viernes, 3 de enero de 2014




La toma de Ascalón tuvo lugar el 12 de agosto de 1099, está considera la última batalla de la Primera Cruzada. Godofredo de Bouillon a la sazón Advocatus de Jerusalén al frente de unos 15.000 infantes y 10.000 jinetes, se enfrenta a un ejército musulmán que le doblaba en efectivos, dirigidos por el fatimida egipcio, el visir Al-Afdal Shahanshah.

Los musulmanes estaban desesperados por la pérdida de Jerusalén, Elmancin, Abul Feda y otros historiadores, pintan con vivos colores la desolación que reinaba en Bagdad. Zein-ad-Din, cadí de Damasco, se arrancó la barba en presencia del califa. Todo el diván vertió lágrimas al escuchar la triste narración de las desgracias de Jerusalén; se ordenaron ayunos y oraciones para mitigar la cólera del cielo. Los imanes y los poetas lamentaron en versos y patéticos discursos, la suerte de los musulmanes esclavos de los cristianos.

Antes de la toma de Jerusalén los turcos de Siria y Persia, estaban en guerra con Egipto, pero tal fue su dolor al saber los últimos triunfos de los cristianos, que se reunieron y lloraron juntos sobre los ultrajes hechos a la religión de Mahoma. Los habitantes de Damasco y Bagdad pusieron sus últimas esperanzas en el califa del Cairo a quien tanto tiempo habían mirado como enemigo del profeta, acudiendo todas las comarcas musulmanas en tropel, intrépidos guerreros a incorporarse al ejército que a las órdenes del emir Al-Afdal, enviaron contra los cristianos.

Tancredo y el conde de Flandes, Eustaquio de Bolonia, enviados por Godofredo a tomar posesión del país de Naplusia y del antiguo territorio de Gabaon, fueron los primeros que tuvieron noticias de la marcha del ejército egipcio. Avanzaron hacia el mar para conocer el número y disposición del enemigo, e inmediatamente dieron aviso al advocatus de Jerusalén, de que este ejército acababa de atravesar Gaza y que dentro de pocos días estaría a las puertas de la ciudad santa. El mensaje de estos llegó al anochecer a Jerusalén y fue pregonado a la luz de las antorchas y al sonido de las trompetas por todos los barrios de la ciudad, invitando a todos los guerreros a ir al día siguiente (10 de agosto) a la iglesia del Santo Sepulcro, para prepararse a combatir contra los enemigos de Dios. Al amanecer, las campanas llamaron a los fieles a la oración y al oficio divino. La palabra del Evangelio resonó en la iglesia del Espíritu Santo, el pan de vida fue distribuido a todos los cruzados que apenas salieron de la iglesia. Llenos del espíritu de Dios vistieron sus armas y salieron de la ciudad por la puerta de Occidente para marchar al encuentro de los egipcios. Godofredo los guiaba al combate y el patriarca Arnaldo de Chocques portaba el madero de la verdadera cruz descubierta por éste apenas cinco días antes (5 de agosto) mientras que Raimundo portaba la reliquia de la lanza de Longinos, descubierta el año anterior en Antioquia.

Reunidos en Ramla, a su izquierda las montañas de Judea, avanzó hasta el torrente de Sorec llamado de Soukrek  por los árabes. A orillas del torrente andaban pastando muchos bueyes, asnos, mulas y camellos para tentar la codicia de los soldados, pero el prudente Godofredo conociendo la estratagema del enemigo les prohibió abandonar las filas bajo la pena de perder, el que lo hiciese, las narices y las orejas, el patriarca los amenazó con la cólera divina. Por algunos prisioneros se supo que el ejército musulmán estaba acampado en la llanura de Ascalón. Godofredo determinó pasar la noche sobre las armas a orillas del torrente, dividendo su ejército en ocho cuerpos, y los situó formados en Masa unos detrás de otros.

El día siguiente víspera de la Asunción atravesaron los cruzados el torrente de Sorec y llegaron a la llanura, donde brillaban los estandartes y los pabellones de los egipcios. La llanura de Ascalón tiende hacia el oriente una extensión de cerca de unos seis kilómetros aproximadamente, estando limitada por el mismo lado por algunas elevaciones que apenas merecen el nombre de colinas, hacia el norte se unen a otras llanuras. Al nordeste se ven algunas llanuras arenosas, por el sur la parte más próxima al mar terminan en colinas de arena y el resto en profundas soledades del desierto. La ciudad se levanta en la parte occidental sobre una meseta que domina el mar, la rada estaba cubierta de buques egipcios cargados de armas, maquinas de guerra y de toda clase de pertrechos para el ejercito de su nación.
 
Godofredo forma sobre dos líneas el orden de batalla siguiente con la caballería a la cabeza.
-          A la derecha a las órdenes del conde de Tolosa.
-          Centro a las órdenes de Tancredo, de Roberto conde de Flandes y de Roberto duque de Normandía.
-          A la izquierda las órdenes de Godofredo.

El visir Al-Afdal toma frente a los cristianos las posiciones siguientes:
-          A la derecha apoyado en las colinas de arena, sarracenos de Sirios y de Bagdad.
-          Centro tropas escogidas egipcias a sus órdenes.
-          A la izquierda apoyado en el mar  moros y etíopes.

Después de invocar la asistencia del cielo Godofredo hace avanzar todo su ejército en el mayor orden contra los sarracenos. La caballería del centro dirigida por Tancredo y los dos Robertos cargan sobre el centro del enemigo y lo destroza. Roberto de Normandía penetra hasta el lugar donde estaba el visir dando sus órdenes y se apodera del gran estandarte de los infieles.
Godofredo ataca el ala derecha y les fuerza a abandonar el campo en precipitada fuga.
El ala izquierda del enemigo opone una resistencia vigorosa, pero cuando saben la fuga del centro y del ala derecha se desbanda buscando su salvación en la flota egipcia y en Ascalón.
Los batallones musulmanes que huyeron hacia el mar fueron alcanzados por los guerreros de Raimundo de Saint-Gilles, muchos fueron pasados a cuchillo, la caballería cristiana los persiguió hasta las olas donde se sumergieron mas de 3.000 procurando ganar los buques egipcios que se había aproximado a la ribera. Algunos fugitivos introduciéndose en los huertos y jardines se subían a los árboles y se ocultaban entre las ramas y el follaje de los olivos y sicomoros (higueras africanas) pero hasta allí eran perseguidos y muertos a lanzadas y flechazos, la mayor parte de los que huyeron al desierto perecieron miserablemente.

La victoria de los cristianos fue completa, el número de muertos incalculable. En medio de la derrota general, el visir (para otros autores emir) que había perdido su espada en el campo de batalla, estuvo a punto de ser capturado por los vencedores. Los historiadores cuentan que contemplando desde lo alto de las torres de Ascalón la destrucción de su ejército, no pudo contener sus lágrimas y en su desesperación maldijo a Jerusalén y blasfemó contra Mahoma, acusándole de haber abandonado a sus servidores y discípulos. No creyéndose seguro en la ciudad se embarcó y sobre el medio día, la flota egipcia levó anclas y se alejó de la rada de Ascalón.

A pesar de la gran oportunidad y por cierto única en toda su presencia, que tuvieron los cruzados para hacerse con la importantísima plaza de Ascalón, ariete posterior que castigó a Jerusalén desestabilizando continuamente las fronteras, no cayó en manos de estos por mor, una vez más de las grandes diferencias señoriales existentes entre sus Jefes, en este caso entre el advocatus que asumió la responsabilidad bajo esta nominación y Raimundo de Tolosa, que no quiso ceñir corona de rey en la ciudad que a Cristo se le había puesto de espinas. Este mal endémico sería una constante en las relaciones de los cruzados entre sí, llegando hasta el punto de pactar con el enemigo común con tal de destrozar a su hermano de religión. En el 1153 Ascalón vuelve a ser noticia y de nuevo vuelve aflorar estos desencuentros y sus maléficas consecuencias. Tras el fracaso de la segunda Cruzada en 1148, Conrado III trató de sitiar la plaza sabedor de su importancia estratégica, pero tuvo que retirarse al no recibir apoyo alguno ni del rey de Jerusalén ni de los otros príncipes. Los estados latinos de Jerusalén estaban condenados a su desaparición desde la convocatoria de Clermont… pero esto es otra historia.




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