta la llegada  de esta renovación de corte anglosajón.

 Para los de otros es un grave problema la falta de una titulación específica y un Colegio profesional que combata el intrusismo profesional, para los segundos se trata de una circunstancia secundaria, dándole más prioridad al reconocimiento de un cuerpo exclusivo de arqueólogos de ámbito nacional, aunque terminan siendo discutibles, pues no solo asumen aquellas responsabilidades, sino que terminan elaborando planes sistemáticos de investigación para lo que no están capacitados.

Coinciden, sin embargo, en la precariedad presupuestaria en la que deben desenvolverse, también coinciden en criticar la falta de laboratorios, bibliotecas específicas y de una docencia con suficientes medios para desempeñar su labor ; en la inmensa mayoría de los casos estos profesores se ven desbordados ante lo que quieren hacer y, lo que pueden, o le dejan (presupuestos) hacer, con el lógico sentimiento de frustración (en no pocos casos) al toparse con estas carencias. Otra causa de aproximación, es la solicitud de independencia total de la profesión con respecto a la tutela de las administraciones.

Las diferencias que existen entre ambas posturas, entre otras causas, está en el intervalo de tiempo, así, mientras el primer artículo está editado en Octubre de 1993, recogiendo las nuevas corrientes, políticas, económicas y académicas; el segundo es de fecha anterior, su edición en Julio de 1988; este lapsus de 5 años, apenas perceptible en el tiempo, no lo ha sido así en cuanto a los avances tecnológicos que permiten su aplicación en el desarrollo de esta ciencia, amén de los nuevos descubrimientos que contribuyen a la ampliación de conocimientos de la ciencia arqueológica que hoy se apoya en otras que se articulan para dar una forma coherente a esas piezas sueltas, aparentemente sin sentido, pero que unidas forman parte de un todo.

Para el primer artículo la Arqueología es una ciencia social, que se ocupa del estudio del ser humano y su devenir a través de los siglos, a partir de los restos materiales encontrados de su actividad social, utilizando para ello la excavación, prospección, y peritaje, salvaguardando los terrenos suceptibles o evidenciales de yacimientos, amenazados de destrucción, para ello son partidarios de la arqueología de intervención o de gestión, entre otras razones; sus objetivos son la recuperación del P.H., y medioambiental, el estudio, conservación, rehabilitación, exposición y divulgación de inmuebles o materiales hallados, apoyándose en ciencias afines que complementan a la específica arqueológica.

Para el segundo grupo hace una clara diferencia entre Prehistoria y Arqueología, esta, dicen, es de carácter patrimonial que excava, conserva y enseña, debería de tener un carácter de enseñanza experimental en la Universidad, apunta la posibilidad de incorporar a su metodología estudios analíticos y aplicaciones tecnológicas novedosas, la delimitación clara de las funciones de prehistoriador como docentes o investigadores y no al servicio de organismos administrativos encargados de salvaguardar el P.H.E., es una de sus recomendaciones.

Zaragoza a 19 de agosto de 2014
José María Fernández Núñez

Historiador

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