lunes, 10 de agosto de 2015


A MODO DE PRÓLOGO
El adjunto artículo se halla protegido por copyright y solo está autorizado su uso con el expreso permiso de su autor que lo otorgará por escrito aquél que lo solicite.
Corresponde con la ponencia que ofrecí el pasado día 14 de diciembre de 2013, durante las Jornadas Templarias de Andalucía, convocadas por la A.I.T., (Asociación Internacional Templaria), en la siempre bella ciudad de Sevilla. He querido compartirla íntegramente a tenor de las varias solicitudes de los oyentes, algunos muy interesados, por lo que de “novedosa” al parecer tiene. Naturalmente este trabajo es un resumen del capítulo IV del libro de igual título que está en fase de elaboración y del que espero no tardar en ofrecerlo al público. Estas 33 páginas corresponden en su extracto, al desarrollado en otras tantas alrededor de 136/40. Por lo que advierto al lector que posiblemente encuentre una información concreta se halle sesgada; ello es causado por el propio desarrollo de la ponencia, en la que se enlazaba usando la memoria del autor, también justificada por el uso comprimido de sus definiciones, obligada para poder ser transmitida a la audiencia  en un periodo relativamente corto que, a pesar de la buena disposición y colaboración de los organizadores no se pudo ofrecer en su totalidad, quedando obligatoriamente los interesados a esperar su publicación. Empero, en ella se ofrecen en algunas ocasiones y a modo de titulares conceptos y débiles desarrollos, sobre la investigación que estoy llevando a cabo.
Uno de ellos es la reordenación conceptual de términos que por su asiduidad se hacen legítimos como es el de PEREGRINO. Este término (del lat. peregrīnus) se refiere en su significado más clásico al viajero que, por devoción o por voto, visita un santuario o algún lugar considerado sagrado. En su acepción más general es todo aquel que anda por tierras extrañas. En sentido estricto, para el español de religión católica, peregrino es aquél que se dirige a la Catedral de Santiago de Compostela a visitar la tumba del apóstol. Así, por el destino de su peregrinación, se lo diferencia de los caminantes que se dirigen a otros sitios de honda significación espiritual en el catolicismo: el Romero, que lo hace a Roma, donde mora el papa, considerado sucesor de san Pedro y el Palmero, que se encamina a Jerusalén y en general a los Santos Lugares .
En el catolicismo de la Edad Media se distinguían tres clases de peregrinos:
  1. Romeros aquellos que iban a Roma.
  2. Palmeros, aquellos que iban a Jerusalén.
  3. Peregrinos propiamente dichos, aquellos que iban a Santiago de Compostela. 
En general, implicaba una referencia a alguna forma de:
  • penitencia autoimpuesta o impuesta sacramentalmente.
  • ampliación de una promesa.
  • penitencia o promesa en nombre de otra persona impedida por alguna razón de realizar la peregrinación.
EL DRAE dentro de su magnánima ignorancia, los distingue en función a su vestimenta, dato a no tener en cuenta; lo que nos indica el grado de sublimación y desconocimiento que entre otras definiciones, también en esta hace gala.
 Dando las gracias anticipadas por la compresión y paciencia de los que esperan estas noticias, paso a continuación a exponerlas tal cual se ofreció (no toda) en Sevilla en la fecha, ut supra.

Delegado Regional de la UNEE (Unión nacional de escritores de España) para Zaragoza
Miembro de la Foundation for Medieval Genealogy.
Universidad de Cambrigde”




SEPARATA DE LA OBRA APROXIMACIÓN AL ORIGEN DEL TEMPLO. EL PRIMER TEMPLARIO.
CAUSAS, CUANDO SE CREÓ, COMO SE CREO, QUIEN LA CREO
CAUSAS iniciales a modo de preámbulo y de una forma somera diremos que

Tras la conquista de Jerusalén, el descontento está muy generalizado, muchos de los combatientes vieron desesperados como sus sueños se esfumaban, como se convertían en polvo del camino que con una suave brisa desparecía del lugar. Se hallaban por las calles de Jerusalén, carecían de todo, absolutamente de todo. Algunos habían perdido el patronazgo, se percataron de que su necesidad siempre iba ligada a la contribución de la preeminencia personal de un determinado caudillo…luego volvían a ser olvidados, eran instrumentos necesarios para momentos críticos, pasando rápidamente a la indiferencia. Allá donde les prometieron quizás un cambio social dentro de la nueva colectividad, solo vieron una continuación del lugar de procedencia. Otros señores distintos, segundones allí y titulares aquí, ejercían algunos, una tiranía sin precedentes, sin que nadie velara por ellos, recreándose la misma situación social de procedencia. Sus sueños se esfumaron. Se repetía el caso de los turcomanos que llevó a la inestabilidad de la zona. Observan como la cruz del pecho que los hermanaba a todos en tiempos no tan lejanos, en muchas ocasiones no se tenía en cuenta. Veían como los familiares y los amigos de los amigos, iban ocupando puestos de relevancia en el naciente estado.

Eran decenas los caballeros que deambulaban por doquier por las estrechas y sinuosas calles de la ciudad, presa fácil para formar grupos de bagaudas[1]  que, aunque no fuera este su origen, sí fue en muchos casos su destino. Al principio enemigos de sus rivales, pronto se coaligan para obtener mayor capacidad combativa, hasta lograr la amalgama que unía a estas gentes de distinto credo, raza, naturaleza y posición. La desprotección en los descampados, les hizo ser más audaces y agresivos llegando a atacar hasta caravanas reales de uno y otro bando.

Estos, los descolgados de cualquier lugar, avezados en la lucha, no tenían donde regresar, así qué era allí donde debían obtener su fortuna, y el paradigma les ofrecía: “coge lo que puedas, cuando tengas ocasión y defiéndelo como sepas”. Cuando no quedaba nada de que apropiarse vuelven la cara hacia las caravanas y después hacia aquello que vinieron a defender y proteger... los palmeros.
Uno de los motivos de las Cruzadas fue precisamente la protección de los palmeros que iban a Tierra Santa. Desde su desembarco en Jaffa, hasta la ciudad de Jerusalén, eran objetos de todo tipo de atropellos, que iban desde el simple robo a la muerte, pasando por la violación o el secuestro, en el más estricto sentido de la palabra, lo que les obligó a incorporarse a las caravanas que les ofrecían una mayor protección, no exponiéndose al viaje y sus reales peligros ellos solos. Estas noticias que no paraban de llegar a tierras cristianas originarias de los cruzados liberadores de la santa ciudad, al parecer no se cumplían uno de los objetivos de la epopeya. Los resultados no acababan de agradar a los que habían predicado la Cruzada, y así debieron hacérselo saber a Balduino y su corte, que no cesaban desde los tiempos del Advocatus de solicitar a occidente más soldados para sostener el incipiente reino, y la protección a los Santos Lugares.
De todos es sabido que las caravanas la constituían preferentemente mercaderes, que transportaban sus géneros de un punto a otro de las regiones de Oriente Medio. Algunas procedentes de lejanas tierras, como las de la seda o las especias, tan importantes para el consumo y el comercio de esa geografía.
La caravana en sí, era un conjunto variopinto de gentes sin coherencia social o hacendística que, ante el peligro constante de estos grupos de bagaudas se agrupaban los viajeros que debían cruzar determinados territorios, unos más y otros menos, pero siempre con el fantasma del asalto. En ocasiones con ellos viajaban sus familias y toda su riqueza. Habían vendido sus pertenencias en el lugar de origen y se trasladaban a otro con esperanzas de mejorar. Estos, eran bocados muy apetitosos para los asaltantes que disponían de informadores en los lugares estratégicos del paso del convoy.
Entre los asaltantes la composición social era parecida, tan pronto se encontraban nativos, como cristianos, griegos, armenios, etc., formaban verdaderos pequeños ejércitos tan jerarquizados en su estructura, como anárquicos en el combate, incapaces de resistir el empuje de una fuerza organizada, se veían fuertes para enfrentarse a la guardia o escolta, que en principio no eran más que gentes de la soldadesca que por los periodos de paz se habían quedado sin oficio, gentes que previamente era contratadas por los responsables de la caravana. Generalmente su número iba, en función a la importancia de la misma. Se defendían al igual que los agresores atacaban, sin orden ni concierto, de ahí que la importancia del número sucumbiera ante la calidad de los encuadrados en unidades militares.
Es aquí donde nuestros caballeros prestarían apoyo y protección en caso de ataque, esto no significa que fueran ellos solos los que arremetieran contra un número imposible de vencer, hubiera sido un suicido sin rentabilidad para nadie, sucumbiendo en el primer intento. No se trataba solo de enfrentarse a los asaltantes y vencerlos, sino de dar protección a la caravana o palmeros (generalmente sumados a ella) en evitación de otro ataque que por estrategia hubiera podido producirse, además, debían reagruparla y conducirla a lugar seguro, en tanto que el resto de caballeros sostenía con las armas el empuje de los facinerosos, eso era un trabajo de titanes, imposible de ejecutar si no se cuenta con los medios y efectivos apropiados.
CUANDO SE CREÓ, aspecto causal, primeros contrapuntos.
Una vez conquistada Jerusalén, lo más urgente fue dotar a los nuevos territorios de una estructura similar a la de su procedencia, con instituciones que canalizasen las necesidades de la nueva sociedad, en definitiva crear el reino, pero el síndrome de la desavenencia y la falsa protección a sus nuevas propiedades, les llevaría a ser más débiles, característica endémica que les acompañaría siempre.
El detonante de acabar con esta situación que les conducía a una debacle total, surgió en uno de esos ataques que por su crudeza tuvo gran trascendencia. El caos surgido por las rivalidades y enemistades internas que descohesionaban y ponían en peligro el potencial militar que les llevó las primeras victorias, unido a la ingobernabilidad del territorio protagonizado por los príncipes cristianos, facilitó la victoria a los turcos ortóquidas[2] en la batalla de Sarmeda (Ager Sanguinis), el 28 de junio de 1119. Es entonces cuando el rey Balduino II[3] y el Patriarca de Jerusalén Garmond de Picquigny[4] promueven la necesaria y urgentísima convocatoria de un Sínodo Áulico en la ciudad de Nablus, en Samaria[5] para dar una mayor y mejor solidez al tierno estado y justificar al mismo tiempo ante Roma, la puesta en marcha de la reordenación social y territorial en todos los sentidos. Al mismo tiempo que se conjugaba otro no menos importante y más impactante en la vieja Europa. El ataque y aprisionamiento de un grupo de setecientos palmeros desarmados, que viajaban de Jerusalén al río Jordán, durante la Semana Santa de 1119[6]. Fueron hechos prisioneros por los sarracenos,[7] muchos asesinados y los más vendidos como esclavos.
Fue una asamblea de prelados y nobles del reino de Jerusalén, se llevó a cabo el 16 de enero de 1120, en él se establecieron las primeras leyes escritas del reino. En este Sínodo se puso de manifiesto el peligro de la desmembración en pequeños estados de la tierra conquistada. Las rivalidades afloraron en fechas muy tempranas, casos de Edesa y Antioquia, de continuar así todo podría irse al traste. Ven la necesidad de crear oficialmente una policía de caminos, que diese protección a los palmeros y al mismo tiempo a las caravanas, tan necesarias para la subsistencia de los territorios conquistados, acallando al mismo tiempo las críticas voces que se levantaban en sus lugares de origen de donde todavía dependían y que no aceptaban no se hubiera solucionado ya, uno de los motivos de la Cruzada, lo que provocaba recelo a la hora de enviar huestes en su apoyo. En la Edad Media, la noción de policía fue definida como "el buen orden de la sociedad civil presidida por la autoridad estatal, quedando el buen orden moral y religioso a cargo de la autoridad eclesiástica"[8]
Nablus fue especialmente importante tanto para la recuperación y asentamiento definitivo del prestigio y autoridad eclesiástica, como el enraizamiento de sus súbditos e instituciones, evitando verse afectados moral o sentimentalmente por los nativos. En definitiva trataba de evitar que se produjera una orientalización de los cruzados que podría conducir a la desaparición del nuevo reino.
En este sínodo se debatió vivamente, la militarización de todos los cristianos incluidos los clérigos, la carencia de efectivos se hizo patente, las pérdidas de recursos humanos eran numerosas y no había donde reponerlas, así que las normas eclesiásticas tendrían que aceptar la movilización impuesta a los religiosos para la propia supervivencia de los estados latinos. Esto fue una gran preocupación para los Estados cruzados. En la legislación eclesiástica, a los religiosos por lo general se les prohibía participar en las guerras, pero para los cruzados fueron necesarios todos los recursos humanos disponibles. Sólo un año antes, Antioquia había sido defendida por el patriarca Arnulfo Malecorne de Chocques, después de la batalla Ager Sanguinis (Campo de Sangre), un desastre que pone en entredicho la eficacia y la solidaridad de los recién llegados.
Se aprobó el canon 20 sentenciando que, un miembro del clero no debe ser declarado culpable si toma las armas en defensa propia, pero no puede tomar las armas por cualquier otra razón, ni puede actuar como un caballero. Aunque fuera justa y lícita la guerra contra los infieles que había ocupado Tierra Santa. El derecho canónico prohibía absolutamente a los religiosos, bajo pena de excomunión, matar a otro hombre con las armas, siquiera fuera un musulmán y en legítima defensa. Empero, la decisión ya estaba tomada, a partir de ahora participarían en la defensa de las plazas como unos milites más.
Entre otros temas se aprobó la creación de la congregación canóniga, Militia Christi Hierosolimitana, que tenían por objeto garantizar el viaje de los palmeros que acudían desde Occidente, después de la conquista de Jerusalén. Ya llevaban probablemente algunos años “ejerciendo” cuando ocurrió el desastre de Pascua de 1119. Tras la aprobación y ante la falta de una infraestructura sólida, permanente y particular que diera soporte a la nueva Hermandad, las autoridades del reino dispusieron lo necesario para paliar el defecto. Tanto por los antecedentes familiares de sus componentes y su estrecha relación con la élite conquistadora, dueña de cargos, títulos y tierras, (lo veremos más adelante) como el hecho de que Hugo de Payens fuese pariente del Conde de Champaña y probablemente pariente lejano del mismo Balduino, hizo que el rey les concediera un lugar donde reposar sus huesos tras una intensa jornada, reconociéndoles unos derechos y privilegios.
Entre esos derechos figuraba el alojamiento en el mismísimo palacio del rey, hecho este además de inusual, fue definitorio de la posición social de la nueva Militia. Lo que hoy se conoce como la mezquita de Al-Aqsa (la lejana) que los cruzados llamaban el Templo del Señor, construida dentro de los muros del Templo de Salomón, concretamente en su ala sur. Esta donación se completaba con otra cedida por los canónigos (no la Orden ecuestre) del santo Sepulcro, exenta a modo de patio, de unas 15 Ha., aproximadamente de superficie que rodeaba el palacio, donde podían entrenar sus armas y estar prestos al combate. Los caballeros, les cederían las caballerizas y las zonas anejas como cuartel militar.

Todo esto iba encaminado a ceder a posteriori todo el conjunto a la nueva Hermandad. El rey no tardó en trasladar su sede a la Torre de David, levantada junto a la puerta de Jaffa, que tenía en su poder por conquista Raimundo de Saint-Gilles, IV Conde de Tolosa, al cual se había solicitado la entrega para sede del reino y del rey. Todas las instalaciones pasaron, a manos de la nueva Milicia, que de esta manera adquirieron no sólo su cuartel general, sino su nombre.
Se les otorgó la primera regla de san Agustín (conocida como la latina al proceder del reino latino de Palestina) por su íntima relación con los canónigos del Santo Sepulcro y por ser la única que contemplaba la beligerancia como defensa propia de la fe. No había otras en el reino, además, en las otras no se acababa de aceptar aquella nueva situación de frailes guerreros. De hecho los templarios como ya se empezaban a conocer tras su reconocimiento y juramento de los votos temporales, aun no eran frailes, más tarde en el concilio de Troyes y de mano del papa, confirmarían su estado. Su comportamiento en esos nueve años y los apoyos del patriarca y el rey Balduino, serían determinantes para ser aceptados por la Curia Romana.
Las diferencias entre las dos formaciones Caballeros del Santo Sepulcro y los frailes de la nueva Militia Christi Hierosolimitana (aún no se conocían como templarios), son varias, no solo en su carisma, sino también en su vestimenta. Estos (los recién creados) usaban un manto pardo (que conservarían siempre) en señal de humildad, con la cruz escarlata de doble palo, indicando con ello una pretendida dependencia de la iglesia de Jerusalén por quien fue creada. Mientras que los miembros del Santo Sepulcro usaban manto, para unos blanco, para otros azul, en tanto que yo creo que fue secular y la cruz de Jerusalén o de Sta. Elena, potenzada que les fue concedida por Urbano II a los cruzados a la que adosaron cuatro crucetas de planta griega, delimitadas por los brazos de la potenzada, que simbolizaban las cinco llagas de Cristo. Esta tiene sus antecedentes en la que la madre de Constantino el Magno, les había concedido a los seglares del Sto. Sepulcro en el año 313.
Paul Piers nos dice “La creación de la milicia templaria tenía como uno de sus objetivos además de la entrega de sus vidas a Dios (viviendo perpetuamente como canónigos regulares, sin posesiones bajo los votos de castidad y obediencia) proteger los caminos y las rutas hacia Jerusalén contra los ataques de ladrones y de brigadas para salvaguardar especialmente a los palmeros[9].
Bajo las tendencias reformadoras del Pontificado de Nicolás II, muchos sacerdotes buscaron en la ascesis[10] una mayor perfección realizándose fundaciones de canónigos regulares, de conformidad con el decreto del Sínodo de Letrán, en 1059, fue aprobado por los canónigos que deseen practicar una vida apostólica. De ahí el título de "Canónigos Regulares de San Agustín". Los templarios son los primeros que aúnan las figuras del fraile y el guerrero.
Para algunos autores, es en esta fecha cuando se funda la Orden de los Pauperes Solomonia Commilitones Christi Templique[11]. El concepto pauperes, por un lado está relacionado con lo expuesto en la crónica de Ernoul, donde dice que estos caballeros se autoinculpaban por llevar una vida cómoda y licenciosa, en lugar de estar defendiendo la fe y a los palmeros, en aquellas, todavía tierras inseguras, haciendo relación a la pobreza del espíritu que no evita esa situación. Se trata más de una autocrítica que de una carencia de capitales propiamente dicha. Otro concepto estaría más justificado con la pobreza y miseria que provoca el pecado que con la realidad financiera misma. ¿Que recibieron limosnas? tal vez sí, pero su condición y posición dice que no las necesitaban como se verá más adelante.
Para otros autores la creación parte desde el 1118, los más la llevan al concilio de Troyes, pero no será hasta el 1139 en la bula Omne Datum Optimum cuando se oficialice definitivamente la Orden, en tiempos del Papa Inocencio II.
Para Guillermo de Tiro la ubica también erróneamente en esta fecha (1129) cuando habla del motivo de su caída nos dice “...desdeñaron al Patriarca de Jerusalem por quien su Orden fue fundada y de quien recibieron sus primeros beneficios y a quien se le negó la obediencia que sus precursores rindieron...” habla de Troyes en lugar de Roma, porque fue en Roma donde se promulgó la bula de 1139, Omne Datum Optimum, donde fueron sustraídos de la obediencia al patriarca por voluntad el Papa, no de los templarios. No fue el patriarca quien los creó. Su nacimiento es laico y no qui intra Ecclesiam. Los errores de Guillermo son continuos, por su denostada antipatía hacia la Orden, de ahí que sea una fuente de escasa fiabilidad.
Ralph de Caen, cronista principal de la Primera Cruzada, no nombra a las milicias cristianas de Jerusalén, en su obra sobre las campañas normandas de Cilicia que transcurre entre los años 1096 y 1105 ni sobre las Hazañas de Tancredo, entre 1097 y 1108, lo que nos puede marcar un punto de partida.
Simón monje de Saint-Bertín de Artois muy cercano a la localidad de Saint-Omer, contradice con sus escritos a Guillermo de Tiro (no es el único) en relación al modo y fecha de fundación. Este más próximo en el tiempo (1135/37) y más acertado en sus exposiciones que Guillermo, dice que los primeros templarios fueron cruzados que habían decidido permanecer en Tierra Santa en lugar de retornar a sus hogares. “Por consejo de los Príncipes del ejército de Dios tomaron los votos del Templo del Señor acatando siempre la siguiente regla: renunciarían al mundo, abandonarían todos los bienes personales, se entregarían a una vida de castidad y llevarían una vida en comunidad, vistiendo un sencillo hábito y utilizando las armas solamente en defensa de los ataques de los paganos (cuarto voto)” [12]. Simón lo escribe a los 15 años después de Nablus, alejando la influencia del patriarcado sobre su fundación y posterior dependencia, como sostiene el de Tiro.
El monje anglonormando Orderico Vitalis sobre el 1125 escribía que Fulco V de Anjou milites ad terminum del templo, los consideraba más unos caballeros piadosos que unos frailes, no habla de la fecha de creación pero sí asegura que en 1120 ya estaba activada.
Para Ricardo de Poitou monje de la Gran abadía de Cluny, escribe sobre el 1153 a la muerte de Bernardo, haciéndolo coincidir con la muerte del abad Hugo de Cluny, y en el año en que Luis VI sube al trono de Francia. Éste data la creación de la Orden, (aun en su fase de Hermandad) en el 1099.
Para Walter Map, clérigo secular, usaban una vestimenta austera desde sus propios inicios, antes incluso de su reconocimiento en Nablus. Habla de caballeros palmeros que invirtieron todo lo que tenían para la adquisición del equipo de guerra para la defensa de la fe (otra vez el cuarto voto) ofrece datos muy relevantes puestos en boca de Ernoul y Bernado tesoreros de la abadía de Corbie en Francia, dice que los hermanos llevaban todavía (antes de 1139) el distintivo de su origen, sobre sus ropajes una cruz con dos brazos de color escarlata y el signo del Santo Sepulcro. El cronista abunda aún más, dice que el Hospital le concedió un patrón llamado Bauçant (pío)[13].
Como dice Helen Nicholson, aunque es una crónica tardía (1187) y en eso estamos de acuerdo, esta goza de cierta credibilidad, puesto que fueron palmeros sus fundadores.
-         Que se creó por la propia iniciativa de los caballeros.
-         Que se percibieron de la necesidad de esa fuerza policial en defensa de los palmeros.
-         Que les fue cedido el palacio en el templo de Salomón, y que obtuvo el reconocimiento del rey y la iglesia en Nablus. Además, ahonda en la estrecha relación que al principio existió entre el temple y los hospitalarios como adelantó Mexias, de los cuales recibieron el estandarte que les acompañaría en todas sus batallas.
Para Francisco P. Mellado cuando habla de la Orden de San Juan del Hospital a la que califica de gloriosa, dice que “en tiempos de Raimundo Dupuy, la Orden (del Hospital) alcanzó gran gloria. Esta gloria recibió un nuevo esplendor con la fundación de una nueva Orden Militar; la de los Templarios, que acababa de elevarse al lado de la Orden de los Hospitalarios, y que amenazando en un principio eclipsarla por su valor y poderío, la realzó por el contrario, gracias a la ambición y avaricia que desde el principio dio pruebas”[14]. Raimundo Dupuy, segundo Maestre del Hospital, ejerce desde 1120 al 1160. Al fallecimiento de Gerardo de Tom, se hace cargo de la Orden de San Juan de Jerusalén proponiendo que la Orden debía desempeñar acciones bélicas en defensa de la cristiandad[15]. Estableció las reglas por las que sin abandonar el primitivo papel de guardianes y protectores de los palmeros, pasan a constituir una “Militia Christi” a imitación de la Orden del Templo, nacida por aquellos años y con la que a pesar de luchar por la misma causa, nunca se llevaron bien[16]. Fiel reflejo del mundo secular contemporáneo.       
Se entiende oficialmente como el año de fundación de una Orden Religiosa, aquel en que reciben la aprobación por el Papa de Roma, (concilio de Troyes) o este les asigna unas reglas. Naturalmente, primero hay que solicitarlo, (el rey y el patriarca de Jerusalén a la sede romana) para lo cual ha de haber previamente un conjunto de personas dispuestas y dotadas de medios, que demuestren su buena disposición habiendo jurado los votos temporales (Hugo y sus comilitones). De esta forma suele llevar a confusión la diferencia de fechas entre el momento en el que un grupo de caballeros se organiza, presta juramento y entra en lucha, hasta aquél en el que queda confirmada oficialmente su existencia como orden militar.
JURISPRUDENCIA, en que se basan para dar corpus legislativo a la creación
Si en 1120 el patriarca los recibe como monjes según Guillermo de Tiro, hasta 1129 que se constituye oficialmente. En esos nueve años se rigieron por la regla facilitada por el patriarca que llevaron a Francia y en la que el Concilio, solo aportaría su grano de arena, pero ello no le confiere que abandonara la regla Agustina primigenia a favor de la de Cister, como pretende algún autor que otro[17]. Bernardo, no transformó la regla ni la sustituyó por la de su Orden, era un miembro más de ese Concilio, sus sugerencias podían o no, ser aceptadas, como las del resto, de hecho fue convocado como escriba en un principio, no como consejero o miembro ejecutivo. Por otra parte, las fuentes recogen que todas las órdenes incluida la del Santo Sepulcro en su fase heroica, adoptaron las reglas del Temple y en sus constituciones queda bien claro que son agustinas. Por otra parte ¿con que objeto?, ¿sobre qué bases? Y bajo qué argumentos iba a cambiar estas, precisamente por las del Cister. Por sugerencias de Bernardo, y a petición del Concilio, el cisterciense Jean Michel, se hace cargo de la redacción como así lo hace constar,
Existe una traducción de la regla primitiva, basada en una edición de 1886 de Henri Curzon, la Regle du Temple como manual militar, donde la paleógrafa Judith Upton-Ward, advierte una posible existencia de otra anterior, aunque en justicia hay que decir que este documento ha sufrido tantas intervenciones que, no sabemos si la hace del original o es copia, de una copia que a su vez fue copiada. “No debe olvidarse que la Orden había existido durante varios años y había desarrollado sus propias tradiciones y costumbres antes de la aparición de Hugues de Payens en el Concilio de Troyes. Por tanto hasta cierto punto la regla primitiva esta basada en prácticas ya existentes (Judiht Upton-Ward, pag 11)”[18]. En ninguna parte habla de la redacción de una nueva regla, sino de la aprobación y conformidad de lo que aportan desde su fundación como congregación, que no Orden (otro error), pues de haberse constituido como Orden, además de ilegal, ¿que objeto tenía repetir el proceso? El único que tiene poder de elevar a Orden es el papa en un concilio, no el Patriarca.
En su trascripción solo se “retoca” poniendo el resultado de ello por escrito. Los cambios son de índole militar, respecto de la vida de los frailes, que no monásticos. Les conceden el manto blanco para todos sus miembros que luego Esteban La Ferté corregiría. En definitiva los templarios llevan la regla de san Agustín o Latina a Troyes que es modificada pero sin perder sustancialmente su espíritu, dando origen a lo que se conoce como regla Primitiva, se devuelve al patriarca que la vuelve a retocar. En 1140 aparece una traducción francesa que se conoce como regla Francesa, en el mismo término que las anteriores. Como se puede ver los distintos avatares corresponden a la adaptación de la regla Agustina a sus distintas secuencias.
A este monje se le ha atribuido un gran protagonismo respecto del templo. Su publicidad y su apoyo, fueron factores importantes, para quien desea que su congregación sea admitida como Orden en el seno de la iglesia católica, y el hacerlo por la puerta grande es importante. La Laude Novae Militiae, ofrece una extensa información de cómo debe ser un caballero de Cristo, que para nada se parece a un monje tradicional, es una copia literal de las regla Agustina, al mismo tiempo que un respaldo a las medidas tomadas en el Sínodo de Nablus, respecto de los clérigos y su responsabilidad en la defensa con las armas de los territorios conquistados.
Hay autores que se inclinan por la modificación, la renovación total e incluso por la confección de la primera regla[19], en el Concilio de Troyes adoptándose la cisterciense del reformador Bernardo e incluso llegan a aventurar cosas y casos que nunca sucedieron, como la creación de una regla en el 1131. No podían ser Cister porque hubieran sido contemplativos, contrario a lo activo. Sto. Tomas refleja bien esta dicotomía en su obra Suma Teológica. Bernardo en su laude lo deja bien claro “…, ya que no me era lícito con la lanza, emplease la pluma, asegurándoos que os será de no poca ayuda, si a los que no puedo con las armas, os ayudo con las letras” Este es un reconocimiento tácito de la imposibilidad de armar a los monjes de su Orden, pues su labor conforme a su regla estaba orientada a la oración y al trabajo, no eran milites. Los templarios fueron agustinos, desde sus inicios hasta su total desaparición. Las adaptaciones posteriores camuflaron en lo general los principios reglados, suele suceder con aquellas instituciones que perviven en el tiempo, pero su esencia, su raíz Agustina, no se modificó un ápice en el transcurso de su trayectoria. Todas las Órdenes de Tierra Santa estaban bajo las reglas de san Agustín, no hubo ninguna del Cister o Benedictina.
Tampoco fueron monjes. El monje normalmente no sale de su monasterio, en el que se dedica tradicionalmente a la oración y las labores internas; mientras que, un fraile se diferencia de un monje en que su ministerio y apostolado lo lleva a trabajar por el Reino de Dios fuera del convento o ermita.
El monje se identifica con su monasterio mientras que los frailes suelen ser cambiados de lugar según los superiores lo necesiten (si deseáis estar a este lado del mar seréis llevado al otro, proceso de admisión). Los templarios Son más frailes que monjes. Para entender la diferencia basta analizar la etimología. Monje viene de una raíz griega que significa singular o aislado: “monos”. Fraile en cambio, viene del latín “frater” “hermano”. 
Los monjes eran los primeros devotos cristianos que se aislaban para alejarse del mundo y sus pecados. En ocasiones, pasaban su vida sobre una columna, como los “estilitas”. Otras veces, en la copa de un árbol, como los “dendritas”. Y en muchos casos, simplemente se iban al desierto y vivían en cuevas, como los “eremitas”. Precisamente, un conjunto de eremitas, es decir de “monoi”, en el sentido griego viviendo en las cuevas de la ladera de una colina en el desierto, formaban un “monasterio”, es decir, una residencia de “monoi” o monjes. Luego, los monasterios surgen en lugares distintos al desierto, pero siempre reflejan la idea de cristianos devotos que pretenden aislarse del mundo.
Los frailes, los “fratelli”, en italiano, son en cambio otra cosa bien distinta. Más bien todo lo contrario. Son predicadores que actúan en equipo para evangelizar y para recaudar fondos (órdenes mendicantes). Por eso justamente se llaman “hermanos”, lo que sugiere una idea de pluralidad, no de singularidad, como en el caso de los monjes. Y el lugar donde se congregaban los frailes era justamente el “conventum”, que es palabra que proviene de un verbo latino que significa “reunirse” (convenire). Convento pone el énfasis en la agrupación de gente, mientras que monasterio lo pone en su deseo de aislamiento.
Efectivamente se trataba de una nueva modalidad conventual muy distante de la oficial, hasta la fecha no practicada y no admitida, que hacía rechinar los dientes de los más ortodoxos. La vanguardia de la nueva visión postular encabezada por Bernardo de Claraval estaba más dispuesta, no solo a reconocer, sino a potenciar este tipo de soldados de Cristo, que lucharían hasta la muerte en defensa de la pureza de la Fe. Bernardo sabía perfectamente que su postura dejaba arañazos sobre la piel de aquellos que contemplaban las enseñanzas del Maestro con más dulzura, no era propio de clérigos blandir espada y así se debate en la regalía 20 del Sínodo de Nablus, pero también sabía que ante la imparable pujanza de la nueva ortodoxia surgida del Libro, no era bastante la palabra. La oralidad y los buenos usos no iban a parar a los guerreros de los distintos estados musulmanes sedientos de venganza, se requería algo más y ese algo, eran precisamente las nuevas constituciones convento-militares que se ofrecían como censoriis fidei.
La iglesia cristiana fue pasando paulatinamente del pacifismo establecido por su fundador y los mártires de las primeras épocas, a la belicosidad de la guerra santa elaborada por san Agustín de Hipona en su Civitatis Dei, por lo que después de casi 600 años de transición se dio soporte a la Guerra Santa, quedando atrás la Paz de Dios. Esta especie de nueva cristianización creó a la vez un nuevo concepto, el de la demonización del adversario que justificaba sobradamente la lucha sin cuartel contra él, pasando a ser el objetivo principal de la iglesia beligerante.
El concepto de guerra santa puede rastrearse en el cristianismo tras la concepción o doctrina de la guerra justa, que es continuada por otros autores a lo largo de la Edad Media, como Tomás de Aquino (Suma Teológica, II-II Qu. 40.)[20] A propósito de la frase del Evangelio de Lucas «y dijo el amo al siervo: Sal a los caminos y a los cercados, y obliga a entrar, para que se llene mi casa» (Lucas, 14, 23).
Agustín comenta (en la Réplica a Gaudencio): ¿Por qué no se puede forzar a nadie a la verdad? El Catecismo de la Iglesia Católica considera como todo ciudadano y todo gobernante está obligado a empeñarse en evitar las guerras. Sin embargo, mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa[21].
Este mismo derecho fue reconocido recientemente por el Papa Juan Pablo II[22], en una encíclica donde justificaba la muerte del adversario en caso de conflagración y que no debía ser tenido por pecado, la defensa justa de su vida o sus bienes.
El propio fundador de la regla, San Agustín de Hipona condena la violencia y el conflicto armado como excusa para mantener la paz o para la conversión de almas, pero al mismo tiempo reflexiona y reconoce que la violencia debe combatirse con la violencia, allá donde se haya agotado la palabra y persista la perniciosa acción de la primera. Bernardo de Claraval diría de este párrafo en el que se apoyaría para reforzar su discurso, “ese es el tipo de guerras en la que se desenvolvía la Orden del Templo, el bien, el mal arranque requiere, cuando matan a un infiel no hay homicidio sino malicidio[23], justificando y sancionando así definitivamente esa situación que no acabó de ser aceptada en lo particular por muchos clérigos. Para Gerhard Winkler en la separata de su obra, nos ilustra: “El mismo Bernardo de Claraval tuvo bastante que ver con esta escuela de canónigos de San Víctor en París. Gerhoh de Reichersberg (1093-1169), juntamente con Ruperto deDeutz y Hildegarda de Bingen, fue el teólogo alemán más original de este tiempo, un «Bernardo alemán”[24].
Isaac de Étoile filósofo y teólogo cisterciense, que fue abad del monasterio de Étoile cerca de Poitiers, en 1147 redactó un sermón a sus feligreses en el que decía “ha surgido un nuevo monstruo, cierta caballería cuya orden emana del quinto Evangelio[25] pues ha sido establecida para obligar a los infieles a convertirse en la fe cristiana por medio de lanzas, porras y espadas y puede despojar libremente a los no cristianos de sus pertenencias y matarlos, además, religiosamente, pero si uno de ellos cae en semejantes actos de pillaje, es calificado de mártir en Cristo” [26]. No los condena directamente, pero sí muestra un rechazo absoluto al uso de las armas para sustituir la prédica.
Para Walter Map canónigo de San Pablo, en Lincoln y, en 1196, archidiácono de Oxford. La única obra que sobrevive de este autor es De Nugis Curialium (Nimiedades de los cortesanos) en sus páginas 59/67 escribió unas consideraciones en 1187, aludiendo a Pedro y la enseñanza recibida por el Maestro. Hace una crítica sobre el uso de las armas, ponía en entredicho la vocación de los templarios. Decía que Cristo y su mensaje obligada a la prédica en lugar de la espada. El cristianismo había ganado más conversos y tierras con la primera que con el empleo de la violencia y que estos solo se movían por su afán a la guerra, en lugar de buscar el alma y el espíritu de Cristo.
Por otra parte estaban los defensores de la militarización de la Orden, abogaban que el uso de las armas eran tan antigua como la presencia de Cristo en la Tierra, lo retrotraían hasta la guerra de Constantino el Grande contra Majencio y el suceso del Puente Milvio, siempre había habido una espada dispuesta a defender a los cristianos y su religión, sin la cual no hubiera sido posible su mantenimiento.
Turoldo el autor de la Canción de Roldan, enmarcada en la batalla de Roncesvalles, en el año 778 cuando cruzaban el puerto de Cisa, pone en voz del obispo Turpin que muere luchando con sus compañeros, “haces bien compañero descuartizando a los aganeros, enemigos de la cruz, un caballero tiene que ser feroz y fuerte en la batalla, de lo contrario no vale nada y más le valdría se hiciera monje de una de esas iglesias y se dedicara rezar todo el día por nuestros pecados”[27].
Para aquellos que criticaban la aprensión del botín, Hugo Peccatore, decía que era necesario para mantener a los soldados de Cristo, y que se ganaba por derecho propio, no se luchaba por él, éste era una consecuencia que permitía la continuidad de la defensa de la fe. Se tiene el convencimiento que Dios necesita más espadas que plegarias, en definitiva valoraban más la vida religiosa activa que la contemplativa.
Todas estas opiniones sin ser todas, muestran cuán difícil y largo fue el proceso de la nueva Militia, su asentamiento definitivo no llegó a realizarse nunca, pues unos por miedos, otros por envidias y los ya menos teóricos, se constituyeron en oponentes que facilitaban el rechazo fraternal de aquellos que habían jurado dar la vida por Cristo, defendiendo a sus fieles y su mensaje.
Además, esta novedad venía a chocar con toda la tradición más ortodoxa de la Iglesia que repugnando el derramamiento de sangre declaraba irregular y suspenso de cualquier oficio clerical, no sólo a cualquier clérigo que, aun en defensa propia, hubiera provocado heridas o muerte de otro ser humano, sino que, incluso cualquier lugar sagrado donde se hubiera derramado sangre humana, quedaba profanado y debía ser purificado antes de poder celebrar los oficios divinos.
El corpus legislativo por el que se rigen los monjes del templo sufrió a lo largo de su existencia unas adaptaciones lógicas al momento. No obstante, se canalizaron desde dos puntos distintos y complementarios a la vez: por un lado las bulas y por otro los capítulos generales.
1º Sínodo Áulico de Nablus donde se crea la congregación canóniga, o fraternidad de la Milithia Christi Ierosolimitana, el 16 de enero de 1120, donde se juran los votos, más un cuarto de defensores de la fe, se les otorga una regla, una uniformidad, una estancia y un carisma.
2º.- Concilio de Troyes el 13 de enero de 1129, con el principal objeto de crear oficialmente a la Orden del Temple. Juramento de votos solemnes, se confecciona la regla primitiva basada en la anterior, a partir de ahora son frailes de pleno derecho.
3º.- la bula Omne Datum Optimum el papa Inocencio II el 29 de marzo de 1139 con el objeto de oficializar la creación de la  Orden del Templo. En ella, además de reconocer la regla de la Orden, se concedía a sus miembros el botín conquistado a los sarracenos en Tierra Santa y se les liberaba del pago de los diezmos a los obispados correspondientes, no teniendo que responder de sus actos ante nadie salvo ante el Papa. El nombre de esta bula corresponde a las tres primeras palabras del capítulo 1, versículo 17 de la Epístola de Santiago: Omne datum optimum  et omne donum perfectum de sursum est, descendens a Patre luminum, apud quem non est transmutatio nec vicissitudinis obumbratio. (Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombras de variación). Junto con las bulas Milites Templi y Militia Dei, constituye la base jurídica de la Orden.
4º La bula Milites Templi (Soldados del Templo) fue promulgada por el papa Celestino II en 1144 con el objeto de incrementar los privilegios de la Orden de los Templarios. En ella se ordenaba al clero la protección de los caballeros de la Orden y a los fieles a contribuir con su causa, para lo cual permitió, una vez al año, la realización de una colación. Esta medida que debió gustar poco a los seculares, aumentó la ya de  por sí, antipatía hacia la Orden.
5º. La bula Militia Dei (Soldados de Dios), fue promulgada por el papa Eugenio III en 1145 con el objeto de consolidar los privilegios de la Orden apuntalando la independencia de la misma respecto al clero secular. En ella se le reconoce a la Orden el derecho a recaudar tributos, a enterrar a sus muertos en sus propios cementerios y a poseer sus propias iglesias. Son muchas las quejas de los obispos y así lo denunciaron al ver como se les escapaba la clientela hacia las iglesias templarias, con la consiguiente pérdida de pagos y donaciones y ellos no eran obedecidos por los que consideraban sus inferiores.
La Reglas
1º Nablus, la Regla canóniga de san Agustín, o Regla Latina que nunca abandonará la Orden.
2º.- Concilio de Troyes, el clérigo Jean Michel por cesión de Bernardo de Fontaine, ahora ya conocido como de Claraval, transcribe la regla latina a la que incorporan algunos engordes de determinados artículos, relativos a la milicia y a los servicios religiosos, se conoce como la Regla Primitiva.
3º.- Esteban de La Ferté, también conocido como de Chartres, Fue el Patriarca de Jerusalén desde 1128 hasta su muerte en 1130. Después de las modificaciones de Troyes recibe la regla a la que añadirá 24 artículos y revisará aproximadamente una docena. Es el que reserva la capa blanca para los caballeros y la parda para los sargentos. Introduce a los clérigos en la Orden y regula a los ad terminum, entre otras disposiciones.
4º.- bula Omne Datum Optimum de 1139 se prohíbe taxativamente modificar la regla sin el consentimiento del capítulo general
5º.- hubo una traducción al francés en 1140 donde se retoca intencionadamente algunos artículos, pero nunca abandonaron ni modificaron la regla latina, se crea lo que se dio en llamar la regla francesa. En ella se suprime todo lo referente al noviciado. Se modifica el artículo 57 en el sentido contrario al original, referente a los caballeros excomulgados, ahora se les dirá que se acerquen a ellos e intenten atraerlos al servicio de Dios. Muchos de los templarios vendrían desde esa orilla.
6º.- La verdadera reforma no vendría hasta el 1163 a través de los Retraits que con sus 675 artículos se adhieren a la regla dándoles una estructura interna respecto de las elecciones magistrales, capítulos, jerarquía, ingresos, etc. Pero aun así la Regla Latina pervive en la estructura de la Orden, no llega abolirse nunca.
7º.- En torno a 1230/40 los estatutos jerárquicos y ceremonias
8º.- en torno a 1257 /67 las consideraciones dedicadas a la disciplina, faltas y penas, conocidos como los Égards
No hay otras, ni nada más, se trata de algo tan natural como la adaptación a la actualidad de una institución, algo tan normal entonces como ahora.
Bien, matizando lo anterior, veremos que lo que se crea en Nablus no es la Orden sino una congregación de canónigos regulares procedente de una Hermandad. Juran los tres votos monacales temporales de pobreza, obediencia y castidad, obligarse a cumplirlos es profesar y el que lo hace deja de ser novicio para convertirse en profeso[28]. Se adopta la regla Agustina de los canónigos[29] del Santo Sepulcro, concedida por el Patriarca hasta su total aprobación por el Papa y se les adjudica la guerra sin cuartel contra el infiel, como cuarto voto jurado por los templarios. Ello les otorga en todo caso el mismo tratamiento que a los anteriores, puesto que sus Reglas Latinas son a imagen y semejanza de los canónigos de quienes la tomaron, tal y como se repite en todos los documentos antiguos. No cabe la discriminación entre una regla y otra, otorgada por la misma autoridad que la concedió a los caballeros incrustados en la Orden de Godofredo. No obstante, se diferenciaron de ellos por su carisma[30]  que en este caso fue la misión de la protección de los palmeros, definitorio de toda su existencia, así cuando se pierde Tierra Santa se cuestiona su continuación.
No son comunidades monásticas tradicionales, la meta de estos no es la vida contemplativa[31], ni son mendicantes[32], ni abandonan el mundo para practicar una vida al margen de él. Su objetivo es la defensa de la fe. Tampoco son clérigos regulares, ya que al contrario de éstos, los canónigos regulares están vinculados a un lugar (la nueva Orden a Jerusalén) y a una comunidad determinada, rezan la liturgia de las horas en comunidad. Mediante diversas reformas, adquieren una identidad diferenciada, con un carisma propio siguiendo la Regla de San Agustín. Los canónigos seculares, por el contrario, pertenecen a una comunidad de sacerdotes vinculada a una iglesia, pero no han hecho voto de vivir en comunidad
Realmente este no es un dato a pasar por alto. La admisión a las órdenes religiosas no solo es regulada por la Iglesia Católica y la Regla de vida religiosa, sino que también cada comunidad tiene sus propias normas (canónigos del Santo Sepulcro, regla agustiniana). Generalmente luego de un largo periodo que abarca el aspirantado, postulantado y noviciado, se toman los votos temporales o simples que son renovados cada cierto tiempo, mientras el candidato prueba su vocación. Este caso es el de los templarios hasta Troyes.

Si el candidato desea ser admitido permanentemente en la orden se requiere una profesión pública de los Consejos Evangélicos de pobreza, castidad y obediencia confirmado por el voto solemne o perpetuo. Uno de los efectos de este voto es que el miembro ya no es libre para casarse. Hugo y los demás pudieron estar casados antes de Troyes cuando se sanciona su conventual estado y más tarde, en caso de abandonar la Orden, deberá pedir un Indulto Pontificio. Los beneficios de la profesión perpetua son de carácter espiritual.[33]

La conversationem morum (la conversión de costumbres) solo la llevaban a cabo los benedictinos y los cartujos. no pudo ser realizada hasta la sanción de Troyes por lo tanto no eran frailes, ni hombres de vida consagrada, sus votos son temporales hasta el Concilio de 13 de enero de 1129 en el que el Papa Honorio II a través de su representante Mateo de Albano los recibe como congregación canóniga[34] y los eleva a Orden Conventual.

QUIEN LA CREÓ
Se conoce la protohistoria de la Hermandad, época que transcurre desde el Sínodo de Nablus hasta el Concilio de Troyes, donde se crea definitivamente la Orden, pero…¿y antes? Antes de ese periodo el que va desde el 1104 al 1120… ¿qué ocurre en ese periodo? Esa prehistoria es la época oscura de estos caballeros ¿Cómo consiguen sostenerse?, como veremos tenían más que suficientes apoyos, poderosos apoyos con los que no contó ninguna otra formación de este tipo, ni siquiera la decana de San Juan de Hospital, para arrancar con un éxito cuasi asegurado. Tenían poder económico, tenían huestes, tenían cobertura jurídica, más tarde vendrán las donaciones que milagrosamente se multiplican al ser aceptados en Troyes, su logística y marketing funcionó de mil maravillas. Su procedencia miembros de la realeza y de las distintas casas principales de la tierra de los francos, burgundios, normandos, etc., hizo el resto, amén de la vinculación directa con las altas esferas de la iglesia católica, tal vez como dice Mellado sobre su ambición primigenia no tenía medida, tal vez no fue todo tan bucólico y romántico como ha pasado a los anales de la protohistoria.
Es de natural comprensión que anteriormente a esa fecha ya hubiese existido una formación “en prueba” desde años anteriores, ¿cuántos? se ignoran, pero la lógica se impone y hay que ceder en honor a la hipótesis más cercana basada en los documentos de archivos consultados. Si son acertadas mis conjeturas (y no hay pruebas fehacientes para pensar que no puedan ser) podríamos estar hablando, no de nueve años desde su constitución hasta Nablus Si contamos el 1104 como año de la idea de su creación, hasta el 1114 que ya está constituida y que se pone en práctica con la llegada de los Hugos, en ese año, hasta el 1120, cuando se reconoce oficialmente en Nablus. Habría recorrido un periodo de 16 años, que comprendería desde el noviciado el reconocimiento temporal hasta la creación de la Hermandad o Congregación en el mentado Sínodo.

Se puede estratificar en seis periodos distintos:
1º fase ideológica y embrionaria a partir de 1104 hasta el 1107, en el que se percibe la necesidad de la creación de una fuerza policial. Gestiones de captación que dejan a Godofredo de Saint-Omer encargado de realizarla.
2º.- periodo de formación de la Milithia Christi, con incorporación a la misma de caballeros familiares de los conquistadores que toman Palestina como la nueva tierra prometida, allí los don nadie pueden llegar a ser alguien, forzando aquella estratificación social[35]. Al fin y al cabo la iglesia había servido en no pocas ocasiones como ascenso social.
3º.- fase de activación con la presencia de los Hugos del 1114 al 1120, donde la relación entre ellos sería sin reglas, hábitos, votos monacales, sin dependencias de las autoridades militares o eclesiásticas, sujetos solo por el juramento particular y personal de cada uno de sus miembros. Aquí se puede aplicar lo de Guillermo de Tiro “los caballeros usaron la ropa secular. Utilizaron la ropa tal como la gente…”
4º.- fase de fundación, sínodo de Nablus de la congregación canóniga o hermandad, con nombre, reglas, estancias, votos monacales, uniformidad, disciplinas, etc.
5º.- fase de aceptación por la iglesia en Troyes. La creación de la Orden.
6º.- Consolidación definitiva de la Orden en 1139 por bula Omne Datum Optimum

Hugo de Champagne, conde de Troyes, en su peregrinaje a Tierra Santa, se hizo acompañar de su familiar y vasallo Hugo de Payens, ambos hombres píos y devotos, (Payens ya había sido monje en la Abadía de Molesmes) lo realiza después del día 2 de abril de 1104, pues hay una carta de esa fecha por la que dona una propiedad a la Abadía de Molesmes en nombre de su hermano “fraters meus Odon, Constantiam regis Francorum filiam necnon et comitissam Adelaidem uxorem fratis mei Comitis Stephani nepotes…”y está suscrito por “ Teotbaldus puer filius Stephani Comitis nepos huius Comitis Hugonis” …”[36]. Respecto del de Payens, Leroy Thierri[37], es uno de los biógrafos más aceptados por la comunidad científica, nos dice que. Es muy probable que Hugo II de Payns realizara su primer viaje a Tierra Santa junto al Conde de Champaña en 1104-1107.

La idea ya estaba preconcebida, era servir a Cristo en su Sepulcro, la genuflexión tan deseada por todos los cruzados y palmeros, era el máximo exponente y la meta de todo cristiano. Los participantes en las Cruzadas lo habían efectuado al día siguiente de la conquista de la ciudad, lo que pone en evidencia su NO intervención en la primera cruzada, como alguno aventura, de lo contrario ese gesto ya lo hubiera realizado, máxime siendo un principal. Durante su estancia en Jerusalén, habían sido testigos de la situación de los palmeros que la Cruzada no había solucionado, al contemplar cómo éstos eran víctimas de toda clase de robos, vejaciones, heridas y muertes durante sus desplazamientos a los Santos Lugares que les infligían, los musulmanes y los invasores descontentos que no hallaron acomodo tras la conquista,.

Era por tanto, necesario crear una fuerza policial que hiciera frente a los agresores y protegiera a sus víctimas. Posiblemente fuera en ese periodo en el que se maceró la idea de crear esa policía tan ineludible, donde se asentaba uno de los pilares de la Cruzada. La intención no era solo la de implicarse, sino ir más allá, involucrarse en ese objetivo primordial que suponía la seguridad de los palmeros.
Para lograr su objetivo recaba el apoyo de los principales del reino, familiares algunos, otros conocidos, la mayoría compañeros de armas que se movían en un reino sin estructuras administrativas y sin un corpus legislativo que canalizara los derechos y obligaciones de sus súbditos. Esto no llegaría hasta el concilio de Nablus.
Acontecimientos inesperados hace que en el año 1107 vuelva a Francia para poner orden en sus estados, con la promesa de integrase en la hermandad a su regreso. "Hugo de Campanie, Theobaldi comitis filius" fundó la abadía de Notre-Dame de Cheminon por la carta de fecha 1110[38]. Hugo de Payens regresa con su señor y para ayudar a consolidar las pretensiones políticas de éste, casó en segundas nupcias con Isabel de Chappes entre 1107 y 1111(otros autores la denominan Catherin de Saint Clair)[39],
Se sabe a ciencia cierta que Hugo de Champagne, junto a su fiel vasallo y familiar, el de Payens, cuando decide partir hacia Jerusalén[40] entre los años 1113 y 1114 ya estaba constituida la Militia Christi Hierosolymitani. El obispo Ivo de Chartres[41], “le avisa seriamente para que no se una a las Militias Evangélicas o a una Militia Christi que se están dando en Palestina, su estado de hombre casado[42] le impide tal realización, las obligaciones contraídas con el sagrado vínculo del matrimonio, invalida su ingreso en ninguna de esas agrupaciones. Para esas fechas ya existía un grupo muy próximo a él, esa Militia Christi que desde sus inicios posiblemente fundó y que sus múltiples compromisos le impidieron encabezarla, cediendo el honor a partir de esta fecha a su vasallo y familiar el de Payens.
El conde de nuevo vuelve a sus posesiones a principios de 1115, esta vez solo, requerido por su esposa que demandaba su presencia para el gobierno de sus estados o posiblemente puesta en alerta por Ivo de Chartres, que preveía una desobediencia del conde con el consiguiente abandono de sus obligaciones, y tal vez no anduviera del todo descaminado este avispado cura; que por cierto murió el 23 de diciembre de 1115. Se sabe que obedeció y regresó de nuevo a su casa, hay una carta en la que el Papa Calixto II le envió para que diera en su nombre la bienvenida al Arzobispo de Mainz a su llegada en el sínodo de Reims en octubre 1119[43].  Durante esta estancia que sería la última, Hugo repudia a su mujer, deshereda a su hijo Eudes I al decir que no era suyo, debido a su supuesta impotencia. La Crónica del monje Alberic de Trois-Fontaines, nombra a " Odonem ... de Canlita "como hijo de" Hugo Campania "y la [segunda] esposa, pero especifica que" dictum est un phisicis Comiti Hugoni ... no habebat possibilitatem generandi "y por lo tanto concluye que Eudes no podría haber sido su hijo[44].
Mantiene contactos con el Abad de la Orden del Cister, Esteban Harding, a quién le dona una tierra donde San Bernardo (quién había entrado en la orden tres años antes), funda la abadía de Claraval. El lugar cedido es conocido como Clairveaux la donación es con todos los señoríos, montes, prados, aguas leñas etc., para que construyera su monasterio. Después de poner en orden sus posesiones, regresa a Palestina. La Crónica de Alberic de Trois-Fontaines dice que "Hugo Campanie" se convirtió en un caballero templario en 1125 y fue sucedido por "eius Theobaldus nepos" 1125[45]

 Al correr del tiempo y ante la prolongada y justificada ausencia con el (posible) beneplácito del conde, Payens asume la máxima magistratura que le correspondería a su Señor. No solo sustituye al conde en las relaciones con los nuevos señores de Jerusalén, sino que, recluta a otros caballeros, implicando a muchos de ellos, entre los que se cuenta a Fulco V conde de Anjou, (posteriormente Fulco I rey de Jerusalén) e involucrando a unos pocos entre ellos a su tío Andrè de Montbard.
Empero no será hasta después del Sínodo o Consejo Áulico de Nablus, concretamente en 1125[46]  cuando el conde ingresa en los Pobres Conmilitones de Cristo, con la consiguiente contrariedad de Bernardo de Clairveaux, como le comunica en una carta[47] lamentando la “pérdida” que le priva de su compañía. Hugo que tanto había dispuesto por hacer realidad esta hermandad, no llegaría nunca a ver un reconocimiento oficial por la Santa Sede, en plena crisis por las Querellas de las Investiduras; su temprana muerte[48] le arrebató aquello que tanto anhelaba.
Se le tiene al conde por uno de los nueve caballeros fundadores de la Orden, no obstante, se comprueba que documentalmente no es así, aunque tácitamente se acepte como el verdadero causante de su origen. Pese a ello, no se descarta su protagonismo como fundador o de fundador ideológico, aunque esto no invalida lo anotado anteriormente sobre su implicación desde los inicios, al que atribuyo la idea de la creación y posterior desarrollo de Payens, involucrándose posteriormente cuando está libre de ataduras terrenales. De haber quedado el conde en Jerusalén hubiera sido este el primer maestre. Su incorporación a la todavía Congregación Canóniga, en 1125, y su posterior muerte en 1126 le priva de esa magistratura.
 El sostenimiento a buen seguro financiado desde Francia por Hugo. Fulco, futuro rey de Jerusalén por su matrimonio con la hija de Balduino, sostuvo a dos caballeros desde sus dominios en el condado de Anjou después de finalizar su periodo de Ad terminum) además de las prebendas que recibiera de estos principales que no serían tantas limosnas como dicen las fuentes clásicas sinópticas[49] de Balduino II recibirían el alojamiento, del Patriarca Garmond de Picquigny, pariente no muy lejano de Godofredo de Saint-Omer, el apoyo espiritual y del resto el logístico.
Así que la fecha de creación del embrión templario estaría en torno a los 1107/1113, si damos crédito a la constancia que tenemos del consejo de Ivo de Chartres, avisando al conde de que no ingrese en las militas Christi de Jerusalén, cuando inicia su segundo viaje con la intención de quedarse y hacerse cargo de la dirección del grupo. De 1114 hasta 1120 es la fase de reclutamiento. En 1120 se legaliza la Hermandad y en 1129 se crea la Orden, por la Santa Sede, que se confirma en 1139.
SOMERAS BIOGRAFÍAS
Distintos e influyentes fueron los apoyos de la Milicia en su etapa embrionaria, sus responsables iniciales no formaban parte de aquella amalgama de caballeros desorientados que pululaban por las calles de la ciudad. Estos pertenecían a la élite conquistadora por lo que su influencia y poder estaban asegurados
Hugo de Payens
Godofredo de saint-Omer
Godofredo Bisol
Payen de Montdidier
André de Montbard, (tío de Hugo de Payens)
Archembaud de Saint Amand o Aignant
Hugo Rigaud
Gondemar
Rolando,
Hugo de Payens que ha pasado a la historia como el fundador del Orden probablemente los Payns era una rama segundona derivada de los condes Troyes y emparentada por matrimonio con los Montbard, la familia de la madre de Bernardo de Claraval, pues resultaba usual en esta época que las familias de un mismo rango a un lado y otro de la frontera que separaba Champagne de Bourgogne enlazasen matrimonialmente.[50] En los diferentes documentos que le conciernen la ortografía de su nombre es Hugues de Paenz, Hugo de Paencis y Hugues de Payns o de Payens. Guillermo de Tiro le llama "Hues de Paiens delez Troies". [51]
Godofredo de Sant Omer, su hermano Hugo de St. Omer (c. 1100-1106) fue Senescal del reino[52] y príncipe de Galilea[53], en un periodo crucial en el sostenimiento logístico del embrión de los Caballeros de la Ciudad Santa, al participar como fundador su hermano. El cargo de senescal en Jerusalén nunca alcanzó la prominencia de sus homólogos europeos, pero era importante. No obstante, durante las coronaciones el senescal sostendría el cetro real y supervisaba la fiesta de coronación. Garmond de Picquigny el todopoderoso Patriarca de Jerusalén, tío carnal de Godofreo de Saint-Omer, convocante junto con Balduino II del concilio de Nablus donde se da carta de naturaleza al grupo aun innominado (según algunas fuentes, Caballeros de la Ciudad Santa) pasando a ser conocidos como los “Pauperes Commilitones Christi Templique Solomonici, o Santa Milicia Jerosolimitana del Templo de Salomón" por su lugar de residencia. Este patriarca era hijo o hermano de Arnoul de Picquigny (dependiendo de la fuente)[54].
Pagan, Payen, Paganus, payen de Montdidier, otro apoyo importante para la futura Orden, aun innominada e indefinida, desempeñó el cargo de Canciller del reino (1115-1128) [55]. El Canciller formuló obras y cartas, gestionado el servicio diplomático del reino. Los Cancilleres tendían a ser clérigos que a menudo se convirtieron en obispos o arzobispos, a veces, mientras que mantiene la cancillería.
Es otro de los componentes del que solo se tiene identificación de su procedencia posiblemente vasallo o familia de Hugo de Payens. Payen es apellido Se sabe que los Payen tienen o tuvieron radicación, entre otros lugares, en Inglaterra, Escocia, Gales o Irlanda. La bibliografía que recoge la historia y el escudo del apellido Payen: …descendientes de Tibault payen Conde de Gisors, cuyo hijo, Hugh Payen dio por carta alrededor de 1200, el original de la que ahora existe en los archivos departamentales de San Lo, Normandía seis trimestres de trigo alquiler, derivado de sus tierras en Nueva Jersey, al abad de Sain Mary, cerca de Cherbourg. Desde este Payen Hugh quién era valvasor[56] del rey de Inglaterra y jurat de su corte real apenas una generación de la familia ha existido sin tener un representante en la banca local. En el periodo de la gran rebelión. Abrahám y Spephen Payn vel [57] Payne siendo fervientes realistas, emigraron a Devon co. y fundaron familias todavía existente en Inglaterra. Tréboles ar. habrá de efectuar resbaló sa. cresta-una cabeza woman´s couped debajo de los hombros, AZ concedidos aparecido ar. cara ppr. cabello o, en ella, la cabeza una corona antigua de los últimos... lema placido es, Payn soportes  dos Ángeles ppr.
* Armorial Général de Johan Baptiste Rietstap. Contiene blasones (escudos), orígenes de apellidos y nobleza león en plata rampante armado sobre campo de azur.
* El dibujo del escudo o escudos correspondientes al apellido Payen, así como su origen se encuentra también en el Gran Diccionario Grafico de Blasones
André de Montbard o Montebarro (5 de noviembre c. 1097 -. 17 de octubre 1156) Hijo de Bernardo señor de Montebarro y de Humberga. Entró en la Orden en 1129 y se fue a Palestina, donde rápidamente se elevó a la categoría de senescal, el diputado y el segundo al mando de Maestre. Fue el quinto Maestre de los Caballeros Templarios y también uno de los fundadores de la Orden. La familia vino de Montbard Hochadel en Borgoña. André era un tío de San Bernardo de Claraval, al ser un medio hermano de la madre de Bernardo, Aleth de Montbard[58]. Según el registro de defunciones de la parroquia de Bonlieu, su muerte se produjo el 17 de octubre de 1156.
Godofredo Bisol al parecer uno de los fundadores primeros, no se tiene noticias de él o posiblemente su identificación patronímica no sea la correcta. El título condal que s e le atribuye, no aparece en la Fundación de Genealogía Medieval, por lo que está justificado dudar de su existencia. Empero seguimos en la investigación.
Otros aunque posteriores pero con presencia e influencia en la zona desde la primera cruzada también pudieron ayudar y servir de soporte a estos primeros fundadores, al fin y al cabo todos parientes todos deudores. Algunos como Eudes de Saint-Amand (o Odo u Odón) Vizconde en 1160. Mayordomo en (1164-1167)[59]. Fue el octavo Maestre de la Orden del Temple, entre 1171 y 1179. Uno de los deberes del vizconde era capturar a los delincuentes y la administración de la justicia en el tribunal de primera instancia de la clase burguesa. Al igual que el oficio de mayordomo, estas oficinas no han sobrevivido el paso a Acre.[60] Y así seguiríamos con casi todos sus componentes.
El oscuro y nefasto Gerardo de Ridefort (c. 1179) mariscal del reino (muerto 01 de octubre 1189) fue Maestre de la Orden del Temple desde finales de 1184 hasta su muerte en 1189[61].
Si contamos el primer conde Hugo de Champagne, y al conde de Anjou, Fulco V y otros caballeros que estuvieron apoyando económicamente al embrión de los Caballeros de la Ciudad Santa; veremos que esa pobreza hay que ponerla al menos en tela de juicio, no se entiende que, aun a pesar de que estos personajes se incorporan a la hermandad (aun no era Orden) antes de Troyes, e incluso algunos como Ad terminum, caso de Fulco V, que lo fue entre los años 1120 y 1127, (en 1129 se convertirá en rey de Jerusalén con el nombre de Fulco I[62]) del que se conoce, sostuvo económicamente a dos caballeros templarios ¿cómo pudieron sostenerse ellos y su siervos sin hacer uso de sus recursos? La logística y la hueste para hacer frente a los asaltantes conllevaba un gasto, tropa, caballos, armas, guarnicioneros, herradores, forrajeros, siervos, físicos, etc., sin estas premisas no hubieran de ningún modo podido, ni tan siquiera haberse planteado el combate, con aquellos grupos aguerridos, bien armados y en mayor número que ellos, alcanzando al mismo tiempo justa fama. Estos dos personajes tenían poder y estado suficiente para mantener no solo a una, sino a dos Órdenes y mucho más en sus inicios.
CONCLUSIÓN
Este y no otro fue el inicio de lo que sería la revolución monástica más importante de todos los tiempos por su carácter inicialmente policial que no militar. No fue una policía al uso, no fue una policía heredera de aquella de la “politia” romana derivada de la “politeia” griega; definiciones indirectas de una labor importante que más tarde en el siglo XVIII recogerían los siempre legalistas franceses, definiéndola como se conoce en la actualidad “policía”. Esta nueva policía se movía en el extrarradio, fuera de la ciudad, allá donde el brazo del orden y las leyes, si las había, no alcanzaba, asegurando las normas de convivencia que debían ser también respetadas. No solo por la razón primigenia a de su presencia allí, sino también como caudal necesario para el manteniendo de ese balón social que constituye la ciudad. En cada país existe una policía al tipo. Francia con su Gendarmería, Italia, con sus Carabineri, Portugal la Guardia Nacional Republicana, España con su benemérita Guardia Civil, funciones ancestrales con denominaciones modernas, cuya raíz se pierde en la noche de los tiempos pero que fue el origen de aquellos caballeros testigos de los desmanes provocados por la inseguridad a extramuros de la ciudad. Una seguridad necesaria, tanto que había provocado la movilización de miles de hombres y recursos que llevaron a la conquista de un territorio sagrado para las tres religiones del Árbol de Jessé. La omisión de este deber podría acarrear problemas serios de estabilidad y prosperidad. Así lo debieron percibir quienes desde una posición social cómoda y preeminente lo abandonan todo para entregarse a una lucha muchas veces desigual, desagradecida, peligrosa y erradicada. Tuvieron que abandonar mucho para llegar a sus metas. Estos caballeros, deciden formar grupo independiente dentro del obligado sometimiento a estas células sociales que se van creando en su entorno, como algo necesario para un contingente extraño a aquella tierra, aquellas gentes y aquellas costumbres.

Dada esta secular doctrina y práctica de la Iglesia frente a cualquier derramamiento de sangre por parte de clérigos y religiosos nada tiene de particular que Bernardo participando de este mismo espíritu, meditara una y otra vez su decisión antes de tomar postura pública en favor de la forma de vida de la nueva Orden del Temple, como él mismo nos lo indica en su carta De Laude Novae Militiae dirigiéndose a Hugo de Payns “Una, dos y tres veces, si no me equivoco, me pediste, mi queridísimo Hugo, que os escribiese a ti y a tus conmilitones una misiva que os alentase y que contra la hostil tiranía…

Aunque Bernardo justifica muy educadamente su no repuesta a las reiteradas peticiones de Hugo de Payns para que expresase públicamente su aprobación de la nueva Orden. Este retraso puede ocultar más bien las dudas que en un primer momento lo embargaban y la necesidad de una mayor clarificación.
Estas circunstancias les llevó a estos pobres caballeros a protagonizar de alguna forma la dualidad (siempre constante en la Orden) de frailes y guerreros que serían emulados muy pronto por otras como la de San Juan (en tiempos de Raimundo de Puy) y los propios caballeros del Sepulcro, pero para eso harían falta todavía al menos 3 años. Los templarios siempre punta de lanza en el orden social de Tierra Santa, en el transcurrir del tiempo dejaron de contemplar (al contrario que sus hermanos de otras Órdenes) a los musulmanes como enemigos a batir, veían con buen acierto que el Libro Uno, era para las tres grandes ramas la base de la que partía todo al mismo tiempo que todo remitía. No vieron nunca con buenos ojos la llegada a los Santos Lugares de mesnadas en las distintas cruzadas que solo buscaban poder y riquezas desestabilizando la zona continuamente, gentes que no oyeron a sus hermanos que llevaban algunos, residiendo y conviviendo desde la Primera Cruzada con las gentes nativas, colaboradores necesarios para el equilibrio constante de la zona y que estos recién llegados en las distintas etapas siempre ponían en peligro. La pérdida definitiva de Tierra Santa para la causa cristiana tuvo más que ver con la ayuda negativa de estas cruzadas que por la relación interna de los establecidos.
Zaragoza a 6 de agosto de 2015

Delegado Regional de la UNEE (Unión nacional de escritores españoles) para Zaragoza
Miembro de la Foundation for Medieval Genealogy,
Universidad de Cambrigde






[1]El vocablo puede tener un doble origen, bien una raíz latina que significa «ladrón», bien una de origen céltico que significa «guerrero». Aunque en su época se tendió a atribuir a este movimiento una mera finalidad de bandidaje, algunos autores reconocieron su carácter de revolución social.
[2] Los ortóquidas, una tribu pequeña turca asociada a los selyúcidas.
[3]Balduino de Bourcq o Balduino II de Jerusalén fue uno de los líderes de la Primera Cruzada que llegó a ser Conde de Edesa y después el segundo monarca y el segundo en usar el título de rey de Jerusalén. Era primo de los anteriores reyes, Godofredo y Balduino I de Bouillón.
[4]En 1120 convocó el Concilio de Nablus junto al Rey Balduino II de Bourcq, rey de Jerusalén. Era tío carnal de Godofredo y Hugo de Saint-Omer.
[5] No fue un concilio de la iglesia en todos los aspectos, pero no era del todo una reunión de la corte real, de acuerdo con Hans Mayer, dado el carácter religioso de muchos de sus cánones, puede ser considerado tanto un Parlamento que un Sínodo eclesiástico. El acuerdo entre el patriarca y el rey fue similar al l del Concordato de Worms dos años después.
[6]Se dirigían desde Jerusalén a las riberas del río Jordán. Fueron asaltados y asesinados muchos de ellos, y el resto apresados y vendidos como esclavos, hecho que causó profunda impresión entre todos los latinos del reino de Jerusalén.
[7] Read. Piers Paul. Os templarios. Ríos de Janeiro. Ed. Imago 2001. Pag. 102          
[8] Durand, Julio César. Sobre los conceptos de “policía”, “poder de policía” y “actividad de policía” (PDF). Comentario al dictamen de la Procuración del Tesoro de la Nación del 13 de julio de 2004. Revista de Derecho Administrativo (REDA), N° 51, Lexis Nexis. Consultado el 22 de junio de 2011
[9] Read. Piers Paul. Os templarios. Río de Janeiro. Ed. Imago 2001. Pag. 102
[10]  Se le denomina a la doctrina filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o abstinencia
[11]Mayer, Hans Eberhard (octubre de 1982). Concordato de Naplusa . Revista de Historia Eclesiástica 33 (4): 531-543.
[12] Helen Nicholson. Los Templarios. Ed. Crítica. Barcelona, enero 2010, Pág.41
[13] Helen Nicholson. Los Templarios. Ed. Crítica. Barcelona, enero 2010, Pág.48/49
[14] Francisco de P. Mellado. Enciclopedia moderna diccionario universal de la literatura, ciencias, artes, agricultura, industria y comercio. Ed. Madrid, calle de Sta. Teresa nº 8 y en Paris, Rue de Provence nº 12, año 1833. Tomo 26 pág. 824.
[15] Historia de Malta y el Gozo. Frederic Lacroix. Ed. Imprenta Guardia Nacional. 1840. Barcelona. Pág. 65
[17]Demurger, Alain ( 2005)  Les Templiers, une chevalerie chrétienne au Moyen Âge
[18]http://www.osmtj.org/pdf/La%20Regla%20Primitiva%20de%20los%20Templarios.pdf ha sufrido varias intervenciones lo que pone en duda la originalidad de su transcripción.
[19] No solo es gratuita esta afirmación sino que contradice a cronistas contemporáneos, donde anuncian, no solo el carácter canónigo sino también la regla adoptada, la Agustina, amén de la imposibilidad de constituirse en Orden o congregación como reconocen sin la preceptiva regla, por lo que no deben tenerse en consideración esas afirmaciones que generalmente son producto de una falta de investigación exhaustiva sobre el tema.
[22] Sabiendo que la violencia genera violencia, el Papa busca que todos, especialmente los líderes del mundo: Presidentes, mandatarios, primeros ministros, representantes de diferentes organizaciones y agrupaciones digan NO A LA GUERRA, ¡NO! hasta que se agoten todos los medios diplomáticos y pacíficos, atendiendo los llamados a la paz, a la caridad, a la solidaridad, a la cooperación internacional. http://encuentra.com/sin-categoria/juan_pablo_ii_y_la_guerra13352/
[23] De la loa a la nueva Milicia. De los soldados del Temple. Bernardo de Claraval, obras de san Bernardo. BAC Madrid 1947 pag. 1427/1464 Cap. III. Es un termino que introduce su autor para justificar la muerte de un infiel en la batalla cuando no hay otros medios para impedir el mal que comete.
[24] Gerhard Winkler, Monacato y Órdenes Religiosas. e) Los canónigos de san Agustín
[25] Se refiere a la valoración positiva de un hecho condenado por la iglesia y no aceptado por los clérigos.
[26] Helen Nicholson. Los Templarios. Ed. Crítica. Barcelona, enero 2010, Pág.58/59
[27] Manuscrito 39 del monasterio de san Millán de la Cogolla
[28] Hay dos clases de profesión de votos, la simple o temporal (ad terminum) y una profesión solemne o perpetua (la monacal)
[29] Su origen está en los capítulos catedralicios, llamados así por el “canon” o regla por el que Santa Elena había organizado la subsistencia y deberes de aquellos religiosos. los canónigos formaron comunidades viviendo juntos. Mayoritariamente, siguieron la Regla de San Agustín. Fueron el origen de algunas órdenes monásticas, que imitaron su manera de vivir.
[30] Existen multitud de carismas o formas de vida religiosa dentro del catolicismo
[31] Regla de San Benito que se centró en el trabajo y oración dentro del monasterio, generalmente a las comunidades que siguen esta se les llama de vida contemplativa
[32] formado por frailes o monjas, tienen participación activa en el apostolado y viven de las limosnas.
[33] Dom Columba Marmion, Christ the Ideal of the Monk, ch. VI.
[34] Las Congregaciones Religiosas sólo hacen votos simples en vez de solemnes por lo que, estrictamente, no son Órdenes Religiosas. Sin embargo, su forma de vida y apostolado no se diferencian en mucho. Las congregaciones se rigen por unas normas o estatutos que reciben el nombre de constituciones. Las constituciones son establecidas por el fundador de cada congregación y con el pasar de los años se pueden reformar. Cada congregación tiene una actividad específica que responde a su propio carisma.
[35]La idea estaba fijada ideológicamente por el agustinismo político (Civitate Dei -426-), fue reformulada y perfilada a lo largo de la Edad Media, sucesivamente por autores como Isidoro de Sevilla (630), la escuela de Auxerre (Haimoón de Auxerre -865- en la abadía borgoñona en la que trabajaban Erico de Auxerre y su discípulo Remigio de Auxerre,  que seguían la tradición de Escolto Eriúgena), Boecio (892), Wulfstan de York (1010), Gerardo de Cambrai (1024) o Adalberón de Laon; y  utilizada en textos legislativos como la llamada Compilación de Huesca de los Fueros de Aragón (Jaime I), y el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el sabio, 1265.
[36] Laurent, J. (ed.) (1911) Cartulaires de l'abbaye de Molesme, Tome II (Paris), 19, p. 26.
[37] Leroy, Thierry P.F. Hugues de Payns La naissance des Templiers. The BookEdition, Paris, 2011
[38] Cheminon Notre-Dame 1110, p. 42.
[39] Este linaje está directamente emparentado con los descendientes de Dagoberto último rey Merovingio y los pone en relación con la dinastía jesuística o crística, protegida por el Priorato de Sion, del que dicen el temple constituyó su brazo armado
[40] Foundation for Medieval Genealogy. Medieval lands. Central France, Comtes de Blois, de Charles Cawley y otro
[41] San Ivo de Chartres, nacido hacia 1040 y muerto alrededor del año 1116, es un santo francés. Ivo de Chartres es uno de los personajes clave del conflicto que enfrentó al papado y al Sacro Imperio, la Querella de las Investiduras. Sostuvo que las investiduras no eran un sacramento, por lo que podían ser otorgadas por un laico.
[42]migne, Patrología Latina,  vol. 162, col. 251.
[43]Orderic Vitalis, Vol. VI, Book XII, p. 253. 
[44] Les Seigneurs de Montagu I ES.III 660
[45]Chronica Albrici Monachi Trium Fontium 1125, MGH SS XXIII, p. 826.
[46] Barber, Malcolm, «The origins of the order of Temple», en Studia Monastica, 12 (1970), pp. 219-240.
[47]Sin embargo, me veo obligado a admitir que me cuesta decidirme a ser privado, por una orden secreta de Dios, de su amable presencia, y nunca se ve con quien quería pasar mi vida derecho, si hubiera sido posible.”
[48] Muere el 14 de junio de 1126
[49] Jacobo de Vitry y Guillermo de Tiro
[50]Barber, Malcolm, «The origins of the order of Temple», en Studia Monastica, 12 (1970), pp. 219-240.
[51]Juan Pablo Benito, articulo en  facebook

[54]Malcolm Barber, The New Knighthood: A History of the Order of the Temple. Cambridge University Press, 1994.     Sean Martin, The Knights Templar: The History & Myths of the Legendary Military Order, 2005.
[56] (Del b. lat. vasvasor; éste de vassus vassorum, vasallo de vasallos, y vassus, del cimbro gwas, mozo, servidor.) m. Hidalgo infanzón. 
[57] The General Armory of England, Scotland, Ireland and Wales, de Sir Bernard Burke, Rey de Armas.
[58] Read Piers Paul, Los templarios (1999), p. 101
[62]Vide genealogía.

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