domingo, 25 de mayo de 2014



HIPOTETIZANDO SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE DEL RIO DE MI PUEBLO

Por mi pueblo transcurre apaciblemente, un pequeño rio de limpias aguas, con un caudal regular, aunque no muy abundante, que conocemos como Ginel. Apenas se sabe nada de él históricamente, ni tan siquiera está rodeado de cuentos o leyendas propios de otros ríos. Tal vez sea por su corto andar (nace en Mediana de Aragón) por las tierras desagradecidas a las que riega con su líquido elemento, esencial para todos los que a su alrededor estamos asentados, desde la noche de los tiempos.





A través de esta web he querido rendir homenaje, humilde y cariñoso homenaje a este camino aquae que tanta vida reparte. Sus graciosillas aguas que risotean jugando entre los meandros y la flora de sus orillas que cobija una determinada fauna esencial para el entorno medioambiental, alimentando y saciando la sed de todos aquellos usuarios que se acercan a sus orillas, unos a proveerse y otros a servir de provisión, siguiendo la, a veces, dura ley de la Madre Natura. Empero, cuando se enfada es capaz de saltar sobre la vieja carretera (ya en desuso) que transcurre desde Zaragoza a Vinaroz, y darnos un tremendo susto, de ahí que lo mimemos tanto como podemos y sabemos, respetando no solo su trayecto, sino sus orillas y todo lo que a él concierne. 

Que las tierras que rodean a Mediana de Aragón, estaban pobladas desde la más remota antigüedad, por los Sedetanos, no es un secreto. Su prehistoria e historia han sido estudiadas mediante el Plan de Ayuda a la Investigación, por el Ministerio de Educación y Ciencia. Sus yacimientos son llamados "Los Castellazos" (zona ibérica destruida por César) y "Los Graneretes" (de poblamiento posterior).

Los Castellazos, asentamiento de etnia posiblemente Sedetana, está situado en un monte de forma alargada en dirección Sureste-Noroeste, a unos 18 km de Belchite. Se eleva 378 metros y unos 45 sobre el nivel del Ginel, de difícil ascensión. Presenta dos niveles de ocupación: Primera Edad de Hierro, poblado y necrópolis, posteriormente asentamiento Ibérico. Se han encontrado cerámica de barniz negro helenístico, cerámica de paredes fina, ánfora, alabastro... Los Granetes están en la parte baja. Estos terrenos actualmente están labrados y dedicados a explotaciones agrarias y ganaderas.

Pero en ocasiones pervive de una forma soterrada la identidad propia de los naturales del lugar, aquellos que lucharon contra la todopoderosa Roma, en las Guerras Sertorianas que tanto dolor de cabeza le dio al imperio. Más tarde estas tierras romanizadas, van siendo ocupadas, no solo los oppidum, de defensa de la población, sino que además, los vencedores, los nuevos amos, secuestran a los vencidos un elemento importante, el espíritu, la religiosidad, así creían que se apoderaban del alma de ese pueblo y por lo tanto anulaban su natural belicosidad
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La ermita de la Malena o Magdalena en lengua exógena, cuya ubicación según su orientación ha sido de culto femenino Ab immemorabili tempore, dada su situación geográfica. Está localizada en Mediana de


Aragón, representa todo un hito de enclaves que han pervivido al paso de los milenios, conservando ese acerbo y ese “gancho” que en su dia a buen seguro tenía. Situada en un pequeño montículo sobre un camino que conduce a Belchite, desde Mediana y que se bifurca tantas veces como es necesario, para dar servicio a los antiguos y actuales usuarios. Tiene a sus pies el nacimiento de un rio abundante ya desde su cuna, conocido como Ginel, que desemboca en el Ebro. Allí nace el río Ginel "como de una muela de agua", como citara el viajero Ponz en el siglo XVIII.

Rio pequeño que pasa desapercibido por su corto trayecto no obstante riega las huertas de Mediana, Roden, y Fuentes de Ebro, que no son pocas a pesar de su humilde corta vida. Esta ermita de tracto actual, empero, fue reconstruida en el 1944 al ser declarada como “espacios a reconstruir” después de la contienda esperamos que última entre españoles, y así reza en una placa colocada en la pared externa del altar Mayor situada al Este, bajo la linterna que da luz al interior del templo. Pervivencia a buen seguro de otros cultos anteriores que a modo de hipótesis quiero exponer en este lugar.

El nombre de Ginel (dato al parecer inamovible) podría estar relacionado con la aculturización romana, que se asentó a su llegada, al igual que hacen todas las religiones dominantes sobre lugares sacros anteriores, modificando el nombre del santo de turno pero conservando la misma función. A buen seguro que anteriormente poseía otro nombre otorgado por los íberes que decía Estrabón y que no ha llegado a nosotros, así que debemos hipotetizar sobre lo que sabemos o presumimos saber y para ello tomaré el “santoral” ibérico, donde hallamos una ninfa que reúne en su cosmogonía, la tradición y características históricas de Malena.

FROUIDA Ninfa de torrentes y fuentes termales. Huyendo del deseo de Baelisto se arrojó de las esferas celestiales, provocando con su caída el nacimiento de un gran río. Se la veneraba como protectora de la castidad, además de como diosa de los jardines y portadora de buena fortuna. Su imagen fue pervertida en ciertas comunidades, pasando a identificarse con la belleza y el deseo sexual (¿Malena?). Es en esta faceta en la que más veces ha sido representada, generalmente con un vestido ceñido, sentada serenamente y rodeada de gatos (símbolo de la fertilidad).

Con la conquista romana de partes del mundo, un tipo distinto de templo romano denominado fanum también se desarrolló

Estos lugares, en la mitología romana se hallaban habitados o fecundados por las ninfas de las aguas tan importantes en su mitología. En la mitología griega, una ninfa es una diosa menor o semidiosa femenina, típicamente asociada a un lugar natural concreto, como puede ser un manantial, un arroyo, un monte o una arboleda.

Diferentes de los dioses, las ninfas suelen considerarse espíritus divinos que animan la naturaleza, y se representan en obras de arte como hermosas doncellas, desnudas o semidesnudas, que aman, cantan y bailan.

Poetas posteriores las describen a veces con cabellos del color del mar. Se creía que moraban en la tierra: en árboles, en las cimas de montañas, en ríos, arroyos, cañadas y grutas.

Según el lugar que habiten se las llama Agrónomos (campos), Orestiades (montañas y grutas) y Náyades (en las aguas). Aunque nunca envejecen ni mueren por enfermedad, y pueden engendrar de los dioses hijos completamente inmortales, ellas mismas no son necesariamente inmortales, pudiendo morir de distintas formas.

Homero las describe con más detalle presidiendo sobre los juegos, acompañando a Aertemisa , bailando con ella, tejiendo en sus cuevas prendas púrpuras y vigilando amablemente el destino de los mortales. Los hombres les ofrecían sacrificios en solitario o junto con otros dioses, como por ejemplo Hermes. Con frecuencia eran el objetivo de los sátiros.



Estas a su vez también se hallaban acompañadas de otros seres mitológicos que de alguna forma han pasado a “engrosar” los de la religión dominante.

Los Fauno (en latin Faunus, ‘el favorecedor’ —de favere— o quizá ‘el portador’ —de fari—) era, en la mitologia romana, una de las divinidades más populares y antiguas, los di indigetes, identificado con el griego Pan debido a la similitud de sus atributos.

Existe la tradición de que Numa, mediante una estratagema, obligó a Pico y a su hijo Fauno a revelarle el secreto de invocar el relámpago desde el cielo y de purificar las cosas golpeándolas con el rayo.

Fauno fue adorado en dos roles diferentes: como el dios de los campos y los pastores, y como una divinidad oracular y profética. Como deidad rústica, era un espíritu bueno del bosque, las llanuras y los campos, y cuando hacía fértil al ganado se le llamaba Inuo (Innuus).

Como dios profético, llamado por el nombre de Fatuo (Fatuus), se creía que revelaba el futuro al hombre parte en sueños y parte mediante voces de origen desconocido, que eran comunicados a quienes iban a dormir en sus recintos, tumbándose sobre el vellón de los corderos sacrificados. Debido a la forma en que daba sus oráculos, se consideraba a Fauno el autor de apariciones espectrales y sonido terroríficos; y por tanto se le describía como un dios lascivo y voluptuoso, que moraba en los bosques y era aficionado a las ninfas.

Los lugares en los que se daban estos oráculos eran arboledas sagradas o en torno a las fuentes. Los ritos observados en el primer lugar son minuciosamente descritos por Virgilio: un sacerdote ofrecía una oveja y otros sacrificios, y la persona que consultaba el oráculo tenía que dormir una noche sobre la piel de la víctima, dando entonces el dios una respuesta a sus preguntas bien en un sueño o mediante voces sobrenaturales. Ovidio describe ritos parecidos celebrados sobre el Aventino.

En el festival de la Faunalia, que se celebraba el 5 de diciembre, la gente del campo con gran alegría y banquetes, hacía referencia a Fauno como dios de la agricultura y el ganado.

Como se creía Fauno, y más tarde los Fauni, eran seres alegres y caprichosos, especialmente aficionados a asustar a la gente de diversas formas, no es improbable la conjetura de que Faunus sea un eufemismo relacionado con faveo.

Fauno pasó gradualmente así a ser identificado con el Pan arcadio, y los faunos como idénticos a los sátiros griegos, los seguidores salvajes y orgiásticamente ebrios de Dionisio ; de aquí que Ovidio use la expresión Fauni et Satyri fratres (‘hermanos faunos y sátiros’). Sin embargo, faunos y sátiros eran originalmente criaturas bastante diferentes: ambos tenían cuernos y se parecía a cabras por debajo de la cintura y a humanos por encima de ésta, pero originalmente los sátiros tenían pies humanos y los faunos pezuñas cabrunas.



Estos faunos son genios del bosque salvaje, descritos como monstruos, mitad cabra, y con cuernos.

Aunque el mundo celta en su apogeo abarcara la mayor parte de Europa occidental y central, no estaba políticamente unificada, ni existía alguna fuente central sustancial de influencia cultural; por consiguiente, había mucha variación en las prácticas locales de la religión celta (aunque ciertos motivos, por ejemplo, la adoración al dios Lugh, parece haber difundido en todas partes del mundo Celta). Las inscripciones de más de trescientas deidades, que a menudo se comparan con su contraparte romana, han sobrevivido, pero de éstas las más representadas parecen ser los genii locorum, dioses locales o tribales, de los cuales solo unos pocos fueron extensamente adorados. Sin embargo, de lo que ha llegado a nuestros días de la mitología celta, es posible distinguir las concordancias que insinúan un panteón más unificado de lo que a menudo se cree.

La naturaleza y las funciones de estos dioses antiguos pueden ser deducidas de sus nombres, de la localización de sus inscripciones, su iconografía, y de las deidades romanas con las que han sido comparadas.
Los genios, habeo autem deductio, es aquí de donde se podrían enlazar la denominación del rio con la realidad actual, sería por tanto una continuidad de viejas denominaciones que iban de la mano entre estos (faunos o sátiros y ninfas) bajo cuya advocación se hallaban las fuentes naturales desde la más remota antigüedad. 

En definitiva este articulo no es otra cosa que la clara exposición de que lo importante, el témenos, el lugar sagrado por excelencia, se corresponde con la necesidad del hombre de “agasajar” al espíritu de los elementos que necesita para el desarrollo de su hábitat. El resto, la colocación o construcción de determinados lugares sacros, no es más que un reconocimiento tácito a la Madre Naturaleza y al Padre Sol, creadores de la vida en nuestro entorno de la que nos servimos para continuar con la especie y que por mor de las modas religiosas se han ido superponiendo unas a otras, sin que por ello perdiera su verdadera esencia. El agua es vida, sin ella sería imposible, es el liquido seminal que hace parir a la Madre Tierra, de donde los débiles hombres obtienen sus frutos y que como sumiso homenaje, les ofrece un reconocimiento dentro de lo que su mente considera más intocable, más sagrado, algo etéreo, inalcanzable, algo imponderable y justo al mismo tiempo, rodeándolo de estos rituales iniciáticos que buscan la dificultad en su entente y la imposibilidad de su hallazgo si no es a través de los santones, druidas, chamanes y otros, nada mejor que lo desconocido, aquello que nadie sabe y sin embargo, ahí está, eso se convierte en sagrado por mor de este especial privilegio humano, los verdaderos creadores de los dioses de ayer, hoy y…mañana.

Zaragoza a 25 de mayo de 2014

María Jesús Salvador

Vicepresidenta.



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